Deportes
* Pretextos
A propósito Por JAIME GARCÍA ELÍAS
Dicen por ahí que “desde que se inventaron los pretextos...”, etc.
*
El más socorrido para tratar de justificar la dolorosa derrota del Guadalajara ante el Monterrey, es el de siempre: “El árbitro...”.
Para los más furibundos seguidores del “Rebaño Sagrado”, la explicación de la debacle no pasa tanto por el gran partido que jugó Luis Pérez, ni por la repentina reconciliación de Jared Borgetti con el gol (“No más tres tiros les dio”, como un tal Hipólito a Rosita Alvírez...), ni por el manejo de partido de Ricardo La Volpe, cuanto por el silbante Francisco Chacón.
*
A Chacón se le endosa, íntegra, la factura de los platos rotos. Ante todo, por la expulsión de Ramón Morales... “¿Cómo le saca la tarjeta roja si no lo había amonestado previamente?”, inquirían algunos. Ignoraban, quizá, que, en caso de faltas violentas, la tarjeta amarilla no es requisito previo... “¿Por qué no consideró sus antecedentes —reclamaban otros— para entender que el puntapié de Morales al rostro de Pérez no fue deliberado?”. Desconocían, tal vez, que la Regla XII, en el inciso “a”, tipifica entre las faltas e incorrecciones, “Dar —como sucedió, literalmente— o intentar dar una patada a un adversario”, y que el inciso “n” establece que “Un jugador será expulsado del terreno de juego (...) si, según la opinión del árbitro (no la de los comentaristas, por doctos que sean, ni la de los aficionados, por sensatos que puedan ser), se muestra culpable de conducta violenta o de brutalidad”. El reglamento no contempla excepciones a favor de jugadores, como Ramón, que han sido, a lo largo de su carrera, modelos de corrección, ni salvedades aplicables cuando objetivamente pueda demostrarse que no tuvieron intención de hacer lo que evidentemente hicieron.
También se le culpa por el penalty “inexistente” —“injustificado, en todo caso— que permitió al Monterrey dar la vuelta a la tortilla. Se soslaya que la misma regla señala que “Si un jugador del equipo defensor comete intencionalmente —a juicio del silbante, subrayémoslo; no por mayoría de votos, ni ‘si su director técnico o el presidente del club están de acuerdo’— dentro del área penal una de las nueve faltas” previstas por la misma regla, “será castigado con un penal”.
*
Colofón: a las “Chivas” sólo les queda, más allá de los desahogos verbales, un recurso: seguir el ejemplo del América ante el Flamengo...
*
El más socorrido para tratar de justificar la dolorosa derrota del Guadalajara ante el Monterrey, es el de siempre: “El árbitro...”.
Para los más furibundos seguidores del “Rebaño Sagrado”, la explicación de la debacle no pasa tanto por el gran partido que jugó Luis Pérez, ni por la repentina reconciliación de Jared Borgetti con el gol (“No más tres tiros les dio”, como un tal Hipólito a Rosita Alvírez...), ni por el manejo de partido de Ricardo La Volpe, cuanto por el silbante Francisco Chacón.
*
A Chacón se le endosa, íntegra, la factura de los platos rotos. Ante todo, por la expulsión de Ramón Morales... “¿Cómo le saca la tarjeta roja si no lo había amonestado previamente?”, inquirían algunos. Ignoraban, quizá, que, en caso de faltas violentas, la tarjeta amarilla no es requisito previo... “¿Por qué no consideró sus antecedentes —reclamaban otros— para entender que el puntapié de Morales al rostro de Pérez no fue deliberado?”. Desconocían, tal vez, que la Regla XII, en el inciso “a”, tipifica entre las faltas e incorrecciones, “Dar —como sucedió, literalmente— o intentar dar una patada a un adversario”, y que el inciso “n” establece que “Un jugador será expulsado del terreno de juego (...) si, según la opinión del árbitro (no la de los comentaristas, por doctos que sean, ni la de los aficionados, por sensatos que puedan ser), se muestra culpable de conducta violenta o de brutalidad”. El reglamento no contempla excepciones a favor de jugadores, como Ramón, que han sido, a lo largo de su carrera, modelos de corrección, ni salvedades aplicables cuando objetivamente pueda demostrarse que no tuvieron intención de hacer lo que evidentemente hicieron.
También se le culpa por el penalty “inexistente” —“injustificado, en todo caso— que permitió al Monterrey dar la vuelta a la tortilla. Se soslaya que la misma regla señala que “Si un jugador del equipo defensor comete intencionalmente —a juicio del silbante, subrayémoslo; no por mayoría de votos, ni ‘si su director técnico o el presidente del club están de acuerdo’— dentro del área penal una de las nueve faltas” previstas por la misma regla, “será castigado con un penal”.
*
Colofón: a las “Chivas” sólo les queda, más allá de los desahogos verbales, un recurso: seguir el ejemplo del América ante el Flamengo...