Cultura

El drama de Wirikuta, bajo los ojos del cine

El largometraje realizado por Hernán Vilchez tiene su estreno mundial hoy, en Real de Catorce

GUADALAJARA, JALISCO (17/MAY/2014).- Luego de haber tomado parte en el programa de la edición más reciente del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG28) y tener una exhibición de prensa en la Ciudad de México el pasado día 7 de este mes, la cinta Huicholes: los últimos guardianes del peyote (2014), del director y productor argentino Hernán Vilchez, alista su estreno mundial en una función pública hoy por la tarde en Real de Catorce, San Luis Potosí, sitio cercano a la zona de Wirikuta, territorio sagrado del pueblo wixárika que se encuentra en medio de un conflicto —que se aborda como tema central de la película— por su preservación ante el gobierno mexicano y las empresas trasnacionales mineras que persiguen explotar la región.

El largometraje fue realizado de manera independiente, por encargo de familias y ancianos wixaritari (huicholes) de La Laguna Seca, Jalisco, a Vilchez. De esta manera, y con el esfuerzo del realizador y los productores, se comenzó a construir un largometraje donde el problema de fondo es el caso de Wirikuta, un territorio de carácter sagrado para los wixárika, a donde peregrinan para ofrendar por el equilibrio del mundo, pero que fue concesionado para la actividad minera, proyectos que, para expertos y ambientalistas, representan una amenaza a la biodiversidad de un ecosistema único en el planeta, y también significaría la invasión de una zona de profundo carácter religioso.

PERFIL
Hernán Vilchez

Estudió cine en la Argentina y Cuba. Dirigió comerciales para televisión, videos musicales y documentales en América Latina y Europa.

Especializado en la filmación de pueblos indígenas y ceremonias ancestrales, ha trabajado con los aborígenes australianos de Arnhem Land, los pigmeos Batwa de Uganda, los taquileños del Lago Titicaca, los waoranis y shipibos de la Amazonia y los wixárikas de México.

Una lucha desigual


La principal empresa ya establecida en la zona de Wirikuta prometió crear cientos de puestos de trabajo para los pobladores; sin embargo para el pueblo wixárika y quienes los apoyan (activistas, artistas, periodistas y científicos) la actividad minera implicaría una amenaza mortal a la delicada biodiversidad de este ecosistema, incluido en la lista de Sitios Sagrados         Naturales y Culturales por la UNESCO, así como a la supervivencia de su cultura.

Esta lucha es desigual y no exenta de controversia, se inserta en el debate global entre preservar los valores culturales ancestrales y la explotación de la naturaleza para buscar el desarrollo de las comunidades; para los wixárika, en Wirikuta se encuentran los ancestros espirituales de la humanidad, por eso cada planta, cada piedra y cada animal es sagrado.

En septiembre del 2010, el pueblo wixárika se reunuó en una magna asamblea, con la presencia de todas las comunidades que la integran, y redactó un pronunciamiento.

En el texto, expresan su preocupación por esta situación y solicitaron al gobierno la cancelación de las concesiones mineras.

Problema complejo

El conflicto tiene muchas aristas y protagonistas. Los pobladores de Wirikuta, que han vivido en situación de marginación y pobreza, fuera de los circuitos de trabajo y la asistencia social, saben que la llegada de las mineras representa la única opción para tener una fuente de ingresos, pero también que este trabajo puede durar a lo sumo unos 10 años y que sus efectos pueden obligarlos a abandonar su tierra.

Aunque las empresas mineras afirman que sus métodos son limpios y que tomarán medidas para no contaminar y para beneficiar con trabajo e infraestructura, un conjunto de organizaciones no gubernamentales y personas independientes decidió apoyar al pueblo wixárika y realizar una defensa organizada de su territorio.

Dichas organizaciones sostienen que, de concretarse esta explotación minera, los métodos de la minería industrial contemporánea pueden contribuir al exterminio de las forma de vida del desierto —uno de los más biodiversos del mundo— y de paso, agotar las escasas reservas de agua de este frágil ecosistema. La lucha para revertir esta decisión sigue.

Plan de lanzamiento

Que el estreno se lleve a cabo en Real de Catorce se basa en la intención de los productores de llevarl la película, primeramente, a las comunidades y actores sociales que se encuentran directamente involucrados en el conflicto, y también al resto del país y del mundo. Los productores juzgan que el mensaje del largometraje es “vital” para el país y además, sostienen que el cine es un instrumento generador de conciencia, útil para provocar una visión autónoma y crítica de la realidad.

Para su presentación a nivel mundial, se espera utilizar al máximo la distribución en línea, que será sumada a proyecciones en espacios tanto alternativos como  comerciales, además de participar en festivales cinematográficos nacionales e internacionales.

La intención es lograr un buen lanzamiento y distribución en línea, cuyos fondos se reunirán para financiar proyectos para los afectados en el caso Wirikuta, y de paso, despertar la reflexión del público.

Valor espiritual contra valor económico

Huicholes: los últimos guardianes del peyote aborda la lucha del pueblo wixárika, una de las últimas culturas prehispánicas vivas en Latinoamérica, contra la decisión del  Gobierno mexicano y las corporaciones transnacionales mineras para explotar la zona Wirikuta, que es sagrada para ellos, y además es el lugar  donde crece el peyote, planta de importancia ancestral para esta cultura.

En 2010, el Gobierno otorgó concesiones a compañías mineras de capital canadiense para explorar y explotar el área, una reserva natural de 140 mil hectáreas de desierto y sierra en San Luis Potosí, que se supone rica en oro, plata y otros minerales de enorme valor en el mercado.

SABER MÁS
Los que se van sumando


La defensa de Wirikuta ha suscitado numerosas adhesiones en la sociedad civil y conmovido a mucha gente a nivel mundial.

Hasta el día de hoy, las 78 concesiones mineras que existen en Wirikuta se encuentran suspendidas por un tribunal federal, en buena medida gracias al amparo interpuesto por el pueblo wixárika.

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