Deportes
* Alarmas
A propósito por Jaime García Elías
En el seno del Atlas ya suenan las alarmas...
Se comprende. Por una parte, tanto el plantel como los simpatizantes del equipo resienten la presión sicológica derivada de que el tiempo pasa, y al equipo se le niegan obstinadamente los resultados. Por la otra, el hecho de que las crónicas, en sus dos apariciones más recientes, coincidan en que hay indicios de mejoría en el comportamiento del cuadro, por una parte, pero, por la otra, el saldo en resultados sigue siendo negativo, saca de quicio a cualquiera.
*
Adicionalmente, los rojinegros carecen de elementos de juicio para respirar a pleno pulmón. Están en la zona de la tabla de posiciones destinada a los equipos predestinados a verse seriamente amenazados por el fantasma del descenso: el Necaxa --el mejor equipo mexicano de la última década del Siglo XX, por si ya se ha olvidado-- que acaba de regresar del purgatorio de la División de Ascenso y normalmente (por el esquema proteccionista con respecto a los cuadros de más prosapia y discriminatorio para los recién llegados al circuito grande) sería el predestinado a bailar con la más fea, no alcanza a ser un seguro de vida para el Atlas; Atlante, Jaguares, Tigres, Querétaro, San Luis o Estudiantes, tampoco.
Además, si el Atlas es uno de los mayores ganadores de títulos en la otrora llamada Segunda División, la historia enseña que tales “logros” tienen más de vejamen que de timbre de orgullo, porque se limitaron a ser la decorosa secuela que los rojinegros pusieron a los lapsos de permanencia en el purgatorio, a donde fueron a expiar sus pecados de incompetencia en la Primera División.
*
Todos los equipos pueden hacer un balance crítico de su rendimiento a partir de la consideración de que puede tener aspiraciones quien es capaz de ganar los partidos que debería ganar... y algunos de los que debería perder; en compensación, sabe que tendrá problemas si pierde los partidos que debería perder... y, además, algunos de los que debería ganar.
En el caso del Atlas, se comprende la preocupación de simpatizantes, jugadores y dirigentes, porque no queda claro cuáles son los partidos para los que se le puede señalar como favorito.
Un equipo que de 21 puntos disputados conquista uno solamente --el empate como visitante del América-- no necesita que se lo manden decir para darse cuenta de que está en terapia intensiva.
Se comprende. Por una parte, tanto el plantel como los simpatizantes del equipo resienten la presión sicológica derivada de que el tiempo pasa, y al equipo se le niegan obstinadamente los resultados. Por la otra, el hecho de que las crónicas, en sus dos apariciones más recientes, coincidan en que hay indicios de mejoría en el comportamiento del cuadro, por una parte, pero, por la otra, el saldo en resultados sigue siendo negativo, saca de quicio a cualquiera.
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Adicionalmente, los rojinegros carecen de elementos de juicio para respirar a pleno pulmón. Están en la zona de la tabla de posiciones destinada a los equipos predestinados a verse seriamente amenazados por el fantasma del descenso: el Necaxa --el mejor equipo mexicano de la última década del Siglo XX, por si ya se ha olvidado-- que acaba de regresar del purgatorio de la División de Ascenso y normalmente (por el esquema proteccionista con respecto a los cuadros de más prosapia y discriminatorio para los recién llegados al circuito grande) sería el predestinado a bailar con la más fea, no alcanza a ser un seguro de vida para el Atlas; Atlante, Jaguares, Tigres, Querétaro, San Luis o Estudiantes, tampoco.
Además, si el Atlas es uno de los mayores ganadores de títulos en la otrora llamada Segunda División, la historia enseña que tales “logros” tienen más de vejamen que de timbre de orgullo, porque se limitaron a ser la decorosa secuela que los rojinegros pusieron a los lapsos de permanencia en el purgatorio, a donde fueron a expiar sus pecados de incompetencia en la Primera División.
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Todos los equipos pueden hacer un balance crítico de su rendimiento a partir de la consideración de que puede tener aspiraciones quien es capaz de ganar los partidos que debería ganar... y algunos de los que debería perder; en compensación, sabe que tendrá problemas si pierde los partidos que debería perder... y, además, algunos de los que debería ganar.
En el caso del Atlas, se comprende la preocupación de simpatizantes, jugadores y dirigentes, porque no queda claro cuáles son los partidos para los que se le puede señalar como favorito.
Un equipo que de 21 puntos disputados conquista uno solamente --el empate como visitante del América-- no necesita que se lo manden decir para darse cuenta de que está en terapia intensiva.