Deportes
Akhshtyr, pueblo sacrificado por la causa olímpica
Los trabajos para acondicionar sedes en Sochi los han dejado sin agua y carreteras
AKHSHTYR, RUSIA (06/FEB/2014).- Parece que los habitantes de Akhshtyr, cerca de
Sochi, en la ribera del río Mzymta, fueron sacrificados para la causa olímpica desde que, en 2008, los trabajos para acondicionar la sede de Krasnia Poliana privaran a la ciudad de agua y de carretera.
Situada cerca de las primeras cumbres del Cáucaso, Akhshtyr vio su vida revolucionada por la construcción de una vía férrea de 48 kilómetros y la autopista que une el centro olímpico de Sochi, en las orillas del Mar Negro, y las pistas de esquí.
"Las construcciones olímpicas dejaron a la población sin aprovisionamiento de agua durante cinco años y privó a sus habitantes de transporte público y otros servicios", asegura la ONG Human Rights Watch (HRW).
"Cuando empezaron las obras, llegaron los problemas con el agua, porque aunque nunca tuvimos agua corriente teníamos pozos", recuerda Grigori, uno de los 150 habitantes de la población de casas rudimentarias. "Cuando llegaron los grandes camiones de carga, destrozaron las fuentes de agua subterránea", continúa.
"Antes teníamos agua clara y buena", se resigna Grigori mirando el agua sucia que emana ahora de su pozo.
En 2010, tras dos años de aprovisionamiento irregular con camiones cisterna, se puso en marcha una estación de bombeo y al evento asistieron numerosas personalidades locales. Solo funcionó el día de la inauguración.
Después, los camiones volvieron a llegar, pero según HRW, la cantidad es insuficiente para cubrir las necesidades básicas de los 52 hogares de Akhshtyr.
Antes de las obras, el huerto de Alexandre Koropov producía cuatro toneladas de kakis y dos toneladas de kiwis en las orillas del Mzymta.
"Me ganaba la vida vendiendo mi fruta. Pero con el inicio de las obras para los Juegos Olímpicos, mi terreno fue declarado Parque Nacional y ya no soy el propietario", se queja.
"Estoy desesperado, tengo 53 años y no sé qué me va a pasar, no soy joven y no se como me voy a ganar la vida", continua el agricultor. "Mi único sustento es el dinero que me dan mis hijos", asegura Koropov.
Le quedan algunos árboles, pero la cercanía de las obras arruina la fruta. Los kiwis, sucios y pequeños, son invendibles.
Koropov no cuenta ya ni con una indemnización. El mismo escribió al presidente ruso Vladimir Putin en 2010, pero no recibió respuesta.
Solo dos de cada ocho familias fueron indemnizadas y su última esperanza es que la nueva vía férrea y la autopista bordeen su antiguo vergel.
Dicha autopista no comunica con Akhshtyr, como en principio estaba previsto. Peor, cortó la vieja carretera y dejó los habitantes del pueblo sin transporte público y mientras que un túnel permite a los lugareños pasar por debajo del tren, no hay nada previsto para cruzar la nueva calzada.
Si uno tiene coche, debe viajar una hora para llegar a Sochi y pasando por la montaña.
"Ahora soy un sin techo olímpico", continua Koropov. "Espero que Putin vea este reportaje y comprenda a qué tipo de funcionarios puso al cargo del proyecto", concluye el agricultor.
Situada cerca de las primeras cumbres del Cáucaso, Akhshtyr vio su vida revolucionada por la construcción de una vía férrea de 48 kilómetros y la autopista que une el centro olímpico de Sochi, en las orillas del Mar Negro, y las pistas de esquí.
"Las construcciones olímpicas dejaron a la población sin aprovisionamiento de agua durante cinco años y privó a sus habitantes de transporte público y otros servicios", asegura la ONG Human Rights Watch (HRW).
"Cuando empezaron las obras, llegaron los problemas con el agua, porque aunque nunca tuvimos agua corriente teníamos pozos", recuerda Grigori, uno de los 150 habitantes de la población de casas rudimentarias. "Cuando llegaron los grandes camiones de carga, destrozaron las fuentes de agua subterránea", continúa.
"Antes teníamos agua clara y buena", se resigna Grigori mirando el agua sucia que emana ahora de su pozo.
En 2010, tras dos años de aprovisionamiento irregular con camiones cisterna, se puso en marcha una estación de bombeo y al evento asistieron numerosas personalidades locales. Solo funcionó el día de la inauguración.
Después, los camiones volvieron a llegar, pero según HRW, la cantidad es insuficiente para cubrir las necesidades básicas de los 52 hogares de Akhshtyr.
Antes de las obras, el huerto de Alexandre Koropov producía cuatro toneladas de kakis y dos toneladas de kiwis en las orillas del Mzymta.
"Me ganaba la vida vendiendo mi fruta. Pero con el inicio de las obras para los Juegos Olímpicos, mi terreno fue declarado Parque Nacional y ya no soy el propietario", se queja.
"Estoy desesperado, tengo 53 años y no sé qué me va a pasar, no soy joven y no se como me voy a ganar la vida", continua el agricultor. "Mi único sustento es el dinero que me dan mis hijos", asegura Koropov.
Le quedan algunos árboles, pero la cercanía de las obras arruina la fruta. Los kiwis, sucios y pequeños, son invendibles.
Koropov no cuenta ya ni con una indemnización. El mismo escribió al presidente ruso Vladimir Putin en 2010, pero no recibió respuesta.
Solo dos de cada ocho familias fueron indemnizadas y su última esperanza es que la nueva vía férrea y la autopista bordeen su antiguo vergel.
Dicha autopista no comunica con Akhshtyr, como en principio estaba previsto. Peor, cortó la vieja carretera y dejó los habitantes del pueblo sin transporte público y mientras que un túnel permite a los lugareños pasar por debajo del tren, no hay nada previsto para cruzar la nueva calzada.
Si uno tiene coche, debe viajar una hora para llegar a Sochi y pasando por la montaña.
"Ahora soy un sin techo olímpico", continua Koropov. "Espero que Putin vea este reportaje y comprenda a qué tipo de funcionarios puso al cargo del proyecto", concluye el agricultor.