Deportes
* Vagabundos
A propósito por Jaime García Elías
Sería una plausible manifestación de ingenio si no fuera, en realidad, una manifestación despreciable de cinismo.
Mire usted...
*
Entrevistado por un diario de su país de origen, Sebastián González “Chamagol”, futbolista (interprétese esto último como licencia poética) chileno, avecindado en México desde hace varios años, se dice “decepcionado de cómo se maneja el futbol en México”. Ya encarrerado, atribuye a esos “manejos decepcionantes”, de los que no da detalles, su inestabilidad profesional; su incapacidad para echar raíces; su incompetencia para dejar huella; su facilidad para convertirse en coleccionista de camisetas --dicho en sentido peyorativo--, en proporción directa con su imposibilidad de identificarse como símbolo de ningún equipo.
La frase de la entrevista que parece más ingeniosa, es esta: “Fácilmente podría dedicarme a ser guía de turistas”... Alude, obviamente, a las continuas mudanzas que ha tenido que realizar, puesto que en las últimas temporadas ha emigrado sucesivamente de la ciudad de México a Monterrey, y de ahí a Guadalajara y después a León, a medida que ha saltado, como el chapulín colorado del que se declara admirador, del Atlante a los “Tigres”, y luego a los “Tecos” y finalmente al León.
*
Más allá de su incapacidad para hacer huesos viejos en ningún equipo, “Chamagol”, evidentemente, va en picada como futbolista. Si con el Atlante, en sus primeras campañas, justificaba con goles --la moneda más estimable en el mercado del futbol-- su presencia en México, su condición de vagabundo (expresión que los aficionados italianos dedican, a gritos, desde las tribunas, a los vividores del futbol) explica y determina de manera inequívoca su inestabilidad.
Su gracejada de que “podría dedicarse a guía de turistas”, podrían firmarla, también, “futbolistas” --así, con comillas-- como Robert de Pinho, Walter Gaytán y cuando menos media docena más, mexicanos y extranjeros, que siguen engatusando dirigentes y viviendo del cuento, para decirlo en mexicano.
*
La expresión es cínica. Sin perjuicio de que las peculiaridades de la profesión determinen que ocasionalmente los futbolistas deban emigrar a donde lo decidan las condiciones del mercado --algo que de ninguna manera los asimila con los esclavos, como ocasionalmente se afirma--, lo cierto es que un jugador honesto, capaz de justificarse cada semana con esfuerzo y productividad, consigue eso que el “Chamagol” dice añorar: estabilidad profesional...
(Y también otra cosa que no dice, quizá porque no la conoce ni por el forro: respetabilidad).
Mire usted...
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Entrevistado por un diario de su país de origen, Sebastián González “Chamagol”, futbolista (interprétese esto último como licencia poética) chileno, avecindado en México desde hace varios años, se dice “decepcionado de cómo se maneja el futbol en México”. Ya encarrerado, atribuye a esos “manejos decepcionantes”, de los que no da detalles, su inestabilidad profesional; su incapacidad para echar raíces; su incompetencia para dejar huella; su facilidad para convertirse en coleccionista de camisetas --dicho en sentido peyorativo--, en proporción directa con su imposibilidad de identificarse como símbolo de ningún equipo.
La frase de la entrevista que parece más ingeniosa, es esta: “Fácilmente podría dedicarme a ser guía de turistas”... Alude, obviamente, a las continuas mudanzas que ha tenido que realizar, puesto que en las últimas temporadas ha emigrado sucesivamente de la ciudad de México a Monterrey, y de ahí a Guadalajara y después a León, a medida que ha saltado, como el chapulín colorado del que se declara admirador, del Atlante a los “Tigres”, y luego a los “Tecos” y finalmente al León.
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Más allá de su incapacidad para hacer huesos viejos en ningún equipo, “Chamagol”, evidentemente, va en picada como futbolista. Si con el Atlante, en sus primeras campañas, justificaba con goles --la moneda más estimable en el mercado del futbol-- su presencia en México, su condición de vagabundo (expresión que los aficionados italianos dedican, a gritos, desde las tribunas, a los vividores del futbol) explica y determina de manera inequívoca su inestabilidad.
Su gracejada de que “podría dedicarse a guía de turistas”, podrían firmarla, también, “futbolistas” --así, con comillas-- como Robert de Pinho, Walter Gaytán y cuando menos media docena más, mexicanos y extranjeros, que siguen engatusando dirigentes y viviendo del cuento, para decirlo en mexicano.
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La expresión es cínica. Sin perjuicio de que las peculiaridades de la profesión determinen que ocasionalmente los futbolistas deban emigrar a donde lo decidan las condiciones del mercado --algo que de ninguna manera los asimila con los esclavos, como ocasionalmente se afirma--, lo cierto es que un jugador honesto, capaz de justificarse cada semana con esfuerzo y productividad, consigue eso que el “Chamagol” dice añorar: estabilidad profesional...
(Y también otra cosa que no dice, quizá porque no la conoce ni por el forro: respetabilidad).