Deportes
* “Cuenta nueva”
Por: Jaime García Elías
La aventura --la “era”, dirían los elegantes-- de Paco Ramírez como timonel del Guadalajara quedó atrás. El último capítulo, paradójicamente, se escribió hace una semana: fue la derrota ante el San Luis. Y más que la derrota, lo escandaloso del marcador. Un decoroso 2-1 adverso quizás hubiera alargado la penosa agonía que fue esa etapa en la historia del “Chiverío”. El rotundo 4-0, en cambio, luego de dos jornadas en que se consiguieron sendos “heroicos” y agónicos empates a dos goles, puso en bandeja la decisión que tomó la directiva: a despecho de la reiterativa ratificación en el cargo “hasta el final del campeonato” por parte del dueño de la pelota en persona, el cese fulminante, precipitadamente disfrazado de renuncia, del entrenador.
Lo paradójico del asunto estriba en que el instrumento de que se valió el destino para la decapitación --simbólica, desde luego-- de Paco, fue el San Luis: un equipo al que se sigue viendo, hasta la fecha, como hechura de Raúl Arias...
*
Tras el precipitado “borrón”, se procede a la “cuenta nueva”. Y dicha cuenta nueva tendrá como personaje emblema... precisamente a Raúl Arias.
Aunque alguna vez se le señaló, explícitamente, como “la antítesis del entrenador ideal para el Guadalajara”, la vida --a la que alguien comparó con La Rueda de la Fortuna--, más temprano que tarde, puso las cosas en su lugar: porque lo que el Guadalajara pide a gritos en este momento es orden, cuando aún puede salvarse una campaña que con Paco Ramírez en el timón amenazaba seriamente con desbarrancarse, es lógico que el flamante “Consejo Consultivo” --pronúnciese Alberto Guerra-- se haya decantado por un técnico obsesionado, precisamente, por el orden.
*
La brillantez que los dueños de la pelota han convertido en bandera --la dichosa “filosofía chiva”-- pasa necesariamente por dos etapas previas: una, la consolidación del equipo (algo que en este momento, cuando el popular “Rebaño” naufraga, dando lástimas con demasiada frecuencia, en la parte baja de la clasificación general, no pasa de ser un buen deseo); otra, la presencia en la alineación de jugadores capaces de cambiarle la fisonomía: de sacarlo --como se ha dicho muchas veces-- de su actual condición de “extra” para convertirlo en el protagonista que sus simpatizantes quisieran: una jerarquía que no se consigue mediante fórmulas mágicas ni a punta de declaraciones más o menos imaginativas.
Lo paradójico del asunto estriba en que el instrumento de que se valió el destino para la decapitación --simbólica, desde luego-- de Paco, fue el San Luis: un equipo al que se sigue viendo, hasta la fecha, como hechura de Raúl Arias...
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Tras el precipitado “borrón”, se procede a la “cuenta nueva”. Y dicha cuenta nueva tendrá como personaje emblema... precisamente a Raúl Arias.
Aunque alguna vez se le señaló, explícitamente, como “la antítesis del entrenador ideal para el Guadalajara”, la vida --a la que alguien comparó con La Rueda de la Fortuna--, más temprano que tarde, puso las cosas en su lugar: porque lo que el Guadalajara pide a gritos en este momento es orden, cuando aún puede salvarse una campaña que con Paco Ramírez en el timón amenazaba seriamente con desbarrancarse, es lógico que el flamante “Consejo Consultivo” --pronúnciese Alberto Guerra-- se haya decantado por un técnico obsesionado, precisamente, por el orden.
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La brillantez que los dueños de la pelota han convertido en bandera --la dichosa “filosofía chiva”-- pasa necesariamente por dos etapas previas: una, la consolidación del equipo (algo que en este momento, cuando el popular “Rebaño” naufraga, dando lástimas con demasiada frecuencia, en la parte baja de la clasificación general, no pasa de ser un buen deseo); otra, la presencia en la alineación de jugadores capaces de cambiarle la fisonomía: de sacarlo --como se ha dicho muchas veces-- de su actual condición de “extra” para convertirlo en el protagonista que sus simpatizantes quisieran: una jerarquía que no se consigue mediante fórmulas mágicas ni a punta de declaraciones más o menos imaginativas.