Deportes

* Adolescentes

A propósito por Jaime García Elías

Menos mal que no todo se ha quedado en el terreno de los desahogos vanos y de las recriminaciones estériles...

La frustración por la nueva y definitiva derrota del Guadalajara --el mismo que supuestamente había “hecho historia” al conseguir el boleto para la final-- en la edición 2010 de la Copa Libertadores de América, también sirvió para que los estudiosos (sicólogos y sociólogos) pusieran la mente del mexicano en la platina del microscopio y la sometieran a una nueva vivisección: “¿Qué nos pasa?... ¿Por qué se nos dificulta tanto el triunfo?... ¿Por qué se nos niegan de manera sistemática los títulos?... ¿Qué tienen los brasileños, mestizos como nosotros, y qué tienen los españoles, de los que tenemos la sangre, que a ellos los hace triunfadores, que no tengamos nosotros...?”.

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Rafael García, jefe de deportes de la agencia AFP hace algunos decenios, calificó al mexicano como “el eterno adolescente del futbol mundial”...

Un repaso, a vuelo de pájaro, de la historia, permitirá caer en la cuenta de que, antes de la conquista del Campeonato Mundial Sub-17, en 2005, por parte de la Selección Mexicana que tuvo como jugadores-emblema a los Giovani y Vela (que han hecho toda su carrera profesional en clubes europeos), las mayores aproximaciones a la gloria, en el deporte más popular en el mundo, corrió por cuenta de los juveniles y preolímpicos que en la década de los setentas consiguieron reconocimientos --¡y títulos, sobre todo!-- en los torneos de Toulon y Cannes.

Cuando los integrantes de aquellas generaciones pasaron de la adolescencia a la edad adulta, lejos de adquirir la sazón de madurez --como decían los versos de José Martí--, acusaban las limitaciones atávicas de los mexicanos.

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Hugo Sánchez alcanzó la gloria con las manos en el Real Madrid que era, por lo demás, como suele serlo, una constelación de estrellas de primera magnitud. Estuvo a la altura de las circunstancias. No desentonó... En cambio, ninguno de sus contemporáneos llegó, ni remotamente, a ese nivel.

Conclusión: el nivel del futbolista mexicano, en el terreno internacional, es la mediocridad. Hugo fue la excepción que la confirma, al demostrar que, en efecto, “aunque todos somos del mismo barro, no es lo mismo bacín que jarro”. (Y el “Chicharito” Hernández es, hoy por hoy, la esperanza de que Hugo no sea el único futbolista mexicano triunfador... por los siglos de los siglos).

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