Entretenimiento
Duelo de jazz en el Degollado
Sólo dos amplificadores, bancos y guitarras fueron suficientes para que los estadounidenses se apropiaran del recinto
GUADALAJARA, JALISCO (25/AGO/2012).- Como si se tratara de un par de viejos amigos conversando y riendo a través de las guitarras transcurrió el concierto de Peter Berstein y Bruce Forman, dos virtuosos guitarristas de jazz que anoche, a pesar de su precario español, entablaron una charla sonora con los tapatíos en el Teatro Degollado.
Sólo dos amplificadores, bancos y guitarras fueron suficientes para que los estadounidenses se apropiaran del recinto y engancharan a la audiencia con genuinas piezas de jazz bohemio.
Pero el éxito de la velada no se debió a la selecta lista de canciones, al contrario, la improvisación con que ejecutaron el duelo abonó naturalidad a las piezas, pues la energía que transmitían los músicos en su mirada fue la misma que emitieron las cuerdas de sus guitarras: a veces impaciente, a veces burlona y después delirante.
Lo reconoció Forman --alto, de piel rosa, bigote espeso y sonrisa versátil-- el jazz se improvisa (además, "no te queda de otra cuando dejas el setlist en el camerino", bromeó). Berstein lo escuchaba desde su lugar y, silencioso, se reía de sus chistes, que de paso le traían algunos aplausos del público.
Entonces callaron y dejaron que sus instrumentos hablaran por ellos, mientras la luz cálida del escenario rociaba su sonido y el nutrido público los miraba contemplativo.
Y aunque los tapatíos celebraron cada pieza improvisada, fueron los jazzistas quienes se impresionaron por la recepción y el Degollado.
"De verdad, esto es impresionante, Guadalajara es hermosa, el público maravilloso y el teatro... permanecerán en mi memoria mucho tiempo", lanzó emotivo Forman.
Casi una hora más tarde acompañaron su ritmo con una voz femenina que los acompañó brevemente, el ánimo subió en público y al despedirse, fueron ellos quienes sucumbieron ante el público: una más, reverencia, ovaciones y el duelo de jazz lo ganaron los tapatíos.
Sólo dos amplificadores, bancos y guitarras fueron suficientes para que los estadounidenses se apropiaran del recinto y engancharan a la audiencia con genuinas piezas de jazz bohemio.
Pero el éxito de la velada no se debió a la selecta lista de canciones, al contrario, la improvisación con que ejecutaron el duelo abonó naturalidad a las piezas, pues la energía que transmitían los músicos en su mirada fue la misma que emitieron las cuerdas de sus guitarras: a veces impaciente, a veces burlona y después delirante.
Lo reconoció Forman --alto, de piel rosa, bigote espeso y sonrisa versátil-- el jazz se improvisa (además, "no te queda de otra cuando dejas el setlist en el camerino", bromeó). Berstein lo escuchaba desde su lugar y, silencioso, se reía de sus chistes, que de paso le traían algunos aplausos del público.
Entonces callaron y dejaron que sus instrumentos hablaran por ellos, mientras la luz cálida del escenario rociaba su sonido y el nutrido público los miraba contemplativo.
Y aunque los tapatíos celebraron cada pieza improvisada, fueron los jazzistas quienes se impresionaron por la recepción y el Degollado.
"De verdad, esto es impresionante, Guadalajara es hermosa, el público maravilloso y el teatro... permanecerán en mi memoria mucho tiempo", lanzó emotivo Forman.
Casi una hora más tarde acompañaron su ritmo con una voz femenina que los acompañó brevemente, el ánimo subió en público y al despedirse, fueron ellos quienes sucumbieron ante el público: una más, reverencia, ovaciones y el duelo de jazz lo ganaron los tapatíos.