Deportes
La gran decepción de las Grandes Ligas
En estos momentos, Willie Randolph parece tener la soga al cuello, con su trabajo a punto de evaporarse. Sea justo o no, es el culpable inmediato por el mediocre récord de sus Mets de Nueva York (23-26), en los papeles el equipo más talentoso de su división y dueños de la nómina más onerosa de la Liga Nacional
En estos momentos, Willie Randolph parece tener la soga al cuello, con su trabajo a punto de evaporarse. Sea justo o no, es el culpable inmediato por el mediocre récord de sus Mets de Nueva York (23-26), en los papeles el equipo más talentoso de su división y dueños de la nómina más onerosa de la Liga Nacional.
El letargo en el cual se han sumido los Mets no debe ser atribuido simplemente a la personalidad estoica de Randolph. La culpa se puede repartir por partes iguales a varias adquisiciones cuestionables del gerente Omar Minaya y una tropa de jugadores que ha rendido muy por debajo de lo habitual.
En las Grandes Ligas, sin embargo, la soga siempre se rompe con el mánager y este es el caso irremediable en el que se encuentra inmerso Randolph, quien recién en 2006 había tenido al equipo a ley de una victoria de avanzar a la Serie Mundial.
El lunes, medio mundo daba por descontado que iba a ser cesado, pero los directivos del club lo ratificaron en el puesto.
“Somos nosotros lo que salimos a jugar, no él”, afirmó el primera base Carlos Delgado, esgrimiendo la tradicional respuesta de los peloteros cuando sus pilotos se tambalean en la cuerda floga.
Delgado tiene razón y de hecho él mismo se puede mirar en el espejo como uno de los varios jugadores de los Mets que este año han aportado una producción por debajo de su niveles habituales.
José Reyes, el estelar torpedero dominicano, es otro con una buena cuota de responsabilidad, convertido en la sombra del jugador bujía de tiempos recientes, con un promedio ofensivo apenas arriba de .270.
Las lesiones también ha sido un dolor de cabeza y han dejado en evidencia la carencia de alternativas en las Menores.
El letargo en el cual se han sumido los Mets no debe ser atribuido simplemente a la personalidad estoica de Randolph. La culpa se puede repartir por partes iguales a varias adquisiciones cuestionables del gerente Omar Minaya y una tropa de jugadores que ha rendido muy por debajo de lo habitual.
En las Grandes Ligas, sin embargo, la soga siempre se rompe con el mánager y este es el caso irremediable en el que se encuentra inmerso Randolph, quien recién en 2006 había tenido al equipo a ley de una victoria de avanzar a la Serie Mundial.
El lunes, medio mundo daba por descontado que iba a ser cesado, pero los directivos del club lo ratificaron en el puesto.
“Somos nosotros lo que salimos a jugar, no él”, afirmó el primera base Carlos Delgado, esgrimiendo la tradicional respuesta de los peloteros cuando sus pilotos se tambalean en la cuerda floga.
Delgado tiene razón y de hecho él mismo se puede mirar en el espejo como uno de los varios jugadores de los Mets que este año han aportado una producción por debajo de su niveles habituales.
José Reyes, el estelar torpedero dominicano, es otro con una buena cuota de responsabilidad, convertido en la sombra del jugador bujía de tiempos recientes, con un promedio ofensivo apenas arriba de .270.
Las lesiones también ha sido un dolor de cabeza y han dejado en evidencia la carencia de alternativas en las Menores.