Cultura
Arte contemporáneo para los 'arqueólogos del futuro'
'Rastros y vestigios, indagaciones sobre el presente' busca acercar a propuestas innovadoras
GUADALAJARA, JALISCO (02/MAR/2015).- En la situación hipotética de que la civilización actual se extinguiera, ¿qué pasaría si los “arqueólogos del futuro” encontraran piezas de la exposición “Rastros y vestigios, indagaciones sobre el presente”? “¿Acaso estos objetos darían pistas de lo que fue nuestra civilización?”, cuestionó Tatiana Cuevas en la inauguración de la muestra que acoge el Instituto Cultural Cabañas.
Bajo ese planteamiento, la curadora busca que los asistentes a la muestra que reúne la Colección Isabel y Agustín Coppel (CIAC) de arte contemporáneo se convierta en exploradores de un tiempo pasado (que en realidad es este presente) para que puedan determinar si los objetos les dicen algo del aspecto económico, político, cultural o ideológico del siglo XX y XXI.
“La premisa de la exposición propone que tanto los que sabemos de arte contemporáneo, como los que por primera vez nos acercamos a él, encontremos esos significados”, detalló Cuevas.
La curadora indicó que este ejercicio serviría para que los detractores del arte contemporáneo cambiaran o ampliaran su percepción sobre él. “Ante un objeto extraño en vez de rechazarlo hay que buscar qué nos quiere decir, si ya vemos que no dice nada útil distanciarse ya es decisión personal”.
Con ese discurso de acercar al arte contemporáneo a un público más amplio hizo la curaduría de 135 obras, de un total de mil 800 piezas que la CIAC ha reunido desde hace tres décadas, pensando en objetos que las personas consideran enigmáticos.
“Es una muestra importante porque se tratan de piezas que suelen estar bajo los muros privados”, detalló Tatiana Cuevas.
SABER MÁS
Con guía incluido
Para los visitantes existe una App gratuita llamada “Rastros y Vestigios” en la que pueden consultar información adicional a los textos de las salas.
Además, se venderá en $350 pesos una guía que tiene la misma finalidad.
Vestigios solitarios
Escenarios deshabitados u objetos en desuso que contienen o conforman rastros sujetos a ser interpretados son una característica de la exposición. Tatiana Cuevas, la curadora, explicó que empezó a hacer una clasificación que pudiera hablar de objetos que fueran silenciosos y que con un ejercicio arqueológico se pudieran convertir en testimonios de una realidad específica.
“Lo que determinó mi selección fue elegir obras donde no hubiera presencia humana para enfatizar esa condición de vestigio, donde no hay nadie que te lo explique, que te digan algo sobre ese objeto, que en vez de pedir o buscar uno tiene que construir o indagar”.
Tras esa primera premisa, lo siguiente fue pensar cómo funcionan y utilizan los artistas estos elementos, el hecho de registrar locaciones como ruinas urbanas u objetos que te hablan o son testimonios de un contexto en particular.
Por ejemplo, existe una pieza que está conformada por réplicas del material que utilizan los pintores para trabajar, como palos y envases. La curadora explicó que esos objetos tratan de hablar del cuerpo como “esta presencia que deja su huella en instrumentos de uso cotidiano, arquitectura o espacio urbano, esa marca te habla de cómo alguien vive a nivel personal, pero también a nivel colectivo”.
Sobre si al momento de hacer la curaduría le llegó a influenciar un espacio tan imponente como el Instituto Cultural Cabañas, Cuevas enfatizó que la selección ya la había hecho desde antes de cerrar el acuerdo con el recinto jalisciense; sin embargo, fue una ventaja que el lugar fuera la primera sede (después estará en el Museo Amparo, de Puebla y más tarde en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, en la Ciudad de México) para acomodar su discurso y pensar en aspectos arquitectónicos determinantes para lograr un impacto mayor de las piezas.
Bajo ese planteamiento, la curadora busca que los asistentes a la muestra que reúne la Colección Isabel y Agustín Coppel (CIAC) de arte contemporáneo se convierta en exploradores de un tiempo pasado (que en realidad es este presente) para que puedan determinar si los objetos les dicen algo del aspecto económico, político, cultural o ideológico del siglo XX y XXI.
“La premisa de la exposición propone que tanto los que sabemos de arte contemporáneo, como los que por primera vez nos acercamos a él, encontremos esos significados”, detalló Cuevas.
La curadora indicó que este ejercicio serviría para que los detractores del arte contemporáneo cambiaran o ampliaran su percepción sobre él. “Ante un objeto extraño en vez de rechazarlo hay que buscar qué nos quiere decir, si ya vemos que no dice nada útil distanciarse ya es decisión personal”.
Con ese discurso de acercar al arte contemporáneo a un público más amplio hizo la curaduría de 135 obras, de un total de mil 800 piezas que la CIAC ha reunido desde hace tres décadas, pensando en objetos que las personas consideran enigmáticos.
“Es una muestra importante porque se tratan de piezas que suelen estar bajo los muros privados”, detalló Tatiana Cuevas.
SABER MÁS
Con guía incluido
Para los visitantes existe una App gratuita llamada “Rastros y Vestigios” en la que pueden consultar información adicional a los textos de las salas.
Además, se venderá en $350 pesos una guía que tiene la misma finalidad.
Vestigios solitarios
Escenarios deshabitados u objetos en desuso que contienen o conforman rastros sujetos a ser interpretados son una característica de la exposición. Tatiana Cuevas, la curadora, explicó que empezó a hacer una clasificación que pudiera hablar de objetos que fueran silenciosos y que con un ejercicio arqueológico se pudieran convertir en testimonios de una realidad específica.
“Lo que determinó mi selección fue elegir obras donde no hubiera presencia humana para enfatizar esa condición de vestigio, donde no hay nadie que te lo explique, que te digan algo sobre ese objeto, que en vez de pedir o buscar uno tiene que construir o indagar”.
Tras esa primera premisa, lo siguiente fue pensar cómo funcionan y utilizan los artistas estos elementos, el hecho de registrar locaciones como ruinas urbanas u objetos que te hablan o son testimonios de un contexto en particular.
Por ejemplo, existe una pieza que está conformada por réplicas del material que utilizan los pintores para trabajar, como palos y envases. La curadora explicó que esos objetos tratan de hablar del cuerpo como “esta presencia que deja su huella en instrumentos de uso cotidiano, arquitectura o espacio urbano, esa marca te habla de cómo alguien vive a nivel personal, pero también a nivel colectivo”.
Sobre si al momento de hacer la curaduría le llegó a influenciar un espacio tan imponente como el Instituto Cultural Cabañas, Cuevas enfatizó que la selección ya la había hecho desde antes de cerrar el acuerdo con el recinto jalisciense; sin embargo, fue una ventaja que el lugar fuera la primera sede (después estará en el Museo Amparo, de Puebla y más tarde en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, en la Ciudad de México) para acomodar su discurso y pensar en aspectos arquitectónicos determinantes para lograr un impacto mayor de las piezas.