Deportes

* Raya en el agua

A propósito por Jaime García Elías

...Y, al final de cuentas, nada para nadie.

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Nada para España; ni a favor ni en contra: ni siquiera la muy relativa y muy discutible afrenta --caso de haberse consumado-- de que una selección de tercer rango, como la mexicana, le abollara la corona conquistada a toda ley, exactamente un mes antes, en el Mundial de Sudáfrica.

Nada para México. Haber tenido en la lona, durante 75 minutos, al campeón del mundo, le permitió soñar: si no en que en todo el planeta se dijera que los tricolores hicieron la hombrada de vencer a los españoles --algo que en el reciente Mundial, por cierto, sólo logró otra escuadra carente de “pedigrée”: Suiza--, sí, al menos, que el incipiente proceso de cara al Mundial del 2014, comenzó con el pie derecho.

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Nada, en fin, para el público. Los aficionados que llenaron el Estadio Azteca para un encuentro intrascendente, que como espectáculo resultó más insípido que una jícama sin sal, ya podrán contarle a sus nietos que vieron a los españoles, campeones del Mundial de Sudáfrica, estrenar las camisetas con la correspondiente estrella en el pecho... y que vieron al “Chicharito” Hernández (especialmente si Javier cuaja en el atacante de talla internacional que aún en los albores de su carrera promete ser) anotar, nada menos que ante los campeones mundiales, un gol que fue casi una copia al carbón del que anotó en la Copa del Mundo frente a la Francia más gris de las últimas décadas.

Del resto, el partido de ayer --si se le puede llamar partido-- no dejó nada. Ni en la memoria... ni, mucho menos, en la historia.

Fue un buen ejemplo de por qué en Francia llaman “nul” (nulo) a los empates.

Fue una raya en el agua... y gracias.

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Por la noche, el Guadalajara hizo soñar a sus legiones de simpatizantes al adelantarse al Internacional de Porto Alegre, como local, mediante un gran gol de cabeza del “Bofo” Bautista, en la primera de las dos batallas decisivas de la guerra por la Copa Libertadores.

A la postre, tanto el Inter como la lógica salieron por sus fueros. Los gaúchos mataron a las “Chivas” con el mismo argumento de los goles de cabeza para ponerse a un paso del título, y condenar al Guadalajara a la remota, ilusoria, indecisa esperanza de un milagro.

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