Deportes
* ‘Filosofía‘
A propósito por Jaime García Elías
El final feliz del melodrama de moda en el mundillo del futbol mexicano, hubiera incluido, primero, una reconciliación plena del Guadalajara con la brillantez que demostró la última vez (apertura del 2006) que reverdeció laureles; segundo, la incorporación de una estrella más a la constelación que orla el escudo en la camiseta del equipo; tercero, el retorno triunfal de Ramón Morales a su añeja jerarquía de titular indiscutible, de seleccionado nacional y capitán del “Tri”; cuarto, un desempeño sobresaliente, a nivel individual y colectivo, en el Mundial de Sudáfrica-2010; quinto, la decisión de retirarse, con los labios rebosantes aún de las mieles de los triunfos en la competencia doméstica y en la Copa del Mundo, como inquilino ad perpetuam de la gloria, sin ninguna frustración y ninguna tarea pendiente.
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Sin embargo, pocos mortales tienen la fortuna de que su vida --carrera profesional incluida-- se desarrolle conforme a sus anhelos más caros. Muchos, en cambio, aciertan a adecuarse a la realidad...
En el caso de los futbolistas, es frecuente que los que consiguen escribir una historia fuera de lo común, se resistan a interpretar las señales que la cancha les envía, de que van cumpliendo ciclos. Casos recientes: Miguel Zepeda, Jared Borgetti, Ramón Morales...
Los tres, en grados diferentes, tuvieron pruebas fehacientes de que ya están viviendo horas extras como profesionales del futbol. Los tres pudieron haber entendido que llegó --o que es inminente, al menos-- la hora del retiro. Los tres, empero, están en todo su derecho de resistirse a tomar esa decisión, si vislumbran la posibilidad de seguir lucrando con la carrera y de aferrarse a los beneficios de un contrato en que el patrón (el club) fue incapaz de advertir que las facultades del trabajador (el jugador) iban en declive, y de establecer condiciones más lógicas, menos ventajosas para éste, más equitativas para las dos partes.
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En el melodrama de moda --el caso de Ramón Morales--, una cosa es que los dirigentes del Guadalajara, objetivamente hablando, tengan razón al tomar medidas derivadas de las señales de que un jugador en declive no puede sacar a flote un equipo que zozobró en las aguas de la mediocridad en su campaña más reciente... y otra que exhibieran tanta torpeza y tan poco respeto al historial del que fuera su capitán y símbolo, y, en fin, a la cacareada “filosofía” de la institución.
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Sin embargo, pocos mortales tienen la fortuna de que su vida --carrera profesional incluida-- se desarrolle conforme a sus anhelos más caros. Muchos, en cambio, aciertan a adecuarse a la realidad...
En el caso de los futbolistas, es frecuente que los que consiguen escribir una historia fuera de lo común, se resistan a interpretar las señales que la cancha les envía, de que van cumpliendo ciclos. Casos recientes: Miguel Zepeda, Jared Borgetti, Ramón Morales...
Los tres, en grados diferentes, tuvieron pruebas fehacientes de que ya están viviendo horas extras como profesionales del futbol. Los tres pudieron haber entendido que llegó --o que es inminente, al menos-- la hora del retiro. Los tres, empero, están en todo su derecho de resistirse a tomar esa decisión, si vislumbran la posibilidad de seguir lucrando con la carrera y de aferrarse a los beneficios de un contrato en que el patrón (el club) fue incapaz de advertir que las facultades del trabajador (el jugador) iban en declive, y de establecer condiciones más lógicas, menos ventajosas para éste, más equitativas para las dos partes.
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En el melodrama de moda --el caso de Ramón Morales--, una cosa es que los dirigentes del Guadalajara, objetivamente hablando, tengan razón al tomar medidas derivadas de las señales de que un jugador en declive no puede sacar a flote un equipo que zozobró en las aguas de la mediocridad en su campaña más reciente... y otra que exhibieran tanta torpeza y tan poco respeto al historial del que fuera su capitán y símbolo, y, en fin, a la cacareada “filosofía” de la institución.