Deportes
* “Asegunes”
A propósito por Jaime García Elías
Dice bien Decio de María: “No hay motivos para pedir mariachis...”.
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La victoria de la Selección Mexicana sobre su similar --es un decir-- de Bolivia, la noche del miércoles en Denver, Colorado, tiene un valor de uso: atenuará, durante las próximas dos semanas, la presión sicológica de la “Vox Pópuli” sobre los tricolores; generará un entorno anímico más propicio para el encuentro del sábado 28 ante Costa Rica; propiciará, en consecuencia --¡ánimas santas...!--, un resultado que compense la frustración y el pesimismo que dejó entre los aficionados la derrota del pasado 11 de febrero ante Estados Unidos.
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Sin embargo, convendrá dar al aplastante 5-1 de la otra noche su verdadera dimensión....
Antes de encender las alarmas y de correr a propalar por al ancho mundo del futbol la versión de que los mexicanos se están comiendo crudos a los niños, habrá que poner los puntos sobre las respectivas íes.
Convendrá reparar, de entrada, en que Bolivia está muy lejos del “top ten” ya no digamos del futbol mundial, sino simplemente en América: la más reciente clasificación de la FIFA --la de este mes de marzo-- le otorga el peldaño 56, por debajo de Brasil (5), Argentina (6), Paraguay (15), Estados Unidos (17), Uruguay (21), México (23), Chile (30), Costa Rica (32), Ecuador (39), Honduras (40), Colombia (47) y Panamá (51).
Habrá que considerar, a continuación, que los bolivianos jugaron desde el minuto 34 con un hombre menos; que México, a esas alturas de la película, ganaba por 2-0, y que la superioridad numérica sería, en buena medida, determinante de la goleada que se lograría al cabo.
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Podría pensarse, en otras circunstancias, que el seleccionado mexicano debería afrentarse por el protagonismo que tuvieron, al repartirse tres de los cinco goles de la victoria, dos jugadores naturalizados: Vuoso (2) y Leandro.
De hecho, la del miércoles fue la primera vez que dos futbolistas que no son mexicanos por nacimiento, anotan a favor del “Tri” en un mismo partido...
El asunto, al parecer, ya está suficientemente discutido. Puesto que las leyes mexicanas no establecen categorías y puesto que las reglas del deporte lo permiten, sería una torpeza y una manifestación trasnochada de romanticismo mal entendido --después de todo, hasta para parecerse al Quijote deben ponerse límites...--, renunciar a ventajas que nada tienen ni de ilícitas ni de inmorales.
De manera que...
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La victoria de la Selección Mexicana sobre su similar --es un decir-- de Bolivia, la noche del miércoles en Denver, Colorado, tiene un valor de uso: atenuará, durante las próximas dos semanas, la presión sicológica de la “Vox Pópuli” sobre los tricolores; generará un entorno anímico más propicio para el encuentro del sábado 28 ante Costa Rica; propiciará, en consecuencia --¡ánimas santas...!--, un resultado que compense la frustración y el pesimismo que dejó entre los aficionados la derrota del pasado 11 de febrero ante Estados Unidos.
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Sin embargo, convendrá dar al aplastante 5-1 de la otra noche su verdadera dimensión....
Antes de encender las alarmas y de correr a propalar por al ancho mundo del futbol la versión de que los mexicanos se están comiendo crudos a los niños, habrá que poner los puntos sobre las respectivas íes.
Convendrá reparar, de entrada, en que Bolivia está muy lejos del “top ten” ya no digamos del futbol mundial, sino simplemente en América: la más reciente clasificación de la FIFA --la de este mes de marzo-- le otorga el peldaño 56, por debajo de Brasil (5), Argentina (6), Paraguay (15), Estados Unidos (17), Uruguay (21), México (23), Chile (30), Costa Rica (32), Ecuador (39), Honduras (40), Colombia (47) y Panamá (51).
Habrá que considerar, a continuación, que los bolivianos jugaron desde el minuto 34 con un hombre menos; que México, a esas alturas de la película, ganaba por 2-0, y que la superioridad numérica sería, en buena medida, determinante de la goleada que se lograría al cabo.
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Podría pensarse, en otras circunstancias, que el seleccionado mexicano debería afrentarse por el protagonismo que tuvieron, al repartirse tres de los cinco goles de la victoria, dos jugadores naturalizados: Vuoso (2) y Leandro.
De hecho, la del miércoles fue la primera vez que dos futbolistas que no son mexicanos por nacimiento, anotan a favor del “Tri” en un mismo partido...
El asunto, al parecer, ya está suficientemente discutido. Puesto que las leyes mexicanas no establecen categorías y puesto que las reglas del deporte lo permiten, sería una torpeza y una manifestación trasnochada de romanticismo mal entendido --después de todo, hasta para parecerse al Quijote deben ponerse límites...--, renunciar a ventajas que nada tienen ni de ilícitas ni de inmorales.
De manera que...