Deportes

* Petatazo

A Propósito, por Jaime García Elías

Hay consenso en el diagnóstico: el Atlas es ocasional ganador de batallas... y sistemático perdedor de guerras.

A cambio de episodios como el triunfo del domingo pasado en el “Clásico” ante el Guadalajara --estrujantes pero esporádicos, intermitentes--, su tónica histórica sigue siendo la de un equipo cuyas conquistas no están, ni con mucho, a la altura del nada despreciable fenómeno social que suscita a nivel local.

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Como quiera que sea, la popularidad que tiene el Atlas a nivel casero ha generado, en las últimas semanas, un fenómeno muy significativo: el interés de un empresario, Juan José Frangie, por asociarse con los socios accionistas del club, para tratar de convertir, primero, a una institución que históricamente ha tenido muchos más años de Vacas Flacas que de Vacas Gordas en una empresa rentable, y, posteriormente, a un “extra” sempiterno en auténtico protagonista de los campeonatos nacionales.

La asociación, caso de consumarse, sería una variante de las participaciones que tuvieron Salvador Martínez Garza o Jorge Vergara en el historial reciente del Club Guadalajara. El primero al alquilar la franquicia durante diez años, y el segundo al adquirir las acciones y convertir a la antigua Asociación Civil en Sociedad Anónima, apostaron --con resultados muy diversos-- a lo mismo que apuesta Frangie con el Atlas: a las perspectivas comerciales de la marca; a su incuestionable potencial económico.

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Varios antiguos dirigentes del Club Guadalajara lo reconocieron cuando se consumó la venta de sus acciones: ellos no tuvieron visión empresarial necesaria para hacer de las marcas “Guadalajara” y “Chivas” los negocios boyantes que podían ser y de hecho son actualmente.

Con el Atlas (guardadas todas las distancias, porque aunque en la ciudad tiene validez --al menos como licencia poética--, la aseveración de que la mitad menos uno de los tapatíos son rojinegros, a nivel nacional su popularidad no rivaliza, ni remotamente, con los equipos de más arrastre), sucede lo mismo: el nombre, los colores y el escudo, convertidos en marcas registradas y transformados en objetos comerciales, tienen un mercado potencial muy estimable.

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Prosperen o no las negociaciones con Frangie, es muy probable que los dirigentes del Atlas hayan encontrado, finalmente, el mapa del camino que puede sacar a la institución de sus penurias eternas y al equipo de su mediocridad crónica, más allá de episodios como el del domingo: espectaculares... pero fugaces como llamaradas de petate.

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