Deportes
* Paradojas
A propósito por Jaime García Elías
Esta mañana, a la hora en que el lector regala a su cuerpo y agasaja a su alma con uno de los grandes placeres que aún no han sido declarados “pecados capitales” —mezclar el primer café del día con la lectura del periódico—, ya sabrá si el Pachuca acertó a dar, o no, el paso que hasta ayer lo separaba de la final del “Campeonato Mundial de Clubes” que se celebra en Japón... Si lo logró, independientemente de lo que suceda en esa final tan “sui generis”, a la que se llega, literalmente, en tres patadas, ese simple hecho será motivo más que suficiente para echar a vuelo las campanas. (Las de la catedral de Pachuca, cuando menos).
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Si el portento se consuma, y especialmente si se da la hazaña adicional de que los “Tuzos” se lleven el gato al agua —algo improbable por la jerarquía del rival que enfrentaría en la instancia suprema (el vencedor del duelo entre Manchester United y Gamba Osaka)..., aunque no imposible—, habría que subrayar la paradoja de que un equipo que en la competencia local ni siquiera calificó para la “liguilla” que acaba de culminar, consiga resultados sobresalientes en el terreno internacional.
En efecto: sería el clásico “candil de la calle... y oscuridad de su casa”.
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Alcance o no la meta inmediata, ante un rival, la Liga Deportiva Universitaria de Quito, que podía decir, como los frailes franciscanos, que “a modestos nadie les gana”, hasta que ganaron, hace poco, la edición 2008 de la Copa Libertadores, el Pachuca es hermano carnal del Toluca, flamante campeón del Torneo de Apertura, por cuanto su accionar y su eficiencia dependen primordialmente del concurso de jugadores extranjeros.
En efecto: así como a los “Diablos Rojos” los hace fuertes la columna vertebral integrada por los argentinos Cristante y Romagnoli, el paraguayo Da Silva, el brasileño “Sinha” y el chileno Mancilla, a los “Tuzos” los vuelven competitivos —como quedó sobradamente demostrado cuando ganaron la edición 2007 de la Copa Sudamericana—, si atraviesan por una buena fase, los integrantes de su legión extranjera: Calero, Mansur, Giménez, Marioni y Álvarez.
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Lo curioso es que festejemos, como propios, los éxitos que se alcanzan merced a la contribución de los jugadores importados... y después deploremos, como si no fueran absolutamente lógicas, las penurias de la Selección Mexicana en las eliminatorias mundialistas.
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Si el portento se consuma, y especialmente si se da la hazaña adicional de que los “Tuzos” se lleven el gato al agua —algo improbable por la jerarquía del rival que enfrentaría en la instancia suprema (el vencedor del duelo entre Manchester United y Gamba Osaka)..., aunque no imposible—, habría que subrayar la paradoja de que un equipo que en la competencia local ni siquiera calificó para la “liguilla” que acaba de culminar, consiga resultados sobresalientes en el terreno internacional.
En efecto: sería el clásico “candil de la calle... y oscuridad de su casa”.
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Alcance o no la meta inmediata, ante un rival, la Liga Deportiva Universitaria de Quito, que podía decir, como los frailes franciscanos, que “a modestos nadie les gana”, hasta que ganaron, hace poco, la edición 2008 de la Copa Libertadores, el Pachuca es hermano carnal del Toluca, flamante campeón del Torneo de Apertura, por cuanto su accionar y su eficiencia dependen primordialmente del concurso de jugadores extranjeros.
En efecto: así como a los “Diablos Rojos” los hace fuertes la columna vertebral integrada por los argentinos Cristante y Romagnoli, el paraguayo Da Silva, el brasileño “Sinha” y el chileno Mancilla, a los “Tuzos” los vuelven competitivos —como quedó sobradamente demostrado cuando ganaron la edición 2007 de la Copa Sudamericana—, si atraviesan por una buena fase, los integrantes de su legión extranjera: Calero, Mansur, Giménez, Marioni y Álvarez.
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Lo curioso es que festejemos, como propios, los éxitos que se alcanzan merced a la contribución de los jugadores importados... y después deploremos, como si no fueran absolutamente lógicas, las penurias de la Selección Mexicana en las eliminatorias mundialistas.