Deportes
* Virtudes
A propósito por Jaime García Elías
Porque las secuelas verbales del sismo que fue el triunfo del Guadalajara sobre el América en el “Clásico” dominical en el Estadio Jalisco aún no se diluyen, es de elemental justicia abonar a favor de Paco Ramírez, flamante timonel de las “Chivas”, la correspondiente estrellita en la frente, por tres virtudes de las que hizo gala: valentía, sensatez... y suerte.
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Paco, de entrada, en efecto, fue valiente... Una cosa fue el cese intempestivo de Omar Arellano padre como timonel: algo que encaja en la peculiar lógica de los dueños del juguete rojiblanco, más dados a actuar al impulso del capricho que de la reflexión; otra muy diferente, que no aparecieran, de inmediato, los “tiradores” para ocupar el cargo. Se explica, por tanto, que por su añeja vinculación con los colores, en cuanto explotó la “bomba” que fue la destitución de Omar, comenzaran a barajarse los nombres de Salvador Reyes hijo y de Fernando Quirarte, principalmente.
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La decisión de los dueños de la pelota a favor de Paco Ramírez, fue, si cabe, más sorpresiva que la caída de Omar. Primero, porque el nuevo técnico carecía, en absoluto, de blasones: nunca había dirigido un equipo profesional.
Y segundo, porque no es alguien “de la casa”.
Paco fue valiente, pues, porque accedió a la invitación, que seguramente le fue hecha “a boca de jarro”, de hacer malabarismos con un chayote caliente: un equipo tambaleante, en uno de los partidos más exigentes del calendario: ¡el “Clásico”, nada menos...!
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Paco fue sensato porque, a diferencia de Efraín Flores y del propio Omar, puso en la cancha un equipo que mostró orden (algo previsible, porque los cambios en el cuadro que venía alineando regularmente fueron mínimos, y porque los jugadores tienen mucho tiempo de conocerse)... pero también un plan de juego acorde al adversario y a las circunstancias que se presentaron sobre la marcha del partido. Hizo un cambio (el de Mejía) por necesidad (la lesión de Magallón)..., y dos, muy criteriosos, por conveniencia. Las consecuencias llegaron como por inercia: los rayados acrecentaron su dominio sobre el rival, hicieron el gol y manejaron el resto del juego con mucho oficio.
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Paco, en conclusión, fue afortunado. No porque haya llegado al Guadalajara con una pata de conejo en una bolsa y un trébol de cuatro hojas en la otra, sino porque la fortuna suele acompañar a quienes saben ser, como él, valientes y sensatos.
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Paco, de entrada, en efecto, fue valiente... Una cosa fue el cese intempestivo de Omar Arellano padre como timonel: algo que encaja en la peculiar lógica de los dueños del juguete rojiblanco, más dados a actuar al impulso del capricho que de la reflexión; otra muy diferente, que no aparecieran, de inmediato, los “tiradores” para ocupar el cargo. Se explica, por tanto, que por su añeja vinculación con los colores, en cuanto explotó la “bomba” que fue la destitución de Omar, comenzaran a barajarse los nombres de Salvador Reyes hijo y de Fernando Quirarte, principalmente.
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La decisión de los dueños de la pelota a favor de Paco Ramírez, fue, si cabe, más sorpresiva que la caída de Omar. Primero, porque el nuevo técnico carecía, en absoluto, de blasones: nunca había dirigido un equipo profesional.
Y segundo, porque no es alguien “de la casa”.
Paco fue valiente, pues, porque accedió a la invitación, que seguramente le fue hecha “a boca de jarro”, de hacer malabarismos con un chayote caliente: un equipo tambaleante, en uno de los partidos más exigentes del calendario: ¡el “Clásico”, nada menos...!
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Paco fue sensato porque, a diferencia de Efraín Flores y del propio Omar, puso en la cancha un equipo que mostró orden (algo previsible, porque los cambios en el cuadro que venía alineando regularmente fueron mínimos, y porque los jugadores tienen mucho tiempo de conocerse)... pero también un plan de juego acorde al adversario y a las circunstancias que se presentaron sobre la marcha del partido. Hizo un cambio (el de Mejía) por necesidad (la lesión de Magallón)..., y dos, muy criteriosos, por conveniencia. Las consecuencias llegaron como por inercia: los rayados acrecentaron su dominio sobre el rival, hicieron el gol y manejaron el resto del juego con mucho oficio.
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Paco, en conclusión, fue afortunado. No porque haya llegado al Guadalajara con una pata de conejo en una bolsa y un trébol de cuatro hojas en la otra, sino porque la fortuna suele acompañar a quienes saben ser, como él, valientes y sensatos.