Deportes

* Antídoto

A propósito por Jaime García Elías

Por supuesto, se vale soñar...
Tienen derecho a hacerlo los seguidores del Guadalajara. Sumar victorias, en el arranque de la campaña, sobre Toluca y “Tigres” --este último a domicilio--, con idénticos, nítidos marcadores de 3-1, sin que quedara, en ningún caso, la sospecha de que tales triunfos fueron regalos de los árbitros o accidentes del futbol, y, en ambos casos, con el “Chicharito” Hernández como protagonista, por obra y gracia de sus goles --de a dos por viaje--, permite una dosis moderada de optimismo; permite suponer que la que empieza apenas, no será una campaña de contratiempos, conflictos, angustias y sobresaltos.
Y tienen derecho a hacerlo, también, los simpatizantes del Atlas...

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Podrá decirse que hay diferencias. Y las hay, en efecto...: mientras los rojinegros apenas le pusieron número a la casa --comenzaron con derrota ante los “Pumas”--, las “Chivas” ya asegundaron.
Sin embargo, el triunfo del Atlas merece los festejos de sus simpatizantes y los signos de admiración con que la noticia se difundió por la comarca y sus orillas...
Lo merece por categórico: ¿cuánto hacía que los rojinegros no imponían un rotundo 3-0 al rival en turno?... Lo merece por la jerarquía del adversario: el Monterrey es el campeón defensor, nada menos... aunque no faltará quien diga que ese equipo era uno con Suazo en su alineación, y sin él es una triste caricatura de su modelo..., ni faltarán quienes recuerden que los “Pumas” se coronaron en el Torneo de Clausura de la temporada anterior, y que en el siguiente Torneo de Apertura anduvieron, literalmente, arrastrando la cobija...
Y lo merece, finalmente, porque Miguel Zepeda jugó el partido de su vida: los tres goles con que anestesió, remató y dio la puntilla al Monterrey, dieron la razón a Ricardo La Volpe por haberlo resucitado cuando ya parecía irremisiblemente perdido para el futbol... y a Carlos Ischia por retenerlo y por encomendarle una de las responsabilidades más importantes en un equipo: jugar de centro delantero.

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El común denominador del Guadalajara de las dos jornadas y del Atlas del sábado pasado, ha sido el orden en el aspecto defensivo y la contundencia en el ataque: la fórmula de los ganadores frecuentes; la fórmula de todos los grandes equipos, para decirlo de una vez.
(Ya se convoca a convenciones de brujos y alquimistas para buscarles el antídoto a la medida).

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