Deportes

* “Para variar...”

A propósito por Jaime García Elías

La nota, porque siete victorias al hilo hacen historia, corrió —“para variar...”— por cuenta del Guadalajara.

El desenlace de la película continúa en el ámbito del enigma. Por una parte, la fase clasificatoria del Torneo Bicentenario no va ni a la mitad del camino. Por otra, ni siquiera en el caso de que las “Chivas” continuaran hasta la “liguilla” en el plan demoledor, incontenible que llevan hasta ahora, nadie, de conformidad con los antecedentes, puede garantizarles que no aparezca, ya en la etapa de las definiciones, el valiente que les marque el alto.

*

Por lo pronto, el Puebla, el sábado, con todo y que se agregó a la lista —que se está volviendo demasiado larga— de sus víctimas, aportó algunos indicios de que el Guadalajara no es tan invencible como parece...

Ordenado, combativo, sin complejos, el equipo de la franja quiso aplicar el antídoto al veneno que los rayados de José Luis Real han utilizado sistemáticamente: intentó jugar en el campo del adversario. Sin embargo, los pocos yerros que cometió en el afán de mantener al Guadalajara con las espaldas pegadas a las cuerdas, los pagó al altísimo precio de sendos goles: los lances que rubricaron Bautista, con el 1-0, y Báez, con el 2-0, fueron típicos contragolpes: ¡exactamente lo que el rival pretendió —sin fortuna— malograr...!

*

El Atlas, mientras tanto, pagó, al alto precio de la derrota en San Luis, tributo a los errores...

Primero, los de Jorge Eduardo Gasso, que así como permitió que el gol rojinegro naciera de una omisión suya —falta de Fuentes, impune, a un paso del área atlista—, compensó al expulsar injustamente a Pacheco, sacándole una segunda tarjeta amarilla por una supuesta simulación de una falta que el silbante no supo ver.

El resto ya corrió por cuenta de Mariano Damián Barbosa. Con pifias garrafales como las que entregaron, envueltos para regalo, los goles primero y tercero del San Luis, el arquero rojinegro insiste en dar la razón a quienes sostienen que carece de la calidad necesaria para justificar su importación al futbol mexicano; insiste, con su desempeño, en demostrar que no les llega ni a los talones a la mayoría de los muchos excelentes arqueros argentinos que han venido a México (Heredia, Festa, Marín, Zelada, Ferrero, Cristante, Vilar...); e insiste, en fin, en erigirse reiterativamente en el talón de Aquiles de su equipo.

Temas

Sigue navegando