Entretenimiento
Guillaume Canet sorprende en Roma
El director “parte plaza” en el festival de cine de la capital italiana con la película Les petits muchoirs
ROMA, ITALIA (30/OCT/2010).- Por si alguien pone en duda la valía artística de Marion Cotillard, el cineasta francés Guillaume Canet le brinda una nueva dosis de credibilidad con Les petits mouchoirs, que el viernes se ganó los aplausos de la crítica en la segunda jornada del Festival Internacional de Cine de Roma.
Cotillard, convertida en la única actriz francesa ganadora de un Oscar por su interpretación de la cantante Edith Piaf en La vie en rose, se puso en esta comedia dramática a las órdenes de Canet, su pareja y uno de los astros nacientes del cine francés, con tres películas como director.
En ausencia de la actriz, Canet (que ya compartió reparto con su compañera en Jeux d’enfants y en Le dernier vol de 2009) confesó en la presentación de este filme, proyectado fuera de concurso, que “tenía muchas ganas de dirigir a Marion” (Cotillard) y que la experiencia fue “increíble” porque es “una actriz inmensa”.
Incluso se dio tiempo de bromear, al asegurar que “para ella seguramente fue más difícil, porque, cuando vives con el realizador y te pasas el día trabajando con él, lo último que quieres es llegar a casa y encontrarte con un pesado que no para de hablar de la película”.
Una actriz versátil
A sus 35 años, Marion Cottillard cuenta con más de 30 películas en su filmografía, con las que se ha puesto al mando de directores de la talla de Tim Burton (El gran pez), Christopher Nolan (El origen) o Woody Allen, que contó con ella para la esperada Midnight in Paris.
Ahora se consolida con Guillaume Canet, un hombre muy querido y respetado por el público francés, prolífico como actor y meticuloso, obsesivo y apasionado como cineasta.
Si a ello se suma que Les petits mouchoirs cuenta con algunas de las estrellas más cotizadas de su país, como Francois Cluzet, Benoit Magimel o Jean Dujardin, que además son amigos del director, el éxito está asegurado: la película ha arrasado en Francia en su primera semana en cartelera.
Les petits mouchoirs (que podría traducirse al español como Las mentiras blancas) cuenta la historia de un grupo de amigos que decide seguir adelante con sus planes vacacionales a pesar de la ausencia de Ludo, que se queda ingresado en el hospital tras sufrir un grave accidente.
Conflictos internos
A través del viaje interior de cada uno de los personajes, Canet plantea las dificultades de comunicación que existen entre los seres humanos, los conflictos internos que genera la aceptación o no de la propia identidad y la complejidad para crear vínculos en una sociedad como la actual.
“Vivimos en un mundo de digestión ultrarrápida. Quería contar eso, que a menudo digerimos las cosas sin poder ver lo que tenemos a nuestro alrededor, sin sacar provecho de la gente que amamos”, explicó el cineasta, que admitió que Les petits mouchoirs es hasta ahora su película más personal.
El título es un juego de palabras que, según el autor, “hace referencia a todo lo que ponemos encima de las cosas que no tenemos ganas de reconocer porque sentimos que nos van a hacer daño; cuando empezamos a decir mentiras piadosas para que parezca que no hay problemas y al final es como un montón de polvo metido debajo de una alfombra”.
Cotillard, convertida en la única actriz francesa ganadora de un Oscar por su interpretación de la cantante Edith Piaf en La vie en rose, se puso en esta comedia dramática a las órdenes de Canet, su pareja y uno de los astros nacientes del cine francés, con tres películas como director.
En ausencia de la actriz, Canet (que ya compartió reparto con su compañera en Jeux d’enfants y en Le dernier vol de 2009) confesó en la presentación de este filme, proyectado fuera de concurso, que “tenía muchas ganas de dirigir a Marion” (Cotillard) y que la experiencia fue “increíble” porque es “una actriz inmensa”.
Incluso se dio tiempo de bromear, al asegurar que “para ella seguramente fue más difícil, porque, cuando vives con el realizador y te pasas el día trabajando con él, lo último que quieres es llegar a casa y encontrarte con un pesado que no para de hablar de la película”.
Una actriz versátil
A sus 35 años, Marion Cottillard cuenta con más de 30 películas en su filmografía, con las que se ha puesto al mando de directores de la talla de Tim Burton (El gran pez), Christopher Nolan (El origen) o Woody Allen, que contó con ella para la esperada Midnight in Paris.
Ahora se consolida con Guillaume Canet, un hombre muy querido y respetado por el público francés, prolífico como actor y meticuloso, obsesivo y apasionado como cineasta.
Si a ello se suma que Les petits mouchoirs cuenta con algunas de las estrellas más cotizadas de su país, como Francois Cluzet, Benoit Magimel o Jean Dujardin, que además son amigos del director, el éxito está asegurado: la película ha arrasado en Francia en su primera semana en cartelera.
Les petits mouchoirs (que podría traducirse al español como Las mentiras blancas) cuenta la historia de un grupo de amigos que decide seguir adelante con sus planes vacacionales a pesar de la ausencia de Ludo, que se queda ingresado en el hospital tras sufrir un grave accidente.
Conflictos internos
A través del viaje interior de cada uno de los personajes, Canet plantea las dificultades de comunicación que existen entre los seres humanos, los conflictos internos que genera la aceptación o no de la propia identidad y la complejidad para crear vínculos en una sociedad como la actual.
“Vivimos en un mundo de digestión ultrarrápida. Quería contar eso, que a menudo digerimos las cosas sin poder ver lo que tenemos a nuestro alrededor, sin sacar provecho de la gente que amamos”, explicó el cineasta, que admitió que Les petits mouchoirs es hasta ahora su película más personal.
El título es un juego de palabras que, según el autor, “hace referencia a todo lo que ponemos encima de las cosas que no tenemos ganas de reconocer porque sentimos que nos van a hacer daño; cuando empezamos a decir mentiras piadosas para que parezca que no hay problemas y al final es como un montón de polvo metido debajo de una alfombra”.