Cultura

'El síndrome Duchamp' hace una escala en Guadalajara

El actor tapatío Antonio Vega ha presentado su montaje en otros países y prepara temporada en Nueva York

GUADALAJARA, JALISCO (11/MAR/2015).- Se fue a vivir a Nueva York, pero, de sus ganas, Antonio Vega se vendría a trabajar a Guadalajara. Por lo pronto, este actor de teatro que nació y debutó en esta ciudad vuelve para presentar “El síndrome Duchamp”, el montaje que desarrolló con la codirectora y actriz Ana Graham.

Guadalajara es una escala más para “El síndrome Duchamp” en una historia de viajes ya prolongada, merced a golpes de suerte que, cuenta el propio Vega, han llevado al montaje lo mismo a Singapur que a la Ciudad de México.

Vega escribió el texto, lo presentó en Guadalajara y siguió trabajándolo con Graham. Pero traerla a Guadalajara —algo que fue posible gracias a apoyos como el del fondo Proyecta 2014— era un compromiso inmediato para él.

“Siempre he tenido los ojos en Guadalajara, con la intención de hacer nuevas cosas, pero, cuando empecé no sabía cómo”, cuenta Vega. “Traía carpetas, pero no sabía cómo darles seguimiento, ni existían tantos foros independientes. Esta vez nos encargamos nosotros mismos de la gestión con Inverso Teatro. Es un esfuerzo que hacemos por puro gusto personal”.

En “El síndrome Duchamp”, Vega interpreta a Juan, un mexicano en Nueva York que quiere ser actor de "stand up comedy" pero por lo pronto trabaja limpiando un foro; el problema es que convenció a su mamá de que es un artista exitoso y, cuando ella consigue la visa, Juan debe sostener la simulación.

Vega describe el espectáculo como una comedia con una anécdota sencilla, pero también como “una de las obras que más nervioso me ponen: hay cientos de detallitos que pueden salir mal, porque hay 250 elementos de utilería, cámaras de video, una cucaracha a control remoto; pero, cuando van saliendo bien, es como ir en una montaña rusa muy placentera”.

El texto, señala Vega, proviene de “obsesiones mías y cosas que nacieron de haberme ido a vivir a Nueva York”, pero es ficción y no biográfico.

El texto tuvo que someterlo a una construcción “caótica”, a la que puso orden con Ana Graham, con el resultado de un espectáculo que mezcla técnicas: "stand up", títeres, teatro en miniatura y hasta algo de "clown".

“Quería meter todo eso y, además, hacer este homenaje a Nueva York, una ciudad que amas y odias al mismo tiempo, y a Guadalajara, que amas nada más, porque de aquí eres”.

La solución fueron las breves metáforas escénicas: el hombre que se convirtió en cucaracha el día en que llegó a Nueva York, un ventrílocuo polaco que fue haciéndose pequeño hasta casi desaparecer porque no tuvo tanto éxito, una rata que quiere hacer comedia pero no la dejan.

El espectáculo es una metáfora sobre los sueños y la búsqueda del éxito, y se presentará como tal en la Casa Inverso con sólo cuatro funciones antes de volver a Nueva York para otra temporada.

Calidad mexicana con impacto en Nueva York

La vocación viajera de “El síndrome Duchamp” se explica por el trabajo del tapatío Antonio Vega y la capitalina Ana Graham. Los dos participaron con Por Piedad Teatro, compañía del Distrito Federal, pero cuando se fueron a vivir a Nueva York se convirtieron en su “filial” de esa ciudad y ahora encabezan Por Piedad Teatro Foundation. El objetivo es buscar redes y espacios de intercambio artístico para que creativos mexicanos trabajen allá.

“El síndrome Duchamp”, cuentan, es un ejemplo de que lo lograron. Por Piedad consiguió un modelo de colaboración con la productora The Play Company, con lo cual garantizó su acceso a circuitos y espacios del teatro "off- Broadway" de Nueva York; el punto de partida fue el espectáculo “Working in a special day”, en 2013.

The Play Company se benefició, por su cuenta, de los trabajos y esfuerzos de Graham y Vega, y ahora, a través de “Working…”, “El Final” y “El síndrome Duchamp”, tiene presencia (y premios) en México y otros países.

Ana Graham lo resume así: coincidieron tanto en intereses de producción como en propuestas estéticas. Pero el principal logro, dicen ambos, es haber demostrado que hay talento mexicano con la calidad suficiente para Nueva York y otros mercados.

Colaboradores como la iluminadora Carolina Jiménez y los diseñadores de audio Daniel Castillo y Sebastián Espinoza trabajaron en los montajes de esta pareja.

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