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* ¿Dudas...?

A Propósito por Jaime García Elías

Dicen que el mediocre desempeño y el deplorable resultado del encuentro amistoso de la Selección Mexicana ante su similar de Suecia, la noche del miércoles en Oakland, “sembró dudas” con respecto a las posibilidades de aquélla en su compromiso del próximo 11 de febrero ante Estados Unidos, dentro de la eliminatoria mundialista...

Sin embargo, quizá sería más justo admitir que esa triste actuación y la derrota como su lógica consecuencia, confirmaron las dudas que ya estaban vigentes --diría el paisano-- “desde endenantes”.

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A Sven-Goran Eriksson --hay que recordarlo-- se le contrató para que se hiciera cargo de un paciente que estaba en terapia intensiva: la incapacidad del elenco reclutado por Hugo Sánchez, en la etapa precedente, para clasificar a los Juegos Olímpicos, desnudó una realidad: no tanto la ineptitud de Hugo para el cargo, como proclamaron sus enemigos, cuanto la mediocridad de la materia prima para el futbol que tiene la etiqueta de “made in México”.

El nuevo técnico nacional, suscrito puntualmente a los reglamentos, reclutó, por primera vez en la historia, a cuatro jugadores naturalizados para los encuentros contra Suecia y Estados Unidos. La polémica al respecto --absolutamente bizantina, por lo demás-- quedó en mera anécdota. Los resultados, en el primer experimento, están a la vista.

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Del partido del miércoles, en lo estrictamente futbolístico, quedan varias cosas en claro: la primera, que la presencia de los “europeos” --Márquez y Salcido, sobre todo-- reducirá, normalmente, el riesgo de que se repitan desatenciones como la que ante Suecia costó el gol en contra y, en consecuencia, la derrota; la segunda, que cualquier combinación con Lucas, Ayala, Leandro y Sinha --los cuatro naturalizados--, más Pardo, en el medio campo, permitirá contar con una dosis aceptable de los dos requisitos que demanda cubrir esa zona del campo: recuperación y creatividad...

El problema, como siempre, estará en el ataque. Vuoso, por lo que ha demostrado en los torneos domésticos y en la propia Selección, aporta más fuerza, más presencia de área y más contundencia que Bravo, Landín y demás aspirantes que han tenido la oportunidad y que, en términos generales, han reprobado los exámenes --algunos más formales que otros-- que han sustentado.

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En todo caso, el hecho cierto es este: sin estar derrotado de antemano, México no tiene con qué ser señalado como favorito para el compromiso ante Estados Unidos. Punto.

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