Deportes
* Ave Fénix
A propósito Por JAIME GARCÍA ELÍAS
Quizá haya sido, en efecto, el canto del cisne. Tal vez se interprete como la excepción que confirma la regla de que la naturaleza no da saltos, o de que los olmos, ordinariamente, no dan peras...
Ya se verá, en los siguientes compromisos que deberá solventar en la Copa Libertadores, cuál es el verdadero rostro del América: si el que terminó la fase clasificatoria del Torneo de Clausura como sotanero de la clasificación general, o el que hizo la hazaña (“hecho ilustre, señalado y heroico”, según el “Tumba-burros”) inédita de vencer por tres goles de diferencia a un rival respetable como el Flamengo, en una de las catedrales del futbol mundial como el Estadio Maracaná, para remontar, con réditos, una desventaja de dos goles, hacer cera y pabilo con los pronósticos y avanzar a cuartos de final del torneo más prestigioso del continente.
*
Por lo pronto, ahí queda el hito: no sólo el hecho aislado de una remontada con la que no se contaba, en términos de lógica, sino, objetivamente, una de las páginas de oro más espectaculares que equipo mexicano alguno haya escrito en torneos internacionales.
“Hazañas” —así, con comillas— como la victoria del Necaxa sobre el mítico Santos de Pelé, o empates como uno del Atlas ante el Manchester United u otro del Guadalajara ante el Milan, o las conquistas del Necaxa en un Mundial de Clubes, y algunos más que se escabullen en el polvoriento desván de la memoria, son episodios notables, desde luego...
Sin embargo, la obtención de la Copa Interamericana por parte del Pachuca, el año pasado, sería —objetivamente, reiterémoslo— el único acontecimiento que supera, por su significación, lo que acaba de hacer, ante la sorpresa de propios y extraños, el América.
*
Por supuesto, sería necio negar que la fortuna tuvo, en ese resultado, una participación significativa: los dos goles que la estadística otorga a Cabañas fueron, en realidad, autogoles. Sin embargo, también sería necio regatear los méritos que tuvieron los americanistas: el orden táctico; el casi perfecto desempeño de su esquema defensivo; y, sobre todo, el esfuerzo generoso, la dignidad y el pundonor que pusieron en liza los mismos hombres que reiterativamente, en una competencia doméstica de pesadilla, para el olvido, fueron humillados por sus rivales, reprobados por la crítica y ofendidos por sus propios seguidores.
El destino les debía una... y se las pagó con creces.
EL INFORMADOR/ Redacción/ EMD 08/ 05/ 08
Ya se verá, en los siguientes compromisos que deberá solventar en la Copa Libertadores, cuál es el verdadero rostro del América: si el que terminó la fase clasificatoria del Torneo de Clausura como sotanero de la clasificación general, o el que hizo la hazaña (“hecho ilustre, señalado y heroico”, según el “Tumba-burros”) inédita de vencer por tres goles de diferencia a un rival respetable como el Flamengo, en una de las catedrales del futbol mundial como el Estadio Maracaná, para remontar, con réditos, una desventaja de dos goles, hacer cera y pabilo con los pronósticos y avanzar a cuartos de final del torneo más prestigioso del continente.
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Por lo pronto, ahí queda el hito: no sólo el hecho aislado de una remontada con la que no se contaba, en términos de lógica, sino, objetivamente, una de las páginas de oro más espectaculares que equipo mexicano alguno haya escrito en torneos internacionales.
“Hazañas” —así, con comillas— como la victoria del Necaxa sobre el mítico Santos de Pelé, o empates como uno del Atlas ante el Manchester United u otro del Guadalajara ante el Milan, o las conquistas del Necaxa en un Mundial de Clubes, y algunos más que se escabullen en el polvoriento desván de la memoria, son episodios notables, desde luego...
Sin embargo, la obtención de la Copa Interamericana por parte del Pachuca, el año pasado, sería —objetivamente, reiterémoslo— el único acontecimiento que supera, por su significación, lo que acaba de hacer, ante la sorpresa de propios y extraños, el América.
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Por supuesto, sería necio negar que la fortuna tuvo, en ese resultado, una participación significativa: los dos goles que la estadística otorga a Cabañas fueron, en realidad, autogoles. Sin embargo, también sería necio regatear los méritos que tuvieron los americanistas: el orden táctico; el casi perfecto desempeño de su esquema defensivo; y, sobre todo, el esfuerzo generoso, la dignidad y el pundonor que pusieron en liza los mismos hombres que reiterativamente, en una competencia doméstica de pesadilla, para el olvido, fueron humillados por sus rivales, reprobados por la crítica y ofendidos por sus propios seguidores.
El destino les debía una... y se las pagó con creces.
EL INFORMADOR/ Redacción/ EMD 08/ 05/ 08