Deportes
* Campeones
A propósito por Jaime García Elías
Hasta hace un par de días, pocos sabían de su existencia. Ahora, cuando es noticia que vencieron a Brasil --nada menos que a Brasil-- en la final del torneo Sub-20 disputado en Punta del Este, los integrantes del seleccionado mexicano pasan a ser los gallitos del corral y los muchachos de la película. Cuando regresen al solar patrio, con los galardones conquistados en esta competencia mundialmente desconocida, no faltará quien los declare --tan diestros como somos aquí tanto para hacer leña de los árboles caídos como para quemarle incienso a cualquier cosa con cara de ídolo--, nada más para empezar a hablar, émulos de los Niños Héroes.
(“Así semos, siñor”, dicen que dijo el ranchero).
*
El caso es que un grupo de juveniles mexicanos no sólo llegó lejos en un certamen internacional: llegó a la cima.
Habrá que decir que no es la primera vez. Que tampoco fue una rotunda excepción a la regla de la “bendita mediocritas” del futbol mexicano, el campeonato mundial Sub-17 conquistado en Perú hace cinco años por la generación que tuvo a Chucho Ramírez como mentor y a Giovani dos Santos y Carlos Vela como figuras.
Mucho tiempo antes, en la década de los setentas del siglo anterior, varias selecciones amateurs no se limitaron a conseguir menciones honoríficas sino que regresaron con títulos de varios torneos de su categoría disputados en Toulon y Cannes, Francia. A aquellos equipos pertenecieron jugadores como Leonardo Cuéllar, Manuel Manzo, Víctor Rangel y Hugo Sánchez, entre otros. Sus mentores fueron, principalmente, Joaquín Vadillo y Diego Mercado.
*
Sin menoscabo del mérito que corresponde a los entrenadores --Diego, Chucho, ahora Juan Carlos Chávez--, vale la pena insistir en que el futbolista mexicano, hasta la preparatoria --valga la analogía--, es uno: capaz de competir --como lo demuestra la historia-- con cualquiera; a partir del profesionalismo... otro muy diferente.
Hay quien sostiene que lo que perjudica al futbolista mexicano es, precisamente, el éxito súbito que ocasionalmente consigue en la etapa temprana de su carrera. Que la fama lo desubica; que el dinero fácil --que comienza a llegar rápidamente a partir de que firma sus primeros contratos-- lo pierde.
Por lo pronto, los resultados globales del torneo de Punta del Este son sintomáticos de que ahí hay una nueva camada de prospectos. Ya el tiempo dirá cuántos cuajan y cuántos se malogran...
(“Así semos, siñor”, dicen que dijo el ranchero).
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El caso es que un grupo de juveniles mexicanos no sólo llegó lejos en un certamen internacional: llegó a la cima.
Habrá que decir que no es la primera vez. Que tampoco fue una rotunda excepción a la regla de la “bendita mediocritas” del futbol mexicano, el campeonato mundial Sub-17 conquistado en Perú hace cinco años por la generación que tuvo a Chucho Ramírez como mentor y a Giovani dos Santos y Carlos Vela como figuras.
Mucho tiempo antes, en la década de los setentas del siglo anterior, varias selecciones amateurs no se limitaron a conseguir menciones honoríficas sino que regresaron con títulos de varios torneos de su categoría disputados en Toulon y Cannes, Francia. A aquellos equipos pertenecieron jugadores como Leonardo Cuéllar, Manuel Manzo, Víctor Rangel y Hugo Sánchez, entre otros. Sus mentores fueron, principalmente, Joaquín Vadillo y Diego Mercado.
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Sin menoscabo del mérito que corresponde a los entrenadores --Diego, Chucho, ahora Juan Carlos Chávez--, vale la pena insistir en que el futbolista mexicano, hasta la preparatoria --valga la analogía--, es uno: capaz de competir --como lo demuestra la historia-- con cualquiera; a partir del profesionalismo... otro muy diferente.
Hay quien sostiene que lo que perjudica al futbolista mexicano es, precisamente, el éxito súbito que ocasionalmente consigue en la etapa temprana de su carrera. Que la fama lo desubica; que el dinero fácil --que comienza a llegar rápidamente a partir de que firma sus primeros contratos-- lo pierde.
Por lo pronto, los resultados globales del torneo de Punta del Este son sintomáticos de que ahí hay una nueva camada de prospectos. Ya el tiempo dirá cuántos cuajan y cuántos se malogran...