Deportes
* Otro sacrificado
A Propósito por Jaime García Elías
Una vez que el mutis de Víctor Manuel Vucetich --por respetabilísimas “razones familiares”- - dejó libre el camino para que Chepo de la Torre se convierta primero en “el hombre del destino” y posteriormente (como un milagro no suceda) en el palo de gallinero del futbol mexicano, la nota del día, por relativamente sorpresiva, pasó a ser la decisión de los dirigentes del Atlas, de volver a cambiar de cabalgadura a la mitad del río.
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La derrota del sábado pasado ante Estudiantes Tecos fue la gota que derramó, una vez más, el vaso de la paciencia de los jerarcas rojinegros. Aunque todavía faltan cinco partidos de la recta final del Torneo de Apertura y 17 del próximo de Clausura, y aunque hay otros equipos seriamente amenazados por el fantasma del descenso, José Luis Mata se convirtió en el segundo cristiano ejecutado --simbólicamente-- en la piedra de los sacrificios.
Así, el técnico que había realizado una campaña promisoria en las fuerzas básicas, y que por su lealtad a la institución fue improvisado como timonel del primer equipo cuando se resolvió, en primera instancia, endosar a Carlos Ischia la factura de los platos rotos, ahora paga, al precio del desempleo, el pecado de no haber hecho, él solito, el milagro que se le solicitaba.
El turno --“estaba escrito...”-- es para Benjamín Galindo: no necesariamente porque los dirigentes del Atlas lo consideren el hombre idóneo para el cargo. Es para el “Maestro” la llamada del destino, simplemente porque, como dijera el clásico, “no hay más cera que la que arde”.
*
Galindo tiene más oficio que Mata. Sin embargo, el problema del Atlas no está en la banca: está en la cancha; es ahí donde resplandecen sus carencias; es ahí donde se advierte que el cuadro bajo adolece del liderazgo que pudiera aportar un arquero o un defensa central verdaderamente solventes. Con Mata, el equipo subsanó esas carencias --con sus “asegunes”...-- agrupándose con cierto orden. Mata, empero, no podía hacer gran cosa para disimular las limitaciones del equipo en el otro departamento...
Si para defenderse basta, muchas veces, con amontonarse cerca del arco propio, para generar oportunidades de gol --¡y, sobre todo, para concretarlas!-- no basta con amontonarse, cuando buenamente se puede, cerca del marco rival.
Para decirlo pronto: con el plantel actual del Atlas, ni la cápsula de los mineros chilenos lo sacaría del hoyo.
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La derrota del sábado pasado ante Estudiantes Tecos fue la gota que derramó, una vez más, el vaso de la paciencia de los jerarcas rojinegros. Aunque todavía faltan cinco partidos de la recta final del Torneo de Apertura y 17 del próximo de Clausura, y aunque hay otros equipos seriamente amenazados por el fantasma del descenso, José Luis Mata se convirtió en el segundo cristiano ejecutado --simbólicamente-- en la piedra de los sacrificios.
Así, el técnico que había realizado una campaña promisoria en las fuerzas básicas, y que por su lealtad a la institución fue improvisado como timonel del primer equipo cuando se resolvió, en primera instancia, endosar a Carlos Ischia la factura de los platos rotos, ahora paga, al precio del desempleo, el pecado de no haber hecho, él solito, el milagro que se le solicitaba.
El turno --“estaba escrito...”-- es para Benjamín Galindo: no necesariamente porque los dirigentes del Atlas lo consideren el hombre idóneo para el cargo. Es para el “Maestro” la llamada del destino, simplemente porque, como dijera el clásico, “no hay más cera que la que arde”.
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Galindo tiene más oficio que Mata. Sin embargo, el problema del Atlas no está en la banca: está en la cancha; es ahí donde resplandecen sus carencias; es ahí donde se advierte que el cuadro bajo adolece del liderazgo que pudiera aportar un arquero o un defensa central verdaderamente solventes. Con Mata, el equipo subsanó esas carencias --con sus “asegunes”...-- agrupándose con cierto orden. Mata, empero, no podía hacer gran cosa para disimular las limitaciones del equipo en el otro departamento...
Si para defenderse basta, muchas veces, con amontonarse cerca del arco propio, para generar oportunidades de gol --¡y, sobre todo, para concretarlas!-- no basta con amontonarse, cuando buenamente se puede, cerca del marco rival.
Para decirlo pronto: con el plantel actual del Atlas, ni la cápsula de los mineros chilenos lo sacaría del hoyo.