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Se acabó la fiesta en Guadalajara

El público se fue triste del Omnilife luego de la eliminación del Rebaño

ZAPOPAN, JALISCO (26/11/2011).- Las tribunas del Omnilife se llenaron de tristeza, una vez más la maldición del superlíder se hizo presente. El equipo más querido de México cayó derrotado en su casa por unos Gallos Blancos que sueñan con su primer campeonato.

Dos escuadras con hambre de triunfo llegaron al Omnilife; primero los locales, quienes buscaban deshacer la maldición del superlíder y resurgir como ave fénix ante sus seguidores, enfrente unos Gallos que después de ganar el primer juego de la liguilla querían demostrar que son un equipo grande.

Fuera de la cancha el público jugó su propio partido. La explanada del Omnilife se transformó  en un campo de batalla, en donde todo era válido para mostrar el orgullo de ser rojiblanco, playeras, banderas, máscaras, trompetas, tambores, pelucas y rostros rojiblancos aparecían por todos lados, los camiones y taxis repletos de aficionados llenaban las avenidas.

Sin embargo el rival no estaba sólo, pues aproximadamente seis mil aficionados queretanos hicieron el viaje para faltarle al respeto al llamado “Templo Mayor”, y desde el inicio de las hostilidades se hicieron sentir entonando su grito de guerra ¡Gallos, Gallos!. Esto desató la furia de los seguidores chiva, quienes inmediatamente los hicieron callar con el grito de ¡Chivas, Chivas!

Todo estaba listo, los más de 42 mil aficionados que se dieron cita en el Omnilife y los 22 guerreros dentro del campo esperaban el silbatazo de Mauricio Morales para iniciar la búsqueda de la victoria; el duelo comenzó y con él las porras de apoyo para ambas escuadras.

Sin embargo, conforme pasaba el tiempo, la angustia de los rojiblancos creció, pues el rebaño sagrado no podía anotar el gol que le diera el pase a las semifinales de la fiesta grande; los rostros desencajados de los aficionados, que no podían creer que el Chiverío estuviera a punto de ser eliminado, comenzaron a aparecer en la tribuna.

Desde la cancha el pastor, Fernando Quirarte, pedía el apoyo del público, que ante la frustración de ver como se escapaba la estrella número 12 de sus manos, se olvidó de alentar.

La imagen quedará para el recuerdo, los rostros cabizbajos de los jugadores rojiblancos lo resumían todo, la impotencia, el enojo y la frustración de, que a pesar de haber sido el mejor equipo durante la campaña regular, no poder derrotar al equipo “más débil” de la Liguilla y regalarle a su público la estrella número 12.

EL INFORMADOR / Mary Bermejo

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