Deportes

* Desgracia

A propósito por Jaime García Elías

El lugar común, en casos así, es casi inevitable: “La familia futbolera está de luto”...

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Amigos desde los años mozos, condiscípulos en el Instituto de Ciencias, compañeros de muchas aventuras, Pepe-Nino Aguilar y Nacho González fallecieron, al igual que sus cinco familiares y acompañantes —entre ellos el que fuera sobresaliente basquetbolista Horacio Gaytán—, a raíz del percance que sufrieron la tarde del lunes, cuando regresaban de una excursión al Nevado de Colima.

Sin renunciar a su profunda filiación rojinegra, Pepe estaba prácticamente retirado del deporte. Dirigente del Atlas durante el “cacicazgo” de Felipe Zetter —al lado, entre otros, de Javier Godínez y Domingo Carballo—, en los años sesentas y setentas del siglo pasado, Aguilar compartió con ellos los sueños y penurias de sus correligionarios. Bebió muchos cálices amargos, pero también saboreó con fruición las alegrías con que el Atlas obsequia esporádicamente a sus feligreses.

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Nacho era, de los comentaristas radiales de Guadalajara, uno de los más populares y de los más antiguos. Comenzó muy joven en el oficio. Participó en narraciones de partidos, en el viejo y ya derruido Parque Oro del barrio de Oblatos. Fue el único de los contemporáneos que tuvo el privilegio de estar —con el mítico Susano Santos Flores, Roberto Pérez García, “Fray León” y “Juan Colorado”, entre otros— en la narración del partido inaugural del Estadio Jalisco (Atlas-San Lorenzo de Almagro), el 30 de enero de 1960. También narró beisbol en los años dorados de los “Charros” de Jalisco. En los últimos tiempos hacía un programa radial de comentarios (“¡Llámenos...!”, era una de sus frases) al lado del “Cuate” Efrén Villaseñor.

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Por intempestiva, desde luego, pero también por las dramáticas circunstancias en que ocurrió el percance que cobró, al final, siete vidas de un tajo, la noticia fue impactante. Brutal... Otro lugar común será que la que fue, por muchos años, “su” butaca en el palco de prensa del Estadio, el próximo sábado, estará vacía...

En todo caso, ya sobre los hechos consumados, convendría que de esta desgracia se desprendiera siquiera un beneficio: más control, más vigilancia, menos liberalidad de las autoridades para permitir el ingreso de paseantes, insuficientemente equipados e informados, en vehículos inadecuados, en esta época del año, al Nevado de Colima.

A Pepe-Nino y a Nacho, la gratitud por el don de su amistad, y el deseo de que descansen en paz.

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