Deportes
* “Colados”
A propósito por Jaime Elías García
Los tres acariciaron el triunfo; ninguno, a la postre, lo retuvo...
Parecidamente mediocres —los tres han conseguido 15 puntos en las 13 apariciones cumplidas en el Torneo de Apertura—, Estudiantes, Atlas y Guadalajara (por orden de aparición en esta jornada, como en el teatro) suponen que uno de ellos, si acaso, conseguirá el pase para la “liguilla”. Los tres saben también que si “Chivas” o rojinegros se cuelan, la única posibilidad que tienen de ser protagonistas y no simples “colados” en el verdadero campeonato dependerá de que se repita lo que ocasionalmente ha sucedido en el pasado por cuenta de Pachuca, Morelia y —en el precedente Torneo de Clausura, sin ir más lejos— Pumas: que el más indigno (en términos de su desempeño y de sus números) de los participantes en la “fiesta grande”, termine el guateque como chambelán de la quinceañera.
*
Los ahora Estudiantes ganaban por 2-0. Para efectos de la crónica, la anécdota de que Mario Rodríguez, su arquero, fue el culpable, merced a una pifia garrafal, de que la victoria que hubiera alimentado ilusiones se quedara en un empate que las aniquila, se llevó los titulares. Para efectos prácticos, el hecho consumado es que un equipo que alterna tan caprichosa e imprevisiblemente las de cal con las de arena, no merece la etiqueta de aspirante al título.
Bottinelli acaparó los roles principales de la película del sábado por la noche ante el Pachuca. Fue el héroe, porque la jugada personal que rubricó con el gol solitario fue el único argumento ofensivo que su equipo esgrimió en toda la noche. Y fue el villano, porque su expulsión regaló al adversario el mango de la sartén. No se perdió el partido porque los “Tuzos” fueron chatos como ellos solos, y porque Barbosa —una madura a cambio de tantas podridas...— desvió al palo un gran disparo de Manzo.
El Guadalajara, casi por accidente, se encontró, por la vía del penalty, con un gol que, visto desde la perspectiva de su mezquindad y su inoperancia crónica, no estaba en el script. Finalmente, el 3-1 adverso ante el Morelia —el tercer descalabro consecutivo en la agónica “era” de Raúl Arias como timonel—, parece barato para un equipo sin alma, sin corazón, sin orgullo, sin calidad y sin propuestas, y que sólo gracias a Michel pierde decorosamente partidos que debería perder de manera escandalosa.
Parecidamente mediocres —los tres han conseguido 15 puntos en las 13 apariciones cumplidas en el Torneo de Apertura—, Estudiantes, Atlas y Guadalajara (por orden de aparición en esta jornada, como en el teatro) suponen que uno de ellos, si acaso, conseguirá el pase para la “liguilla”. Los tres saben también que si “Chivas” o rojinegros se cuelan, la única posibilidad que tienen de ser protagonistas y no simples “colados” en el verdadero campeonato dependerá de que se repita lo que ocasionalmente ha sucedido en el pasado por cuenta de Pachuca, Morelia y —en el precedente Torneo de Clausura, sin ir más lejos— Pumas: que el más indigno (en términos de su desempeño y de sus números) de los participantes en la “fiesta grande”, termine el guateque como chambelán de la quinceañera.
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Los ahora Estudiantes ganaban por 2-0. Para efectos de la crónica, la anécdota de que Mario Rodríguez, su arquero, fue el culpable, merced a una pifia garrafal, de que la victoria que hubiera alimentado ilusiones se quedara en un empate que las aniquila, se llevó los titulares. Para efectos prácticos, el hecho consumado es que un equipo que alterna tan caprichosa e imprevisiblemente las de cal con las de arena, no merece la etiqueta de aspirante al título.
Bottinelli acaparó los roles principales de la película del sábado por la noche ante el Pachuca. Fue el héroe, porque la jugada personal que rubricó con el gol solitario fue el único argumento ofensivo que su equipo esgrimió en toda la noche. Y fue el villano, porque su expulsión regaló al adversario el mango de la sartén. No se perdió el partido porque los “Tuzos” fueron chatos como ellos solos, y porque Barbosa —una madura a cambio de tantas podridas...— desvió al palo un gran disparo de Manzo.
El Guadalajara, casi por accidente, se encontró, por la vía del penalty, con un gol que, visto desde la perspectiva de su mezquindad y su inoperancia crónica, no estaba en el script. Finalmente, el 3-1 adverso ante el Morelia —el tercer descalabro consecutivo en la agónica “era” de Raúl Arias como timonel—, parece barato para un equipo sin alma, sin corazón, sin orgullo, sin calidad y sin propuestas, y que sólo gracias a Michel pierde decorosamente partidos que debería perder de manera escandalosa.