Deportes
* ¿Milagro...?
A propósito por Jaime García Elías
Quien vio los partidos Cruz Azul-Puerto Rico Islanders, el martes, en la capital, y Atlante-Santos Laguna, el miércoles, en Cancún , podría decir de ellos lo que decía Héctor Rial --antiguo compañero de Alfredo Di Stéfano en el Real Madrid de hace medio siglo, y más tarde, fugazmente en ambos casos, timonel del Guadalajara y del Atlas-- del futbol que se practicaba en Arabia, cuando los petrodólares hicieron posible la importación de nombres para el balompié, naciente, entonces, en ese país: “Duelen los ojos de ver jugar tan mal”.
Cruz Azul y Atlante, ya se sabe, en cuanto vencedores de esos partidos de media semana, alcanzaron --con mucha más pena que gloria, dicho sea de paso-- la calidad de finalistas de la Copa de Campeones de la Concacaf: un certamen que no tendría más importancia que un torneo relámpago de la Liga Sabatina, por ejemplo, si no fuera porque el campeón obtendrá, ipso facto, boleto para participar, a fines del año, en el Mundial de Clubes.
*
Sin perjuicio de que “Cementeros” o “Potros” acusen una metamorfosis espectacular --algo que, de ocurrir, demostraría que aún son posibles los milagros-- de aquí a entonces, es obvio que ninguno de los dos, en las condiciones actuales, tendría con qué aspirar a ser protagonista de un certamen que pretende reunir a los mejores equipos de club que existen en el planeta. Su marcha en el actual Torneo de Clausura, sin ir más lejos, los retrata de cuerpo entero con una sola palabra: mediocres.
*
¿Qué tendrían que hacer, normalmente, Atlante y Cruz Azul ante los rivales ingleses, italianos o españoles que pudieran atravesárseles en el camino?...
El Barcelona, por ejemplo, acaba de dar un “show” en la Copa de Europa, al aplastar al Bayern Munich --nada menos-- por un rotundo 4-0. Cuentan las crónicas de “la excelsa actuación del equipo azulgrana, sublime técnicamente, perseverante incluso cuando se daba por descontada la victoria”. Uno de los relatos incorpora una lograda metáfora para subrayar el contraste entre la exquisitez de los catalanes y la tosquedad de los germanos: “Los violinistas azulgranas dejaron sin sentido a los percusionistas del Bayern Munich”.
*
Replanteada, pues, la pregunta de “¿qué tendrían que hacer, normalmente, Atlante y Cruz Azul ante los rivales ingleses, italianos o españoles que pudieran atravesárseles en el camino?”, la respuesta es clara: o un milagro... o el ridículo.
Cruz Azul y Atlante, ya se sabe, en cuanto vencedores de esos partidos de media semana, alcanzaron --con mucha más pena que gloria, dicho sea de paso-- la calidad de finalistas de la Copa de Campeones de la Concacaf: un certamen que no tendría más importancia que un torneo relámpago de la Liga Sabatina, por ejemplo, si no fuera porque el campeón obtendrá, ipso facto, boleto para participar, a fines del año, en el Mundial de Clubes.
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Sin perjuicio de que “Cementeros” o “Potros” acusen una metamorfosis espectacular --algo que, de ocurrir, demostraría que aún son posibles los milagros-- de aquí a entonces, es obvio que ninguno de los dos, en las condiciones actuales, tendría con qué aspirar a ser protagonista de un certamen que pretende reunir a los mejores equipos de club que existen en el planeta. Su marcha en el actual Torneo de Clausura, sin ir más lejos, los retrata de cuerpo entero con una sola palabra: mediocres.
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¿Qué tendrían que hacer, normalmente, Atlante y Cruz Azul ante los rivales ingleses, italianos o españoles que pudieran atravesárseles en el camino?...
El Barcelona, por ejemplo, acaba de dar un “show” en la Copa de Europa, al aplastar al Bayern Munich --nada menos-- por un rotundo 4-0. Cuentan las crónicas de “la excelsa actuación del equipo azulgrana, sublime técnicamente, perseverante incluso cuando se daba por descontada la victoria”. Uno de los relatos incorpora una lograda metáfora para subrayar el contraste entre la exquisitez de los catalanes y la tosquedad de los germanos: “Los violinistas azulgranas dejaron sin sentido a los percusionistas del Bayern Munich”.
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Replanteada, pues, la pregunta de “¿qué tendrían que hacer, normalmente, Atlante y Cruz Azul ante los rivales ingleses, italianos o españoles que pudieran atravesárseles en el camino?”, la respuesta es clara: o un milagro... o el ridículo.