Internacional

Cumbre del G8 termina con magros acuerdos

Ante la coyuntura política y económica, la cúpula mundial no logra acuerdos firmes frente a problemas que los rebasan

Cumbre del G8 termina con magros acuerdos
Cada país tendrá su propio ritmo de recuperación

TORONTO, CANADÁ (27/JUN/2010).-
Pretendía ser una cumbre realista. Cansados de compromisos incumplidos, los líderes mundiales querían que la reunión del G8 alcanzara sólo acuerdos verificables.

El resultado es un pobre plan para la ayuda a la maternidad en África, una tenue condena a Irán y Corea del Norte y, sobre todo, la confirmación de que el propio G8 pierde sentido, que la coordinación de esfuerzos internacionales es casi imposible y que el mundo carece de un liderazgo fuerte en un momento histórico política y económicamente muy delicado.

La necesidad de verificación fue expresada por el miembro más modesto, Canadá, el promotor y principal financiador del proyecto africano, y por la obligada ambición innovadora del último en llegar a la mesa, el primer ministro británico, David Cameron.

Pero verificación, en una ocasión como ésta, significaría la aceptación de un fracaso y de la impotencia para resolver los problemas. Una organización cívica canadiense cuenta que, desde su fundación, hace 35 años, el G8 (antes G6 y G7) aprobó más de tres mil acuerdos a los que después no se dio seguimiento.

La decisión de convocar las reuniones del G8 y el G20 en las mismas fechas y el mismo lugar, además de un intento de ahorrar viajes estériles a dirigentes que tienen mejores cosas a las que ocuparse, era el reconocimiento de que el G8, donde se reúnen las ocho primeras potencias mundiales, prefiere diluirse en el más amplio y representativo G20, donde también participan otras potencias intermedias y las principales naciones emergentes.

Barack Obama, en su reciente definición de la estrategia de seguridad y política exterior de su Administración, aludió al G20 como la agrupación que mejor define la composición del mundo actual y que más eficazmente puede actuar para afrontar los desafíos modernos. La convocatoria simultánea de las cumbres de Toronto responde en parte a esa nueva concepción.

Pero el cambio de formato no resuelve el problema de fondo sobre la crisis de liderazgo.
Esa realidad habla de la complejidad del mundo actual, pero también de la debilidad de los dirigentes actuales.

Los gobernantes europeos están desprestigiados —caso de Silvio Berlusconi—, agotaron su energía —caso de Nicolas Sarkozy o Angela Merkel— o son demasiado inexpertos para capitanear la revitalización —caso de Cameron—. El nuevo premier británico despierta cierta curiosidad e interés, más que por su victoria, por su capacidad para instalar una coalición atractiva, pero no ha tenido aún el impacto que en su día tuvo Tony Blair.

Nada puede esperarse de Rusia, que construye su propio modelo de democracia controlada, ni de Japón, donde fracasó un atrevido intento de relevo del partido de Gobierno y que trata de sobrellevar su calvario económico particular.

Queda Obama. El presidente norteamericano es aún el polo de referencia de estas reuniones, pero la luz que irradiaba hace un año se apaga, su carisma no es ya capaz de iluminar el futuro o de ocultar las discrepancias. Con su popularidad disminuida por una serie de infortunios domésticos —el último y más grave, el vertido de petróleo en el Golfo de México—, Obama relega la política exterior a un segundo lugar en su agenda.

POTENCIAS

Puntos relevantes

Los líderes del G8 se comprometieron en Toronto a trabajar en forma “integrada y coordinada” contra el “terrorismo” que sacude a países o regiones inestables y vulnerables como Afganistán, Pakistán, el Sahel africano o Yemen.

También acordaron impulsar presiones contra Corea del Norte por el hundimiento de la fragata sudcoreana Cheonan en el que murieron 46 marinos, y culpó a Pyongyang por el incidente que representa “es un desafío a la paz y seguridad en la región y más allá”.

Además, el G8 “lamentó” las muertes producidas por el ataque israelí contra la Flotilla de la Libertad en Gaza el pasado 31 de mayo, y señaló que el bloqueo actual del territorio palestino “no es sostenible y debe ser modificado”.

Además, quedó de manifiesto la advertencia de que la recuperación de la economía mundial era aún “frágil”, lo que pone en peligro el avance hacia la obtención de los objetivos de Naciones Unidas de reducir la pobreza a la mitad en el mundo en 2015.

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