Deportes

* “Bomba”

A propósito, por Jaime García Elías

Si se hubiera advertido, en su momento, que Omar Arellano padre asumía “interinamente” el cargo como timonel del Guadalajara, tras el cese de Efraín Flores, y de repente se hubiera convocado a la prensa para anunciar la designación, digamos por ejemplo, de Carlos Bianchi o cualquier otro técnico de renombre, se justificaría --o se explicaría, al menos-- hacer estallar esa bomba informativa prácticamente en vísperas del “Clásico” contra el América.

En cambio, destituir, a media semana, después del entrenamiento del miércoles, un día después de haber disputado (con más pena que gloria, es cierto) un partido de la Copa Libertadores ante Lanús, al entrenador habilitado dos semanas atrás como “bombero”,
para presentar como su reemplazante a un técnico como Francisco Ramírez, carente por completo de “pedigrée” y --como Omar-- dueño de un historial incipiente en la profesión, suena a una falta de respeto a la institución, al público, al futbol... y, por
supuesto, a los protagonistas de la historia.

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Desde un principio quedó la sensación de que Omar, con la experiencia de haber estado siete meses como auxiliar de Javier Aguirre en el Atlético de Madrid como único bagaje, no cubría el perfil adecuado para el paquete que se ponía sobre sus
espaldas: la obligación --por todo lo que significa el Guadalajara en el futbol mexicano-- de enderezar una campaña que se venía torciendo, entre otras cosas porque los “refuerzos” que se trajeron para esta campaña --Amaury Ponce, Aarón Galindo, Carlos
Ochoa, Jared Borgetti...-- no tuvieron un peso específico acorde al ruido que se hizo para anunciar su contratación...

En la Mesa de Redacción de EL INFORMADOR, hace dos semanas, hubo --palabras más, palabras menos-- este diálogo con Omar: --¿No llegó prematuramente esta encomienda? --Llegó. Eso es lo importante.

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Lo menos que puede decirse de Ramírez es casi lo mismo que podía decirse, en su momento, de Omar: que la experiencia derivada de haber sido auxiliar de Ricardo La Volpe y de Sven-Göran Eriksson en la Selección Nacional, no lo capacita para hacer frente a la presión de los aficionados y a la exigencia desorbitada de los dueños del juguete, al efecto de satisfacer el exitismo de aquéllos...
y de cubrir --sin tener, según todos los indicios, el material humano idóneo para ello-- las torpezas y dar gusto a las ínfulas (entendidas como presunción y vanidad) de éstos.

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