Deportes

* Desgano

A Propósito por Jaime García Elías

Después de todo, tiene razón Javier Aguirre: se trataba de conseguir el boleto para el Mundial... y ese propósito se cumplió con creces.
Las dudas y las angustias ocurrieron durante la primera parte de la eliminatoria. El “Malo” oficial de la película, en esa etapa, fue Sven-Goran Eriksson... aunque de sobra se sabe que “No tiene la culpa el indio (por el técnico sueco que pasó por el puente de mando de la Selección Mexicana sin dejar huella, como no fuera en la nómina), sino el que lo hace compadre” (por los dirigentes que tuvieron la peregrina idea de contratar a un timonel prestigioso, sí, pero completamente desvinculado del futbol mexicano y de su entorno). “El Bueno”, en la medida en que le dio forma a un equipo, consiguió los resultados que se buscaban, recuperó la confianza de los aficionados y obtuvo reconocimientos de la crítica, fue, sin duda, el “Vasco”.

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Antes de despotricar contra el aparente desgano con que el “Tri” solventó el compromiso del miércoles ante Trinidad y Tobago, es de elemental justicia poner las cosas en contexto...

Cuando Aguirre --reacio a dirigir a la Selección mientras estuvo vinculado con el Atlético de Madrid-- aceptó la atenta invitación que se le hizo a salvar a México (a su futbol, entiéndase) del naufragio inminente, el “Tri” ocupaba el quinto lugar en el hexagonal; es decir, estaba virtualmente afuera del Mundial de Sudáfrica-2010. Sus números son elocuentes: disputó siete partidos; perdió el primero (2-1 ante El Salvador); ganó los cinco siguientes (2-1 a Trinidad y Tobago, 2-1 a Estados Unidos, 3-0 a Costa Rica, 1-0 a Honduras y 4-0 a El Salvador), y empató el restante (el 2-2 del miércoles, ya con el boleto al Mundial en la bolsa).

Mejor que eso, ni siquiera Brasil, que perdió en La Paz, ante Bolivia, el último partido de la eliminatoria. Mejor que eso, hasta donde se sabe, sólo Alemania.

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En el hexagonal de la Concacaf, pues, Javier fue --por utilizar la frase recurrente-- el “salvador de la patria”. La prueba, en consecuencia, fue superada con creces. La exigencia de terminar en primer lugar --lo que pudo haber sucedido, si Estados Unidos no hubiera empatado en el último minuto ante Costa Rica--, resultaba excesiva. El relajamiento del equipo, los desaciertos de su línea defensiva que se tradujeron en los goles del adversario, comprensibles.
De manera que...

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