Internacional

Es posible la paz con los palestinos

A pesar de estar hundido en una crisis política, del conflicto con los palestinos y con Siria, de la amenaza iraní y de los soldados secuestrados en Gaza y Líbano, el primer ministro de Israel, Ehud Olmert, no pierde ni la firmeza ni el buen humor

JERUSALÉN, ISRAEL.- A pesar de estar hundido en una crisis política, del conflicto con los palestinos y con Siria, de la amenaza iraní y de los soldados secuestrados en Gaza y Líbano, el primer ministro de Israel, Ehud Olmert, no pierde ni la firmeza ni el buen humor.

“Todavía creo que es posible. Espero que así sea”, responde sin titubear al preguntársele si todavía considera factible que se logre un acuerdo con los palestinos antes de fin de año, tal cual se había anunciado en la cumbre de Annapolis de noviembre de 2007. Es más: no descarta que se logre algo más detallado que una mera declaración de principios. “Creo que es posible llegar a esos entendimientos porque cada lado sabe exactamente qué quiere el otro y cuál es su margen de maniobra”.

El problema de la debilidad de su interlocutor palestino, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, no parece preocuparle por ahora. “No conozco a nadie más apropiado que él” para llegar a un acuerdo, subraya. Claro está, de todos modos, que en la arena palestina, lo que cuenta no es sólo lo que haga Abbas sino lo que suceda con el grupo radical Hamas, que desde hace algo más de un año gobierna la Franja de Gaza.

El jefe de gobierno israelí recalca, ante todo, que “no negociamos con Hamas” y que “lo pactado para lograr ahora la tregua fue con Egipto, no con Hamas”. Dos días después de que él declarara, al entrar en vigencia la tahdia o alto el fuego, que ésta sería “frágil y quizás breve”, el jefe de Hamas en Gaza dijo que la organización no interrumpirá el contrabando de armas por la frontera con Egipto. Olmert es terminante al respecto: “Eso sería una violación de lo pactado y en ese caso, estaríamos libres de actuar militarmente”.

El premier está consciente de que las negociaciones con Abbas pueden verse al menos temporariamente afectadas si, dada la situación política interna derivada de las sospechas de corrupción en su contra, se adelantan las elecciones. “Yo no quiero que se adelanten, pero si la Knesset (Parlamento) lo decide democráticamente, el proceso será imparable”.

Olmert no ha decidido si se postulará para las elecciones internas de Kadima, su partido. “El futuro de mi carrera política puede ser importante para mí, pero no es importante, desde un punto de vista nacional, para el Estado de Israel”, dice. Olmert es un hombre de gran sentido del humor, a veces un tanto cínico. Al preguntársele sobre el ataque aéreo sobre una supuesta instalación nuclear siria, en septiembre, parece no saber de qué se le está hablando. “Sólo sé lo que leo en la prensa extranjera”, señala. Israel jamás confirmó haber lanzado dicho ataque. En todo caso, se muestra satisfecho de estar negociando con este país.

En el caso de Irán, Olmert es enfático: “Israel no podrá permitir que un país que llama a su destrucción tenga poderío nuclear”. Pero sus palabras se tornan vagas al preguntársele sobre las versiones de que un reciente entrenamiento aéreo fue una advertencia a Teherán, pues más de 100 aviones de combate israelíes habrían volado a una distancia de mil 500 kilómetros, similar a la que separa a Israel de las instalaciones atómicas de Natanz, en Irán. “No me fijé a qué distancia volaron”, dice, a sabiendas de que es imposible creerle. “El entrenamiento aéreo de hace unos días fue parte de la rutina de las Fuerzas de Defensa de Israel en el marco de sus preparativos regulares necesarios para estar prontos para cualquier escenario posible”.

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