Cultura

''La música clásica vive por sí misma''

El director estará al frente de la Filarmónica este viernes y domingo en el Teatro Degollado

GUADALAJARA, JALISCO (26/ABR/2012).- Es un hombre simpático, aunque sus detractores no lo crean. El director Enrique Bátiz (Ciudad de México, 1942) aprovecha una corrección a los músicos de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) durante el ensayo de ayer para contar que hace 25 años en un concierto mientras llevaba el ritmo de la Sinfonía número 6, de Gustav Mahler, un hombre roncaba tan fuerte que se escuchaba en todo el foro. Los integrantes de la agrupación estatal ríen, así como lo hicieron con la historia del peluquero que casi lo trasquila.

Bátiz pide vitalidad para interpretar la Sinfonía No. 4 en mi menor, Op. 98, de Johannes Brahms. “Mucho cuidado con la sexta variación”, advierte el director, quien le dice a los músicos: “Cuando tocan bien, que es la mayoría de las veces afortunadamente, me hacen un hombre muy feliz, pero no sólo a mí”. Un halago para la OFJ, agrupación que ya conoce la batuta de Bátiz.

Un día antes, en el restaurante del hotel donde se hospeda, el fundador y actual titular de la Orquesta Sinfónica del Estado de México trataba de recordar cuándo estuvo en Guadalajara con la OFJ. “¿Hará 15 años?”, pregunta y aprovecha la pausa para pedir a un mesero su ensalada, pues no ha comido y son las siete de la tarde.

“Me levanté muy temprano para tomar el avión”, se justifica el director de 70 años. “Cuando concluyó el primer ensayo preferí dormir”, dice Bátiz, quien está interesado en saber cómo le ha ido a la agrupación jalisciense, pues “uno de mis empleados”, como se refiere a Rodrigo Macías- —ex candidato a la dirección artística—; también pregunta por Alondra de la Parra, la actual titular de la OFJ.

Es hora del postre y el director dice que desde hace 10 años que no concede una entrevista porque siempre le preguntan: ¿Le gustan las mujeres? Bátiz ríe como en una fotografía, incluida en una semblanza, donde se señala que ha sido director huésped de la Royal Philharmonic Orchestra, de Londres e invitado a 400 agrupaciones en el mundo.  

—¿Cómo define la dirección de orquesta?


—No es fácil contestar porque un buen director es el que ejerce una filosofía musical completa, llena de conocimientos musicales y culturales, de pasión y de integridad en su manera de ser. Es muy difícil llegar a ser un buen director de orquesta porque el requisito fundamental es ser un buen músico.

—¿Hay público capacitado para la música clásica?

—No sé lo del público capacitado. Creo que la gente va a oír la música porque le gusta, no porque sean altos conocedores.

—¿Cuál ha sido su momento más difícil al frente de una orquesta?

—Como es una pregunta filosófica, la debo contestar con igual filosofía: Los momentos difíciles pueden suceder en cualquier momento, dependen del alto grado de tensión que la orquesta aguante o soporte.  Con el tiempo todo se mejora, acuérdate que trabajas con seres humanos y todos somos sujetos de error. Por eso, cuando me hablan de políticas salariales no creo en los topes, sino que debería haber libertad: ‘Yo por barrer la calle le cobro 500 pesos por hora’. Por supuesto, que no se contrata a esa persona, pero si llega otra persona y dice: ‘págueme lo que quiera’…

—¿Alguna vez ha sentido que un concierto se le va de las manos?

—Considero que la relación con la orquesta es la de un hombre con muchas mujeres para hacerlo más prolifero. Sí tiene que ser buena la relación, pero a través de la buena música. Un buen concierto es el resultado de múltiples buenos ensayos.

—¿Cuál es el momento más bello en un concierto?

—Depende de la calidad de la orquesta. Yo me conformo con que una orquesta que tiene del 0 al 10, una clasificación de cinco, lograr que suba a seis o siete porque ya mejoró un par de pisos, pero no le puedo exigir que pase de cinco a 10 sólo porque yo llegue.

—¿Qué hace una orquesta para que usted diga que suena bien?

—¡Ah!, ¡vaya! Una orquesta puede responder a un director de una forma y a otro director de otra manera, porque no podemos desconocer el imán que irradia de un artista, es decir, sus vibraciones, su manera de comportarse, su cultura… Eso influencia perfectamente a una orquesta.

—¿Qué tipo de música suena mejor en las orquestas mexicanas?

—La música clásica. Es lo único que puede subsistir, lo único valioso. ¿Qué hay? La música clásica  de los grandes maestros. El danzón y los otros ritmos tropicales, que llevados a las salas de conciertos, son muy aplaudibles, son parte de la cultura, pero no son el fin. La historia es más amplia, más generosa…

Yo no dedico mi vida a los danzones y no puedo entender a quien lo haga. He dedicado mi vida a un destino superior, me refiero en gusto. Es como en los libros. Quiero ser flexible, pero no puedo.

La literatura que escojo para leer es la latinoamericana. Me parece muy importante por sí sola, pero sé que nunca he leído la literatura africana, la australiana o la oriental, entonces cómo puedo decir que están por encima de ella, si no las conozco.

—¿Es al final de un concierto o durante cuando sabe: ‘vamos bien’?


—Es un poco complicado porque la explicación no es científica. Porque el arte es emocional, no sólo es suma de números o actividades, sino de calidad. Y tiene que ver con las emociones los buenos resultados. Lo importante es que a la gente le guste.

Vuelvo a explicar: es un proceso, según mi opinión, es que no todos los que se paran en el podio son llamados. Es como los curas de iglesia,  ¿realmente son buenos?, ¿no cometen pecados? No es cierto. Claro que son humanos y están sujetos a las mismas tentaciones.

“La música camina a través del museo de la historia”


—¿Cuál es el papel de la música clásica en la cultura contemporánea?

—La música clásica vive por sí misma. La cultura contemporánea es el año que estamos pasando con sus emociones. La música camina a través del museo de la historia en obras maestras y hoy en día no sabemos qué obras maestras están hechas. Normalmente, la música camina con un atraso en reconocer su valor. Estamos 50 años retrasados en alcanzar o en comprender, es por eso se mueren los autores y no se les toca el reconocimiento a su obra. Por ejemplo,  Moncayo va a cumplir 100 años –de haber nacido- y hasta ahora se está grabando toda su obra, pero él no tuvo más reconocimiento que por El Huapango.

—¿Qué compositores le conmueven?


—Los grandes maestros. En el caso de Moncayo, quien es famoso por una obra, lo vuelvo a poner como ejemplo, dejó obras que ni siquiera escuchó, y quizá con el tiempo se vuelvan conocidas. Es que es trágico. Mendelssohn trajo a la vida la obra de Bach. 200 años después de su muerte empezó a divulgar "La pasión según San Mateo" y "La misa en Si Menor", que no se tocaban, que cayeron en el olvido por años.

—¿Se puede ser mejor persona con música?

—Creo que el buen gusto en la vida es esencial. No creo que la música, que no tiene un orden armónico y una congruencia, merezca ser escuchada. Por ejemplo, la invasión en los medios electrónicos de la música ligera o el rap es una manera de divertirse, pero no es arte. Es decir que para llegar a la palabra obra de arte debe tener un requisito, que es el propósito. Me van a responder que ¿quién soy yo para señalar?, pero la propia vida, la propia historia de la música señala claramente qué vive y qué no. Voy a poner un ejemplo muy sencillo, que mucha va a poder entender: ¿cuántas óperas se han hecho, completas? Un millón, 10 millones… ¿Y cuántas crees que se han llevado a cabo? 300 en todo el mundo.

—¿Entonces es una tragedia dedicarse a la música como compositor?

—Por supuesto. Es trágico. Por eso dije que la exigencia es para los que tienen el verdadero llamado. George Bizet murió deprimido, murió muy joven, no supo que su ópera empezó a tener éxito dos meses después de su muerte. ¿Qué nos indica eso?

A mí me dio por intentar componer, pero después me di cuenta que había quien lo hacía mejor, ¿entonces para qué competir en un mundo tan difícil? Para componer se requiere una vocación de estar escribiendo notas todos los días sin que te paguen.

—¿Tiene piezas suyas?

—Una, pero no sirve para nada. No tiene título. Nunca fue mi propósito. No hay que olvidarse de que el autor depende de quien se la interprete.

DOS CONCIERTOS
El programa de Bátiz

La primera parte del concierto se compone por Obertura Fantasía de Romeo y Julieta, de Tchaikovsky.

Alfonso Moreno, guitarrista  interpretará Fantasía para un gentil hombre, de Joaquín Rodrigo. Sinfonía No. 4 en mi menor, Op. 98, de Johannes Brahms.

El precio de los boletos va de 90 a 170 pesos.

La cita el viernes 27 es las 20:30 horas y el domingo 29 a las 12:30 horas.

FRASE

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Creo que la gente va a oír la música porque le gusta, no porque sean altos conocedores "

Enrique Bátiz,

director de orquesta

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