Deportes
* Omar... y Omar
A propósito por Jaime García Elías
Son dos historias diferentes, enlazadas por varios hilos conductores...
Las semejanzas serían un nombre (Omar), una camiseta (la del Guadalajara con el número 9 en el dorsal) y la condición de centro delanteros del equipo más popular de México. Las diferencias serían los apellidos (Bravo y Arellano) y --salvo que el destino haga una de las suyas... o dos-- en que uno tiene más pasado que presente, y el otro más futuro que pasado.
*
Bravo, tras realizar la mayor parte de su carrera futbolística como miembro distinguido del “Rebaño Sagrado”, decidió, hace unos meses, quemar las naves y probar fortuna en Europa. Atraído por la posibilidad de alternar con Andrés Guardado, optó por el Deportivo La Coruña para materializar su sueño. La que fue tierra de promisión para su amigo y compañero de aventuras en la Selección Nacional, no lo fue para él. La vida --o el futbol, que para el caso es lo mismo-- le enseñó que Goethe tenía razón cuando afirmaba que “No todos los caminos están hechos para todos los caminantes”.
Aún no vencido, porque al abordar el avión que acaba de regresarlo a México se despidió con el desafiante “Volveremos” de McArthur, pero sí frustrado porque en el primer capítulo de su experiencia europea se quedó muy lejos de sus metas, Bravo vuelve al futbol mexicano con las manos vacías. Lo hace como el hombre de la esperanza de los “Tigres”. Si trae en las piernas --como esperan dirigentes y simpatizantes del equipo reynero... y como espera él mismo-- los goles que salven del naufragio a los universitarios, Omar, muy probablemente, tendrá su segunda oportunidad. Si no...
*
Arellano --el otro Omar--, mientras tanto, regresó el sábado a las canchas. Lo hizo al cabo de un receso, obligado por lesión, que sembró dudas en torno a que la avería no hubiera minado sus virtudes: la velocidad, la verticalidad, el oportunismo, la contundencia... Su desempeño ante el Pachuca, rubricado con dos goles, le dio protagonismo en la victoria que va siendo, con mucho, el resultado más espectacular que el Guadalajara ha conseguido en el actual Torneo de Clausura.
A sabiendas de que sería un tanto prematuro cantar victoria, las dos historias que están en vías de escribir Omar y Omar, podrían sintetizarse en las coplas de Antonio Machado: “Caminante, no hay camino: se hace camino al andar”.
Las semejanzas serían un nombre (Omar), una camiseta (la del Guadalajara con el número 9 en el dorsal) y la condición de centro delanteros del equipo más popular de México. Las diferencias serían los apellidos (Bravo y Arellano) y --salvo que el destino haga una de las suyas... o dos-- en que uno tiene más pasado que presente, y el otro más futuro que pasado.
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Bravo, tras realizar la mayor parte de su carrera futbolística como miembro distinguido del “Rebaño Sagrado”, decidió, hace unos meses, quemar las naves y probar fortuna en Europa. Atraído por la posibilidad de alternar con Andrés Guardado, optó por el Deportivo La Coruña para materializar su sueño. La que fue tierra de promisión para su amigo y compañero de aventuras en la Selección Nacional, no lo fue para él. La vida --o el futbol, que para el caso es lo mismo-- le enseñó que Goethe tenía razón cuando afirmaba que “No todos los caminos están hechos para todos los caminantes”.
Aún no vencido, porque al abordar el avión que acaba de regresarlo a México se despidió con el desafiante “Volveremos” de McArthur, pero sí frustrado porque en el primer capítulo de su experiencia europea se quedó muy lejos de sus metas, Bravo vuelve al futbol mexicano con las manos vacías. Lo hace como el hombre de la esperanza de los “Tigres”. Si trae en las piernas --como esperan dirigentes y simpatizantes del equipo reynero... y como espera él mismo-- los goles que salven del naufragio a los universitarios, Omar, muy probablemente, tendrá su segunda oportunidad. Si no...
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Arellano --el otro Omar--, mientras tanto, regresó el sábado a las canchas. Lo hizo al cabo de un receso, obligado por lesión, que sembró dudas en torno a que la avería no hubiera minado sus virtudes: la velocidad, la verticalidad, el oportunismo, la contundencia... Su desempeño ante el Pachuca, rubricado con dos goles, le dio protagonismo en la victoria que va siendo, con mucho, el resultado más espectacular que el Guadalajara ha conseguido en el actual Torneo de Clausura.
A sabiendas de que sería un tanto prematuro cantar victoria, las dos historias que están en vías de escribir Omar y Omar, podrían sintetizarse en las coplas de Antonio Machado: “Caminante, no hay camino: se hace camino al andar”.