Deportes
Futbol sin balón
Comentarios: elopez@informador.com.mx
El técnico rojinegro Carlos Ischia pidió apoyo de su directiva antes de tomar medidas disciplinarias en el plantel.
El lunes por la noche al finalizar el entrenamiento, Ischia citó en su vestidor de uno por uno a los jugadores, Mario Méndez, Miguel Zepeda, Mario Pérez y Omar Trujillo, y les dijo que pasaran por su finiquito, porque ya no entraban en sus planes.
Tarde o temprano llegarían represalias contra los jugadores del Atlas que en su momento no estuvieron de acuerdo con la designación del capitán Fabricio Fuentes.
Los chivos expiatorios resultaron, Méndez, Zepeda, Pérez y Trujillo, a quienes le pusieron dedo sus propios compañeros, y no precisamente jugadores mexicanos, sino compatriotas del entrenador.
El principal desestabilizador del plantel rojinegro es un jugador que tuvo problemas con La Volpe y a punto estuvo de ser corrido por “grillo”, pero la directiva lo sostuvo por ser un activo del club. Este mismo jugador tomó su segundo aire con la llegada de Ischia y sólo era cuestión de esperar los malos resultados para que afloraran los problemas de división en el equipo rojinegro.
Según versiones de los testigos presenciales de las riñas suscitadas en el Estadio La Corregidora de Querétaro el sábado pasado, en contra de los porristas del Atlas, los principales responsables de los lamentables sucesos fueron los elementos de seguridad privada que se ubicaron en la tribuna en torno al los barristas rojinegros, ya que fueron los iniciadores de la bronca.
Lamentablemente la policía en el estadio fue en ocasiones mudo testigo de la golpiza y no intervino para separar a los rijosos.
Lo peor del caso fue cuando los porristas del Atlas fueron obligados a salir del estadio en el minuto 15 del segundo tiempo y en los pasillo y los baños, lejos de la mirada de la prensa y cámaras de televisión, los elementos de seguridad privada y pública, les hicieron valla para tundirlos a golpes, garrotazos, disparos con balas de goma y mordidas de perros.
Todo indica que fueron los mismos elementos de seguridad privada quienes abrieron la puerta de la zona exclusiva de los porristas rojinegros en el estadio, para que llegaran los integrantes de las barras locales a agredir a los atlistas.
Más de 20 aficionados del Atlas fueron a parar a la Cruz Roja y hospitales queretanos a recibir atención médica, tras las golpizas.
La oportuna intervención de la directiva del Atlas, impidió que los detenidos y los hospitalizados fueran retenidos en Querétaro y sin pago de multas ni gastos médicos todos los atlistas pudieron regresar a Guadalajara.
Todo mundo sabía que los duelos entre Querétaro y Atlas son de alto riesgo, menos las autoridades queretanas que por enésima vez se ven rebasadas por su afición.
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El lunes por la noche al finalizar el entrenamiento, Ischia citó en su vestidor de uno por uno a los jugadores, Mario Méndez, Miguel Zepeda, Mario Pérez y Omar Trujillo, y les dijo que pasaran por su finiquito, porque ya no entraban en sus planes.
Tarde o temprano llegarían represalias contra los jugadores del Atlas que en su momento no estuvieron de acuerdo con la designación del capitán Fabricio Fuentes.
Los chivos expiatorios resultaron, Méndez, Zepeda, Pérez y Trujillo, a quienes le pusieron dedo sus propios compañeros, y no precisamente jugadores mexicanos, sino compatriotas del entrenador.
El principal desestabilizador del plantel rojinegro es un jugador que tuvo problemas con La Volpe y a punto estuvo de ser corrido por “grillo”, pero la directiva lo sostuvo por ser un activo del club. Este mismo jugador tomó su segundo aire con la llegada de Ischia y sólo era cuestión de esperar los malos resultados para que afloraran los problemas de división en el equipo rojinegro.
Según versiones de los testigos presenciales de las riñas suscitadas en el Estadio La Corregidora de Querétaro el sábado pasado, en contra de los porristas del Atlas, los principales responsables de los lamentables sucesos fueron los elementos de seguridad privada que se ubicaron en la tribuna en torno al los barristas rojinegros, ya que fueron los iniciadores de la bronca.
Lamentablemente la policía en el estadio fue en ocasiones mudo testigo de la golpiza y no intervino para separar a los rijosos.
Lo peor del caso fue cuando los porristas del Atlas fueron obligados a salir del estadio en el minuto 15 del segundo tiempo y en los pasillo y los baños, lejos de la mirada de la prensa y cámaras de televisión, los elementos de seguridad privada y pública, les hicieron valla para tundirlos a golpes, garrotazos, disparos con balas de goma y mordidas de perros.
Todo indica que fueron los mismos elementos de seguridad privada quienes abrieron la puerta de la zona exclusiva de los porristas rojinegros en el estadio, para que llegaran los integrantes de las barras locales a agredir a los atlistas.
Más de 20 aficionados del Atlas fueron a parar a la Cruz Roja y hospitales queretanos a recibir atención médica, tras las golpizas.
La oportuna intervención de la directiva del Atlas, impidió que los detenidos y los hospitalizados fueran retenidos en Querétaro y sin pago de multas ni gastos médicos todos los atlistas pudieron regresar a Guadalajara.
Todo mundo sabía que los duelos entre Querétaro y Atlas son de alto riesgo, menos las autoridades queretanas que por enésima vez se ven rebasadas por su afición.
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