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* Alcahuetes

A propósito por Jaime García Elías

Primer acto: la FIFA anuncia una suspensión de dos partidos con la Selección Mexicana para Rafael Márquez, a raíz de la tarjeta roja que se ganó por una entrada sucia, desleal, malintencionada y tardía sobre el arquero de Estados Unidos, en el más reciente duelo del “Tri” dentro de la eliminatoria mundialista.

Segundo acto: Justino Compeán, presidente de la Federación Mexicana de Futbol, anuncia que Márquez, pese a todo, aprovechando que no tendrá compromiso con el Barcelona, será “invitado” para estar con el grupo en el partido del próximo día 28, ante Costa Rica, en el Estadio Azteca.

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Si fuera la primera vez que a Márquez se le fueran las cabras al monte, cabría la benevolencia de los dirigentes. Por una parte, “errar es humano”. Por la otra, se explica --aunque no se justifique-- la expulsión del capitán del seleccionado mexicano: con su equipo en la lona (perdía por 2-0 ese encuentro) y con el rival imponiendo claramente la que ya es una “jettatura”, se comprende que, en un arrebato de impotencia, patee al adversario que le había ganado cómodamente un balón inalcanzable para él.

Por más que pueda decirse que su reacción fue indigna de un profesional, ningún mortal está exento de perder los bártulos y de incurrir, en un segundo de ofuscación, en una estupidez de ese calibre...

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Por desgracia, no es la primera vez que el zaguero del Barcelona --y, con toda seguridad, el más exitoso futbolista mexicano del presente-- incurre en conductas censurables, impropias de un profesional, especialmente en la faceta de su carrera relacionada con la distinción que representa --en teoría, al menos-- vestir la camiseta de la Selección Nacional.

Que Márquez, al día siguiente de la expulsión, convocara a una rueda de prensa --o accediera a comparecer en ella-- para disculparse públicamente por haber manchado, con una reacción indigna de un deportista que se precie de serlo, el accidente que pudo haber sido la derrota ante Estados Unidos, es lo mínimo que --por decencia, por amor propio, por vergüenza deportiva...-- podía hacer...

Que ahora, lejos de secundar de alguna manera la justa sanción que la FIFA la impuso, la Federación lo apapache, invitándolo a compartir el honor de ser parte del grupo que jugará contra Costa Rica, deja a sus dirigentes, sin más, en plan de tristes alcahuetes de un irresponsable.

¡Qué pena...!

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