Deportes

* Espuma

A propósito por Jaime García Elías

Ya dirá el tiempo si lo del pasado fin de semana fue el primer abono a la deuda de honor que los equipos más populares de México tienen con su clientela... o si fue mera llamarada de petate.

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Guadalajara y América (por orden de aparición en escena, como en el teatro) dieron la nota, en el buen sentido, en la jornada inaugural del Torneo Bicentenario 2010. Aunque tenían la teórica ventaja de desempeñarse como locales en su primer compromiso, ambos cumplieron con creces: las “Chivas” porque el adversario en turno, el Toluca, ha sido en las campañas más recientes uno de los mejores equipos nacionales y, por ende, protagonista habitual de los torneos domésticos; los capitalinos, no tanto por la jerarquía del rival --el San Luis ha dado ocasionales campanadas, pero se mantiene, en general, en el club de “Nosotros los Pobres”, que dijera Pedro Infante--, sino porque ellos mismos, por su incapacidad para comportarse en la cancha como equipo caro, han sido sus peores enemigos.

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Las “Chivas” vivieron una tormenta mediática interna durante el receso entre un campeonato y otro. La ratificación de José Luis Real como técnico, primero, y la recontratación del “Bofo” Bautista, después, generaron expectativas nada despreciables entre sus simpatizantes. El espectacular melodrama que se armó en torno a la salida de Ramón Morales del plantel, generó en torno al equipo una presión brutal. Si hubiera perdido ante el Toluca, al margen de las circunstancias en que la derrotase hubiera dado, las iras del monstruo de mil cabezas, como se denomina metafóricamente al público, estarían orientadas sobre los dueños de los destinos del equipo rayado.

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Al América también le llovió, en parte porque no se hicieron las contrataciones espectaculares que los aficionados esperaban después del fiasco que fue el anterior Torneo de Apertura --en que los capitalinos se quedaron muy por debajo de los anhelos de sus simpatizantes y, por supuesto, de las ínfulas de sus dirigentes--..., y en parte por el fracaso en el Torneo Interliga que sirvió de preámbulo al de Liga.

El 5-1 del domingo, más las calificaciones aprobatorias que en su desempeño personal consiguieron Salvador Cabañas y “Rolfi” Montenegro, entre otros, corroboró lo que siempre se ha dicho de los aficionados al futbol: que tienden a ser amnésicos; que pocas veces sus iras --o sus euforias-- duran más que la espuma del chocomilk.

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