Deportes

* “Ahogada”

A propósito, por Jaime García Elías

El futbol es un deporte que, por el encanto que genera lo mismo al practicarlo como al presenciarlo, se ha convertido en uno de los espectáculos predilectos de todos los públicos en el mundo moderno. Así, aunque resultaban comprensibles los argumentos que motivaron la decisión de que todos los partidos de la jornada anterior y algunos más de la precedente en el Torneo de Clausura se jugaran a puerta cerrada en los estadios mexicanos, la verdad es que se agradece la decisión de propiciar el retorno de
los espectadores a las gradas...

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De hecho, se agradece doblemente. Primero, porque el gradual regreso a la normalidad es un espaldarazo, por una parte, a las medidas que se tomaron para hacer frente a la emergencia sanitaria; por la otra, a la disciplina de los equipos y de los aficionados: se entendió que la situación inédita exigía medidas igualmente inéditas.

Se agradece, además, porque si bien es probable que la mayoría de los aficionados que siguen las incidencias de un partido lo hacen principalmente a través de los medios --radio... y, sobre todo, televisión-- que difunden simultáneamente el acontecimiento deportivo, también es posible que haya un nexo entre los aficionados que siguen los partidos por esas vías y los que se apersonan en los estadios. Aunque hay quien prefiere eliminar el sonido de la televisión para ahorrarse la contaminación de sandeces con que narradores y “comentaristas” pretenden “amenizar” los partidos, debe admitirse que esa práctica implica pagar el precio de amputar el espectáculo de algo consustancial al mismo: la reacción inmediata de los parroquianos ante los lances que se producen en la cancha... Una jugada brillante o desafortunada, una decisión arbitral a favor o en contra del cuadro local, un gol a favor o en contra del equipo con que simpatizan los aficionados reunidos en el estadio, es igual si le acompaña o no con la respuesta de esa
cosa a la que llaman “el respetable”... pero no sabe lo mismo.

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Por lo demás, se impone subrayar que la jornada que se disputará este fin de semana, en la que se dirimirán asuntos trascendentales como el descenso al circuito inferior y la clasificación de varios equipos a la “liguilla” --el verdadero
campeonato--, es demasiado importante como para resignarse a que se juegue sin espectadores.

Colofón: un partido sin espectadores es como una torta ahogada... sin salsa.

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