Cultura

Riccardo Muti y Orquesta Sinfónica de Chicago cautivan a Bellas Artes

La presentación sucedió en colaboración con el 40 Festival Internacional Cervantino y la Embajada de Estados Unidos en México

CIUDAD DE MÉXICO (11/OCT/2012).- En colaboración con el 40 Festival Internacional Cervantino y la Embajada de Estados Unidos en México, el conductor napolitano Riccardo Muti y la Orquesta Sinfónica de Chicago (OSC) se presentaron la víspera en la Sala Principal de Bellas Artes en una gala de incitación musical histórica.

Un director de orquesta que desde 1967 conforma la nómina de las grandes batutas de la música occidental, y gremio reconocido por la crítica especializada como una de las orquestas líderes de los escenarios actuales de la música de concierto. Fundada en 1891 por Theodore Thomas, la OSC cautiva por su pujanza sonora; Muti es un hechicero de inquietante y enaltecida gestualidad.

Decir que ayer miércoles presenciamos un acto milagroso es un lugar común. En la víspera, fuimos testigos de un convite de tentaciones múltiples: despliegue de dos obras del periodo romántico -"Sinfonía en Re Menor", de Cesar Franck (1822-1890), y "Sinfonía No. 2 en Re Mayor, Op. 73", de Johannes Brahms (1833-1897)-- ejecutadas con maestría concertina de ánimo fascinador.

La sugestión acoge a los asistentes cuando Riccardo Muti entra al proscenio: ha llegado un nigromante a realizar prodigios con su procesión de gesticulaciones en la tribuna. La varilla que trae en las manos: regalo de la diosa Harmonía. Desde el primer conforme instrumental, la OSC se regodea en las plazas de la perfección.

Y en la anochecida reciente -Sala Principal atiborrada y pantalla gigante en la plazoleta de entrada-, la OSC dejó, en los cuarzos del recinto de Bellas Artes, su huella prestigiosa y sus silabas de sonoridad robusta en misa de ponderada proporción armónica. Afinidad de salmos: Dios rondaba la encrucijada del albor.

Primer lapso: La "Sinfonía en Re Menor" (Lento. Allegro non troppo, Allegretto, Allegro non troppo) del belga-francés Cesar Franck. Inicio de los violonchelos secundados por los vientos y los violines en ondulante encadenamiento. Lento y allegro que flauta y clarinete untan en presentimiento de hermoso motivo melódico.

Allegretto que arranca con pizzicato de las cuerdas en tenue vals secundado por la sección de madera. Cadenza pronunciada en concreción de violines de habla sutil y sugerente. Allegro non tropo de empapada animación: lluvia instrumental de hermosa letanía. La OSC crece, se derrama en sensual barroquismo y asomo de gallardía germana.

Densidad de timbre orquestal que se escucha en despliegue de pulcra concertación. Muti juguetea en el estrado. Sosiegos, silencios: reverberaciones instrumentales de secuelas cíclicas. Franz Liszt y Anton Bruckner merodean los conformes. Público en vilo.

Intermedio. Vestíbulo abarrotado de funcionarios culturales, escritores, empresarios, guardaespaldas disfrazados de melómanos, estudiantes de música, damas de Polanco y señoras de Las Lomas. "¡Genial!", dice una señorita de vestido negro escotado. "¡Fabuloso!", dice otra de blusa escarlata. Diletantismo ostentoso: poses. Después de escuchar semejante magia orquestal: única posibilidad, el ensimismamiento.

Segundo lapso: La "Sinfonía No. 2 en Re Mayor" (Allegro non troppo, Adagio non troppo, Allegretto grazioso, Allegro con spirito) de Johannes Brahms. Cierto aire pastoril se apodera de la sala. Regodeo de hermoso motivo melódico. Júbilo lenitivo, blando, indeterminado, "presumido". Flauta suscribiendo efectos de tierna conmiseración.

Adagio que irrumpe bajo murmullo de los violonchelos que los violines secundan en abierto y sensual espíritu "clásico-romántico". Allegretto grazioso de cadenciosa liviandad. Allegro con spirito de pujas contagiosas. Brahms siempre gozoso. Brahms siempre pródigo y delicado.

Encantadora sinfonía del más clásico de los compositores románticos. Muti y la OSC entregaron a un Brahms con ciertas gradaciones mozartianas y deliberadas conjunciones de serenata en cruce melódico de oscilantes Scherzos y lloviznoso discernimiento. Quizás, hubo por ahí una acentuación mendelssohniana, por parte de Muti, sobre todo en el Allegro non tropo introductorio.

Algarabía de un público al borde del delirio. ¡Bravos! ensordecedores. Cinco salidas del conductor napolitano -Caballero Comendador Honorario del Imperio Británico, Premio Príncipe de Asturias y director vitalicio de la Ópera de Roma-, quien se ve obligado a ordenar a la OSN ejecutar "Tema con variaciones" de Giuseppe Martucci (1856-1909), compositor italiano admirador incondicional de Brahms.

Afuera, la gente que no pudo entrar, se retira después de haber disfrutado la función en la pantalla gigante que las autoridades de Bellas Artes instalaron en la entrada. "Bueno, le digo la verdad esa música no la entiendo mucho, pero confieso que hubo momentos de mucha fuerza sonora. Me gustó mucho ver las 'contorsiones' del señor que dirigía la orquesta", me dice un joven de unos 20 años con su mochila escolar al hombro.

Decir que la OSC se robó las sinuosidades y caligrafió de magnificencias a la noche es otro lugar común. La recepción de ayer en Bellas Artes entra en los concilios de esa extraña correspondencia que funda la abundancia de esplendores: valga el oxímoron. Valga la fiesta innombrable a la que tuvimos el privilegio de asistir.

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