JOMO Travel: la forma más humana de conocer el mundo
Viaja de manera más relajada y consciente, evitando las multitudes para disfrutar de la naturaleza, la cultura local y desconectarte de verdad
Si bien viajar es algo que todos buscamos, algo por lo que aguardamos, ahorramos y nos esforzamos en demasía -y que, en muchas ocasiones, resulta en experiencias significativas que se quedan en la memoria de por vida-, lo cierto es que la vivencia del viaje no siempre resulta como lo esperamos.
En esto influyen muchos factores que se interponen entre nuestras expectativas: cadenas hoteleras impersonales, sitios turísticos tan concurridos que se vuelven imposibles de recorrer, filas interminables, tiempos de espera irrisorios, precios exorbitantes y otras circunstancias que hacen que la experiencia parezca menos “genuina”.
En un mundo cada vez más globalizado y al alcance de un clic, incluso el turismo se ha vuelto efímero, inmediato. Muchas de las grandes atracciones del mundo -como la Torre Eiffel, Stonehenge o Times Square, sitios que lideran los rankings de trampas para turistas- dejan en los recién llegados, en muchas ocasiones, una sensación de desilusión. A raíz de esto, el JOMO Travel se ha consolidado como una tendencia en crecimiento entre los viajeros que buscan experimentar, vivir y sentir el mundo de una manera distinta. No desde el turismo tradicional, saturado y masivo, sino desde la tranquilidad, la consciencia y un acercamiento más profundo y sincero con el lugar que se visita.
JOMO Travel proviene del concepto JOMO, “Joy of Missing Out” (la alegría de perderse algo): una forma de vivir el turismo basada en los principios de viajar de manera más consciente y relajada. Implica elegir destinos menos concurridos, alejados de las rutas populares, y priorizar la calma, el descanso y el bienestar personal por encima de las exigencias de las redes sociales o de la idea de “cumplir” con las ciudades o países que se consideran obligatorios de visitar.
Por ello, quienes abrazan esta filosofía eligen destinos más cercanos a la naturaleza, a la cultura local y al escape de lo masivo. Si eres de los que, al viajar, busca la paz en lugar de hordas de turistas, precios elevados y vivencias artificiales, los siguientes destinos son ideales para llevar el JOMO Travel a la práctica y conectar con el viaje desde el aquí y ahora.
Isla Holbox, México: un paraíso sin coches ni prisas
En la costa norte de la península de Yucatán, Holbox es una isla de 40 kilómetros de largo donde no hay carreteras asfaltadas ni automóviles: sólo calles de arena, carritos de golf y bicicletas. Las playas son amplias, el mar es turquesa y la fauna incluye flamencos y tiburones ballena. Los hoteles son pequeños y sostenibles; el Wi-Fi es inestable, lo que -paradójicamente- es una ventaja: Holbox invita a estar presente.
Minca, Colombia: naturaleza y silencio en la Sierra Nevada
A sólo 40 minutos de Santa Marta, Minca es un refugio de selva y montaña escondido en la Sierra Nevada de Colombia. Este pequeño pueblo ecológico ha ganado popularidad entre viajeros que buscan autenticidad, frescura y una pausa del bullicio caribeño. Aquí no hay grandes hoteles ni discotecas, sino fincas cafeteras, eco-lodges y cascadas. Los días en Minca se pasan caminando entre senderos selváticos, visitando miradores como Los Pinos, nadando en pozas naturales como Pozo Azul o saboreando café orgánico recién molido.
Cabo Polonio, Uruguay: volver al origen sin electricidad
En el departamento de Rocha, Cabo Polonio es un lugar único: aislado, mágico y sin artificios. Sólo se puede llegar en camiones especiales que atraviesan dunas gigantes. No hay calles asfaltadas ni alumbrado público; de noche, la única luz es la del faro y las estrellas. Muchas casas funcionan con energía solar y no hay cobertura constante de celular. Sus playas salvajes, los bosques de acacias y la colonia de lobos marinos más grande de Sudamérica completan un escenario perfecto para desconectar de todo.
Luang Prabang, Laos: espiritualidad en el Sudeste Asiático
En el corazón de Laos, Luang Prabang es una joya que brilla por su serenidad. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, esta antigua capital real conserva más de 30 templos budistas, casas coloniales francesas y una atmósfera que invita al silencio, a la contemplación. Aquí, los días comienzan con la ceremonia de limosna, donde cientos de monjes caminan descalzos recibiendo arroz de los locales. Hay retiros de meditación, paseos en bicicleta, masajes tradicionales y té de jazmín.
Alentejo, Portugal: la vida entre castillos
Alejado de los focos turísticos del Algarve o Lisboa, el Alentejo es una región de campos dorados, pueblos de casas blancas y fortalezas medievales. Desde Évora hasta Marvão, pasando por Monsaraz, aquí todo ocurre despacio: la comida, las conversaciones, el tiempo. La gastronomía es un pilar de la experiencia: quesos de oveja, aceite de oliva, panes artesanales y vinos con carácter. Los paisajes invitan a perderse en rutas sin tráfico, visitar ruinas romanas o simplemente contemplar las encinas bajo el sol.
Islas Lofoten, Noruega: naturaleza salvaje para el alma
En el Círculo Polar Ártico, las islas Lofoten son un conjunto de picos escarpados y pueblos pesqueros dignos de admiración. Aunque Noruega en general es tranquila, Lofoten lleva esta quietud a otro nivel: no hay grandes ciudades ni carreteras congestionadas. En cambio, hay caminatas solitarias, auroras boreales y playas vírgenes de rocas oscuras y mares gélidos. Las cabañas rojas tradicionales llamadas “rorbuer” se ubican a orillas del mar. Las actividades -kayak, pesca, fotografía, senderismo- se hacen sin presión ni competencia.
Islas Feroe, Dinamarca: aislamiento entre montañas y mar
Este remoto archipiélago atlántico, formado por 18 islas entre Escocia e Islandia, es perfecto para los que buscan aislamiento sin renunciar a la belleza. Aquí, la naturaleza manda: acantilados vertiginosos, ovejas en todas partes, niebla que aparece y desaparece como un susurro, aguas cristalinas y paisajes que parecen tomados de la ciencia ficción. La arquitectura tradicional, los pueblos casi vacíos y los senderos a cascadas son joyas indescriptibles de la naturaleza.
Kerala Backwaters, India: flotar en calma entre palmeras
En el sur de India, Kerala ofrece una cara serena y verdosa del país. Los backwaters son una red de canales, ríos y lagos navegables bordeados por cocoteros, arrozales y aldeas. El plan clásico: embarcarse en una “houseboat”, una casa flotante de madera, y dejarse llevar por el agua. Durante el viaje, se sirve comida tradicional del sur de India, se duerme con el vaivén del canal, y se escucha sólo el canto de las aves. La experiencia es profundamente introspectiva.
Occitania, Francia: historia, vino y serenidad en un ambiente medieval
En la vasta región de Occitania, se extiende una tierra de historia milenaria, colinas arboladas con sus cumbres cubiertas de nieve, castillos cátaros y pueblos que parecen detenidos en el tiempo. Aquí, el turismo se vive sin prisa: se camina por callejuelas empedradas, se descubren mercados artesanales y se saborean vinos locales. Ciudades como Albi, Cahors, Cordes-sur-Ciel o Saint-Cirq-Lapopie ofrecen un equilibrio perfecto entre cultura, naturaleza y tranquilidad.
Valle del Elqui, Chile: desconexión y estrellas en el desierto y el bosque
Ubicado en la región de Coquimbo, al norte de Santiago, el Valle del Elqui es conocido por su clima seco, sus cielos despejados y su energía mística. Rodeado de montañas áridas y viñedos que producen pisco, es también uno de los lugares con menor contaminación lumínica del planeta, por lo que atrae a amantes de la astronomía y del turismo espiritual. Pueblos como Vicuña o Pisco Elqui ofrecen alojamientos rústicos, retiros de yoga, observatorios astronómicos y senderos silenciosos.
¿Por qué elegir un viaje JOMO?
- Permite desconectar realmente, no solo cambiar de lugar.
- Favorece el bienestar emocional y reduce el estrés.
- Fomenta el turismo responsable, evitando la saturación de destinos.
- Ayuda a reconectar contigo mismo y con la naturaleza.