Deportes

* “El Coco”

A propósito por Jaime García Elías

Mucho antes de que cierto profundo analista del alma humana descubriera y revelara a la humanidad pasmada que el Javier Aguirre que el domingo dirigió a la Selección Mexicana en el 0-0 ante Guatemala, en San Diego, “ya no es el mismo” que llegó hace ocho años, por primera vez, al cargo de técnico nacional, a enderezar el barco que con Enrique Meza como timonel se iba a pique, un filósofo griego, Heráclito de Éfeso, acuñó esta frase: “Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”. Y lo explicaba: por el curso continuo de las aguas, un río nunca es el mismo; y el hombre, por el cambio incesante que es fundamento y motor de todo en este mundo, tampoco puede ser el mismo.

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El sesudo diagnóstico sobre la metamorfosis de Aguirre pretende aportar un argumento racional para la decepción de los expertos y el desencanto de los aficionados. La aseveración pasa por encima, a vuelo de pájaro, de otras realidades: que el futbol mexicano no es el mismo de hace ocho años... y sus rivales habituales, tampoco.

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La hegemonía del futbol mexicano en la zona de la Concacaf corresponde a una época en que el interés por el deporte era desproporcionadamente mayor en México que en el resto del vecindario. Mientras en México había, con todo y sus reconocidas imperfecciones, desde mediados de la década de los cuarentas, una estructura acorde con las exigencias del profesionalismo --equipos apoyados por clubes o por mecenas; estadios; competencias; dinero para elevar el nivel de la competencia doméstica mediante la importación de jugadores...--, Estados Unidos, que en pocos años ha extendido a este deporte su calidad de “Coloso del Norte”, sólo se decidió a entrar de lleno al mundo raro y ajeno del “soccer” hasta mediados de los setentas.

Es probable que el futbol mexicano, como la liebre de la fábula, se haya dormido en sus laureles. Es seguro que los vecinos, como la tortuga del mismo cuento, apresuraron el paso... Con otra: que las organizaciones que integran la estructura organizativa del futbol mexicano --los supuestos “clubes”-- encontraron en la importación masiva de jugadores (sudamericanos, sobre todo) la solución más fácil y económica a sus necesidades inmediatas.

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Desdeñaron la producción, pues, y ahora se quejan de la falta de talentos.

(En otras palabras: pusieron “El Coco”... y ahora le tienen miedo).

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