Deportes

* Mourinho

A propósito por Jaime García Elías

Dice José Mourinho --el “pupilo” de Manuel Lapuente... aunque aquél, a lo mejor, ni siquiera hace en el mundo a su presunto maestro--, en alusión al empate sin goles del Real Madrid ante el modesto Mallorca, el domingo pasado, que “esto no es como empieza: es como termina”.

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El técnico portugués, al que se colocó la etiqueta de “el mejor entrenador del mundo” desde sus años en el Oporto, se le confirmó en los siguientes, cuando estuvo al frente del Chelsea, y se le ratificó posteriormente, en el Inter de Milán, tiene justa fama de arrogante. Es parte de su personalidad. Es parte del estilo que trata de proyectar a los jugadores de sus equipos...
Podría decirse que se trata de un enfermizo complejo de superioridad, si no estuvieran ahí los títulos para darle, a partir de realidades, de hechos objetivos e incontrovertibles, la razón.

Ese talante de Mourinho genera una especie de predisposición. Dificulta que se le escuche con atención. Invita a estar a la defensiva, como sus críticos, atentos a sus palabras --como un tenista que espera, en el fondo de la red, el saque de su adversario--, para revirarlas y transformar en ataque lo que inicialmente era actitud defensiva.

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Mourinho, a diferencia de algunos verborreicos técnicos que ejercen en México, no se significa por decir lo que piensa; sí, en cambio, por pensar lo que dice...

Ayer, por ejemplo, ante los comentarios un tanto desdeñosos de la crítica y ante los reproches de los aficionados que esperaban del debut del Real Madrid una actuación tan convincente y un triunfo tan rotundo como los del Barcelona --su rival por antonomasia en una Liga en que los dos clubes “galácticos” se disputan los roles protagónicos y dejan la morralla a los demás--, Mourinho pidió que se entendiera que él es entrenador; “no Harry Potter”.

(Y como dijo Harry Potter, pudo haber dicho Mandrake, David Copperfield... o hasta Beto el Boticario).
“Él (Potter) es mágico --agregó--, pero en la realidad no existe la magia. Lo mágico es ficción, y yo vivo del futbol, que es real”.

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El discurso de Mourinho, después del primer paso --errático, para sus críticos más furibundos-- con el Real Madrid, contrasta, como quiera, por conceptuoso, con los “rollos” de ciertos vendedores de versos malos envueltos en saliva endulzada que andan por ahí...

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