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Colombia pierde por goliza en la tribuna

Los asistentes al Estadio Castelao de Fortaleza se vistieron y vibraron con la fanaticada de la canarinha

FORTALEZA, BRASIL (05/JUL/2014).- Durante todo el Mundial, Colombia sintió que jugaba como local. Hasta ayer, en Fortaleza, en donde se toparon con la fanaticada de la verdeamarelha. Más ruidosa. Más colorida, y sobre todo, más numerosa.

Diferente a la invasión “amarilla” de colombianos en Belo Horizonte, Brasilia, Cuiabá y Río de Janeiro, donde los cafeteros disputaron sus otros partidos, esta vez los seguidores de la canarinha prevalecieron previo, durante y al final del partido.

Los colombianos, en su mayoría con camisetas rojas, y a pesar de estar en un número marcadamente menor respeto a sus oponentes, no dejaron de entonar cánticos de apoyo a su selección y de demostrar su euforia por el equipo del técnico argentino José Pékerman. Se valía creer que un milagro era posible.

Previo al juego y todavía optimistas por las posibilidades, las esperanzas sonaban como si la victoria se tratara de algo que eventualmente ocurriría, y con ello, un paso firme para hacer historia.

“No tenemos nada que perder. Ya el equipo cumplió la mejor campaña en su historia. Pero se puede ganar y tenemos con que hacerlo. Brasil está muy presionado y a eso le podemos sacar ventaja”, mencionaba el médico Francisco Taborda, un colombiano que viajó desde Canadá para ver el partido en compañía de su esposa, una mujer anglosajona que encontró divertido el ambiente que por estos días invade Brasil.

A diferencia de otros encuentros, donde hay mal ambiente o tensión entre los dos sectores de fanáticos, la hermandad prevaleció entre colombianos y brasileños.

“Esto es un deporte. Con los colombianos siempre tendremos lazos muy fuertes de amistad. No importa cuál sea el resultado del partido, las cosas no van a cambiar entre dos vecinos”, aseguraba la abogada brasileña Ludmila Souza.

A diferencia de hace un año, cuando en plena disputa de la Copa de las Confederaciones Fortaleza vivió un clima tenso por las manifestaciones violentas durante el torneo, la fiesta futbolera se impuso en las calles aledañas al estadio.

La vendedora ambulante de cerveza Rosa Soares señaló al respeto que “hace un año, había tensión y muchos dejaron de venir a vender aquí por miedo. Ahora con más partidos y turistas, aumentó la seguridad y las protestas ni se vieron aquí”. Y al final, para Brasil la sonrisa fue total.   

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