Entretenimiento
Cambiar o subsistir
Realizados por Francisco Rojas Cárdenas
Cambiar es terrible para cualquiera. Requiere de valor, de una ruta a seguir, de seguridad en sí mismo y, sobre todo, de vencer el miedo. El artista, con frecuencia, se ve en esa encrucijada de cambiar para evolucionar o mantenerse como está para subsistir. Hay quienes, en cambio, manejan dos estilos a la vez: el comercial para vender y el experimental para exponer.
El riesgo
El artista vive del mercado, de la obra que puede vender. Y en medio hay muchos que aciertan con la clave comercial. Se dan cuenta de que pintar, grabar o esculpir de cierta manera, les ayuda a conseguir más clientes y a ganar más dinero. Así, a veces su estilo queda condicionado por el mercado, aunque en ocasiones coincide lo que quiere hacer con lo que el coleccionista desea poseer. En cualquiera de los casos, cambiar de estilo siempre es un riesgo comercial y no muchos se arriesgan. Y es que vale la pena recordar que los artistas también se casan, tienen hijos, pagan renta, colegiaturas, son personas normales que buscan vivir bien.
Poco a poco
El conflicto se le presenta a cualquiera en algún momento de su carrera. “O hago lo que quiero, o vendo”. Entonces, la necesidad auténtica del creador, de abordar temas, explorar técnicas, de mostrarse a través de su trabajo, compite con la vida diaria. Porque además, existe ese doble riesgo de no poder vender el experimento y lo peor del caso, que ni siquiera quede satisfecho con el resultado. Aun así, algunos artistas toman sus reservas y cambian poco a poco, miden el mercado, ven sus resultados y si aparece un rasgo donde todo coincida, continúan con su evolución.
Radicales
Pocas veces se puede ver a un artista que cambia radicalmente su estilo. Esto se puede notar en muchos referentes en la historia del arte, como en Picasso o en algunos momentos de Diego Rivera, quien fue inteligente al aprovechar el momento histórico y político de México, para acomodarse a un cambio. En la escena local, son más notorios los casos de quienes tienen una buena posición en el mercado y se atreven a hacer cambios drásticos. José Fors es uno de ellos, quien ha abarcado desde el hiperrealismo, donde trabajó la figura humana hasta el mínimo detalle, hasta llegar a lo que ahora expone en el Centro Cultural Casa Vallarta, donde la figura prácticamente desaparece.
El riesgo
El artista vive del mercado, de la obra que puede vender. Y en medio hay muchos que aciertan con la clave comercial. Se dan cuenta de que pintar, grabar o esculpir de cierta manera, les ayuda a conseguir más clientes y a ganar más dinero. Así, a veces su estilo queda condicionado por el mercado, aunque en ocasiones coincide lo que quiere hacer con lo que el coleccionista desea poseer. En cualquiera de los casos, cambiar de estilo siempre es un riesgo comercial y no muchos se arriesgan. Y es que vale la pena recordar que los artistas también se casan, tienen hijos, pagan renta, colegiaturas, son personas normales que buscan vivir bien.
Poco a poco
El conflicto se le presenta a cualquiera en algún momento de su carrera. “O hago lo que quiero, o vendo”. Entonces, la necesidad auténtica del creador, de abordar temas, explorar técnicas, de mostrarse a través de su trabajo, compite con la vida diaria. Porque además, existe ese doble riesgo de no poder vender el experimento y lo peor del caso, que ni siquiera quede satisfecho con el resultado. Aun así, algunos artistas toman sus reservas y cambian poco a poco, miden el mercado, ven sus resultados y si aparece un rasgo donde todo coincida, continúan con su evolución.
Radicales
Pocas veces se puede ver a un artista que cambia radicalmente su estilo. Esto se puede notar en muchos referentes en la historia del arte, como en Picasso o en algunos momentos de Diego Rivera, quien fue inteligente al aprovechar el momento histórico y político de México, para acomodarse a un cambio. En la escena local, son más notorios los casos de quienes tienen una buena posición en el mercado y se atreven a hacer cambios drásticos. José Fors es uno de ellos, quien ha abarcado desde el hiperrealismo, donde trabajó la figura humana hasta el mínimo detalle, hasta llegar a lo que ahora expone en el Centro Cultural Casa Vallarta, donde la figura prácticamente desaparece.