Deportes
* Omar
A propósito Por JAIME GARCÍA ELÍAS
Reza el adagio que “nadie vende pan frío”...
Se comprenden, por lo tanto, los elogios que Javier Aguirre y Chepo de la Torre dedicaron a Omar Bravo al confirmarse lo que desde hace varios meses se veía venir: su decisión de cerrar su ciclo en el futbol mexicano y tratar de abrirse paso, primero, y de ganarse una plaza, después, en el futbol europeo.
Lo que ya no resulta tan lógico es que empiecen a hacerse pronósticos un tanto desorbitados acerca de la posibilidad de que el paso del ahora ex goleador del Guadalajara por la liga española, sea tan exitoso como lo fue, en la década de los ochentas, el de Hugo Sánchez por el Real Madrid.
*
Más allá del buen deseo de que a Bravo le soplen propicios los vientos, de que se adapte rápidamente, de que encaje en su nuevo equipo y de que su contribución para el repunte del Deportivo La Coruña sea significativo, conviene, con el ánimo de vacunarse contra los acostumbrados desencantos y decepciones, establecer algunas salvedades...
1.- Es probable que Hugo Sánchez se fuera a España —inicialmente al Atlético de Madrid— mejor equipado técnicamente que Omar. Hugo, en sus años de plenitud, era un jugador de área extremadamente intuitivo, ágil, espectacular y contundente.
2.- Hugo tuvo la ventaja de haber sido parte de una negociación entre el Real Madrid y la empresa televisora interesada en transmitir a México los partidos de los “Merengues”. La inversión del club en su carta fue relativamente baja.
3.- Antes de que Hugo llegara, la generación apodada “La quinta del Buitre” (por Butragueño) ya era sobresaliente. Hugo, de alguna manera, fue el catalizador: el hombre que aportó la presencia de área y, al final de cuentas, los goles que el equipo necesitaba para mantener viva, durante varias temporadas, la tradición de acaparar títulos.
4.- Además de sus dotes de rematador, Hugo cobraba penalties en un equipo que generaba una cantidad de oportunidades superior a la media para lograr goles por esa vía.
5.- Omar no llega a un equipo de élite, sino a uno que ordinariamente anda en las zonas media o baja de la tabla, y que a principios de la temporada anterior estuvo amenazado por el descenso.
*
Conclusión: desde aquí se cruzan los dedos para que el éxito acompañe a Bravo... pero ciertamente no será cuestión de “enchílame otra”.
Se comprenden, por lo tanto, los elogios que Javier Aguirre y Chepo de la Torre dedicaron a Omar Bravo al confirmarse lo que desde hace varios meses se veía venir: su decisión de cerrar su ciclo en el futbol mexicano y tratar de abrirse paso, primero, y de ganarse una plaza, después, en el futbol europeo.
Lo que ya no resulta tan lógico es que empiecen a hacerse pronósticos un tanto desorbitados acerca de la posibilidad de que el paso del ahora ex goleador del Guadalajara por la liga española, sea tan exitoso como lo fue, en la década de los ochentas, el de Hugo Sánchez por el Real Madrid.
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Más allá del buen deseo de que a Bravo le soplen propicios los vientos, de que se adapte rápidamente, de que encaje en su nuevo equipo y de que su contribución para el repunte del Deportivo La Coruña sea significativo, conviene, con el ánimo de vacunarse contra los acostumbrados desencantos y decepciones, establecer algunas salvedades...
1.- Es probable que Hugo Sánchez se fuera a España —inicialmente al Atlético de Madrid— mejor equipado técnicamente que Omar. Hugo, en sus años de plenitud, era un jugador de área extremadamente intuitivo, ágil, espectacular y contundente.
2.- Hugo tuvo la ventaja de haber sido parte de una negociación entre el Real Madrid y la empresa televisora interesada en transmitir a México los partidos de los “Merengues”. La inversión del club en su carta fue relativamente baja.
3.- Antes de que Hugo llegara, la generación apodada “La quinta del Buitre” (por Butragueño) ya era sobresaliente. Hugo, de alguna manera, fue el catalizador: el hombre que aportó la presencia de área y, al final de cuentas, los goles que el equipo necesitaba para mantener viva, durante varias temporadas, la tradición de acaparar títulos.
4.- Además de sus dotes de rematador, Hugo cobraba penalties en un equipo que generaba una cantidad de oportunidades superior a la media para lograr goles por esa vía.
5.- Omar no llega a un equipo de élite, sino a uno que ordinariamente anda en las zonas media o baja de la tabla, y que a principios de la temporada anterior estuvo amenazado por el descenso.
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Conclusión: desde aquí se cruzan los dedos para que el éxito acompañe a Bravo... pero ciertamente no será cuestión de “enchílame otra”.