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“El estudiante” confirma éxito en taquilla

Gracias al público, la cinta de Roberto Girault será exhibida en España, Brasil y Centroamérica. Ya se gesta una versión en inglés

CIUDAD DE MÉXICO.- “Ya son 14 semanas en cartelera, no sé si es un récord, pero sí está cerca de serlo, pues sé que son pocas las películas que logran permanecer en cartelera, y lo que está sucediendo nos llena de esperanza. El estudiante ha caminado por su propio paso, pues gracias a su simplicidad toca las fibras y transmite valores que llevan a la reflexión”, comentaba en entrevista exclusiva con este diario Roberto Girault a principios de noviembre en su visita a Guadalajara, donde El estudiante formó parte de las cintas programadas para el quinto Festival Internacional de Cine Tercer Milenio. Ahora, justo a 18 semanas de su estreno, la cinta protagonizada por Lavat está a punto de igualar el récord de Amores perros de González Iñárritu y a ocho semanas de alcanzar a Sexo, pudor y lágrimas.

Incluso vale la pena señalar que esta última semana superó, en taquilla y de acuerdo con cifras de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica y del Videograma (Canacine), a filmes hollywoodenses como 9-Nine, producida por Tim Burton; Los fantasmas de Scrooge, protagonizada por Jim Carrey y a la española Los abrazos rotos, de Pedro Almódovar. “Y una semana también superamos a Quentin Tarantino (Bastardos sin gloria)”, cuenta Roberto Girault, director del filme.

Su éxito ha sido tanto que para el próximo año se estrenará en España, Brasil y Centroamerica. Unos productores estadounidenses le han propuesto al realizador escribir una versión en inglés, para luego venderla a los grandes estudios de la Meca del Cine.

El estudiante, filmada en Guanuajato, nació a la luz pública en agosto pasado. La historia era sencilla. Chano, un hombre de la tercera edad que decide regresar la universidad, donde se encontrará con un grupo de veinteañeros cuya primera reacción es verlo con sorpresa y algunos con cierto recelo. El elenco era también una sorpresa: Jorge Lavat, de 75 años, que regresaba al celuloide después de tres décadas y los jóvenes Siouzana Melikian, Cristina Obregón, Cuauhtémoc Duque y Jorge Luis Moreno.

—¿Fue fácil vender un guión que no tenía groserías, desnudos o escenas de sexo?

—Sí, muchas personas querían identificar sus marcas con la película. Empresas como Lala, que son familiares, le entraron. Mucha gente me dijo que la película era irrealista, que era idealista y precisamente eso era lo que deseaba, que fuera aspiracional, que aspirara a un romance, que nos recordara la nostalgia de Agustín Lara y José Alfredo Jiménez. La historia fue en conjunto con Gastón Pavlovich, que traía el guión original. Luego el guión sabíamos que podía ser difícil de venderse entre actores reconocidos porque podía caer en el melodrama cursi y moralista. Yo quería un lenguaje poético, por la parte mística, emotiva y fui por un elenco joven que tuviera hambre de contar esto.

—¿Te han invitado a dar pláticas sobre tu esquema de producción, barato, con elenco desconocido, pero que ha sido un éxito?
—Más bien me han invitado a dar conferencias en universidades sobre la película en sí. De cómo se generó el guión y cosas así. Creo que el esquema de producción como este funciona bastante bien, pero cada proyecto debe buscar el suyo. Digamos que aquí fue un patito feo que fue creciendo y bien.

—¿Se puede vivir del cine mexicano?

—Por fortuna ya ahorita todo lo que está logrando la película es ganancia para nosotros. No hago comerciales ni nada de eso, estoy viviendo de lo que genera la película. Quiero convertir al cine mexicano en una industria. Pero reconozco que tengo miedo del siguiente filme, porque debo superar a éste.

—¿Ya hay historias?
—Existe un par que ahí van, alguno se haría en el primer semestre del próximo año. Uno se llama La leyenda del diamante, una historia romántica que habla del compromiso del amor a través de un diamante mágico. Se pone en la balanza junto con un anillo y si pesa más es que éste no fue entregado con amor, si pesa más el anillo, lo contrario. El otro es la historia de un candidato a la presidencia que ya en plena campaña se olvida de la familia, se mete tanto al trabajo, y al final se da cuenta de lo verdaderamente importante.

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