Deportes

* Fracaso

A propósito por Jaime García Elías

Hay que decirlo con todas sus letras: la aventura española con que tanto soñó Omar Bravo, se resolvió en un rotundo fracaso. Su repatriación al futbol mexicano, por cuenta de los “Tigres” no representa, en rigor, una revancha. De revancha, en estricto sentido, podrá hablarse si, al término del actual Torneo de Clausura, merced a una campaña plausible, en la que justifique las expectativas de dirigentes y simpatizantes del equipo reynero, el mismo Deportivo La Coruña que se lo llevó hace algunos meses, o, en su defecto, otro equipo de la liga española o de otro país del Primer Mundo del futbol, le brindan una segunda oportunidad.

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Al margen de los pretextos que se esgrimieron para tratar de justificar el fracaso (“malogro, resultado adverso de una empresa o negocio”, lo define la Academia) del que ahora intentará recuperarse, los números de Omar con el “Depor” impiden ser magnánimos en el juicio de su rendimiento.

En España, en México o en China, un jugador extranjero que no acierta a ganar plaza como titular en el equipo que lo contrata, defrauda a quienes creyeron en él. Claro: a no ser que hubiera sido víctima del infortunio (una lesión que lo inhabilita, por ejemplo: algo que en el caso de Omar, felizmente, no ocurrió)... o de la inquina.

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Ahora bien: además de que Bravo encarna la esperanza de que los “Tigres” encuentren por fin los goles que se traduzcan en puntos que los saquen de la sala de terapia intensiva de la competencia doméstica, hay otra competencia para la que Omar representa una esperanza: la eliminatoria mundialista.

El antiguo atacante del Guadalajara y ahora flamante centro delantero de los “Tigres”, ya fue titular con la Selección Mexicana en el Mundial del 2006 en Alemania. Es natural, por tanto, que se convierta, a partir de mañana sábado, en una de las piezas a ser observadas con lente de aumento por el técnico nacional Sven-Goran Eriksson.

Hay que recordar que el “Tri”, tanto en la “era” de Hugo Sánchez como en la de Eriksson, ha carecido del jugador que corone frente al marco de enfrente el esfuerzo de sus diez compañeros. Esa carencia ya se pagó al precio de la inasistencia al torneo de futbol de los Juegos Olímpicos de Pekín. Sería muy lamentable que, de cara al Mundial del año próximo en Sudáfrica, esa triste historia se repitiera.

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