Deportes
* “Kikín”
A propósito, por Jaime García Elías
Es probable que una línea de la segunda lista de seleccionados, elaborada por Sven Goran Eriksson, levante más tolvaneras que las dos más llamativas de la inicial...
*
En efecto: con todo y que el patrioterismo a ultranza de muchos respetables miembros de la llamada “familia futbolera” generó las previsibles reacciones de rechazo a la inclusión de Leandro Augusto y Matías Vuoso a la Selección Nacional, la tolvanera se asentó con relativa rapidez...
Hubo consenso, al cabo, en que hay carencias en el medio, y en que el volante brasileño de los “Pumas” y el atacante argentino del Santos Laguna --naturalizados ambos, por lo que resultan perfectamente elegibles para el “Tri”-- tienen atributos futbolísticos que por ahora no abundan entre los jugadores nacidos en México. Se admitió, al parecer, que resulta obsoleto el criterio de renunciar a la opción que concede la FIFA, de echar mano de jugadores naturalizados, si otros países no tienen empacho en valerse de esa prerrogativa. Se aceptó el derecho que países como Brasil y Argentina tienen de renunciar a ese recurso, porque su historia es muy diferente a la de México: no sólo son autosuficientes, sino que encabezan la lista de países exportadores de talentos futbolísticos a todo el mundo.
Se entendió, en fin, que el futbol mexicano no está en condiciones de darse el lujo de renunciar a ciertas posibilidades que conceden los reglamentos, si ello implica correr el riesgo de sufrir un nuevo descalabro como el de la reciente eliminatoria olímpica.
*
La línea más llamativa en la segunda lista elaborada por Eriksson --debidamente asesorado, se supone...--, es la correspondiente al nombre del “Kikín” Fonseca.
Muy venido a menos a partir de su infausta intentona de enrolarse en el futbol de Portugal, con el Benfica, el “Kikín” protagonizó un “regreso sin gloria” a México.
Desde entonces ha andado con el santo de espaldas. Ni contribuyó a un repunte de los “Tigres”, ni éstos fueron el salvavidas que la carrera del jugador pedía a gritos.
Si la regla es que las plazas en la Selección se ganen mediante actuaciones sobresalientes de los equipos de club --precisamente por ello se llama “Selección”--, resulta enigmático, por decir lo menos, el criterio que determinó la decisión del flamante técnico nacional, de llamar a filas a un jugador que lleva dos años corriditos sin dar pie con bola, literalmente.
*
En efecto: con todo y que el patrioterismo a ultranza de muchos respetables miembros de la llamada “familia futbolera” generó las previsibles reacciones de rechazo a la inclusión de Leandro Augusto y Matías Vuoso a la Selección Nacional, la tolvanera se asentó con relativa rapidez...
Hubo consenso, al cabo, en que hay carencias en el medio, y en que el volante brasileño de los “Pumas” y el atacante argentino del Santos Laguna --naturalizados ambos, por lo que resultan perfectamente elegibles para el “Tri”-- tienen atributos futbolísticos que por ahora no abundan entre los jugadores nacidos en México. Se admitió, al parecer, que resulta obsoleto el criterio de renunciar a la opción que concede la FIFA, de echar mano de jugadores naturalizados, si otros países no tienen empacho en valerse de esa prerrogativa. Se aceptó el derecho que países como Brasil y Argentina tienen de renunciar a ese recurso, porque su historia es muy diferente a la de México: no sólo son autosuficientes, sino que encabezan la lista de países exportadores de talentos futbolísticos a todo el mundo.
Se entendió, en fin, que el futbol mexicano no está en condiciones de darse el lujo de renunciar a ciertas posibilidades que conceden los reglamentos, si ello implica correr el riesgo de sufrir un nuevo descalabro como el de la reciente eliminatoria olímpica.
*
La línea más llamativa en la segunda lista elaborada por Eriksson --debidamente asesorado, se supone...--, es la correspondiente al nombre del “Kikín” Fonseca.
Muy venido a menos a partir de su infausta intentona de enrolarse en el futbol de Portugal, con el Benfica, el “Kikín” protagonizó un “regreso sin gloria” a México.
Desde entonces ha andado con el santo de espaldas. Ni contribuyó a un repunte de los “Tigres”, ni éstos fueron el salvavidas que la carrera del jugador pedía a gritos.
Si la regla es que las plazas en la Selección se ganen mediante actuaciones sobresalientes de los equipos de club --precisamente por ello se llama “Selección”--, resulta enigmático, por decir lo menos, el criterio que determinó la decisión del flamante técnico nacional, de llamar a filas a un jugador que lleva dos años corriditos sin dar pie con bola, literalmente.