Suplementos | Biografía de una pareja Un frío inventario Un libro desvela las intimidades del trabajo del pintor. Llevaba con su mujer un inventario en bocetos de las obras que vendían Por: EL INFORMADOR 10 de junio de 2012 - 02:38 hs Habitación de hotel. Obra de Edward Hopper, quien utilizó como única modelo a su esposa Josephine en cuadros con personajes femeninos. / GUADALAJARA, JALISCO (10/JUN/2012).- Esta es la historia de un matrimonio. Y de unos libros de contabilidad. Es también la involuntaria biografía de una relación tan estrecha como conflictiva. La de dos artistas, la de una pareja sin hijos, la de un inventario frío y exhaustivo donde a veces brotaban inesperadamente verdades íntimas y hasta comentarios maliciosos. Desde que se casaron en 1924, Edward Hopper y su esposa, Josephine Nivison, dejaron constancia minuciosa de todas las obras que produjo y vendió el gran pintor americano hasta su muerte en 1967. Esa práctica fue en ellos natural, pues seguían los consejos —casi preceptos— de su común maestro en la Escuela de Arte de Nueva York, Robert Henri. Él instruyó a sus alumnos no sólo a desarrollar libremente su expresión creativa, sino a promocionar y gestionar sus carreras con rigor y decisión. Los tres cuadernos de formato comercial que se conservan —cuarto contiene sólo apuntes dispersos—, tienen en la portada escrito a mano el escueto título Edward Hopper: su obra. En principio se trataba de describir cada cuadro, la composición, el color, el formato, los materiales y hasta la marca de los óleos utilizados y los datos de la venta: precio, fecha, comprador. En cada entrada escrita siempre con cuidada caligrafía por Jo —así la llamaba su marido—, ésta dejaba un recuadro a escala, en el que el pintor hacía una reproducción en miniatura de la obra. Un trabajo en común que ella se esforzó siempre por llevar de forma estricta. Pero en esa práctica se traslucían muchos de los rasgos que distinguían a cada uno. Edward Hopper era un hombre alto, muy callado, de largos silencios, reflexivo, culto. Jo era habladora, ingeniosa, aparentemente ingenua a veces, muy cuidadosa de su apariencia. Vestía de manera sobria y pulcra, pero desprendía vitalidad y hasta un halo de juventud aún pasados los 80. Deborah Lyons, autora del libro Edward Hopper. Pinturas y dibujos de los libros de cuentas, que incluye una selección de páginas de los tres cuadernos, afirma que había una “buena” y una “mala” Josephine. La “buena” es la cómplice artística de Hopper. Hopper prácticamente no escribe en estos libros, fechados en 1924, 1932 y 1943. Al principio los bocetos de los cuadros son muy pequeños, como si los hiciera casi por obligación. Conforme pasan los años, son cada vez más cuidadosamente elaborados. La tarea de reproducir a posteriori sus propios cuadros se convirtió en una más de las fases que completaban la obra. Como si recobrara con placer la idea original. En el libro se reproducen las pinturas al lado de esos pequeños dibujos a tinta. Lo curioso es que en la colección del Whitney, museo al que fueron donados los cuadernos, se conserva otro cuaderno escrito en su totalidad por Edward Hopper, con el registro de todos sus cuadros desde su primera venta, en 1913, hasta la última en 1967, dos meses antes de su muerte. No tiene ilustraciones, sólo texto. Directo y sin florituras. ¿Por qué llevar esa doble contabilidad, una conjunta y la otra individual? Se ha dicho con frecuencia que Hopper es el pintor de la soledad de las personas en la vida urbana moderna. Quizá él mismo quiso mantener esa pequeña parcela de intimidad en relación a su obra. Letras con valor Las intimidades de un pintor El conjunto de los libros de cuentas no sólo aporta una valiosa documentación sobre el trabajo y la trayectoria del Hopper. Los comentarios vivaces de Jo y las precisiones sobre algunos de los detalles en ellos (como que en el famoso cuadro Habitación de hotel, la mujer lee una agenda y no una carta con una mala noticia, como se podría suponer), ayudan a comprender mejor su obra. Temas Tapatío Lee También El río Lerma: un pasado majestuoso, un presente letal Año de “ballenas flacas” El maestro de la brevedad: a 107 años del nacimiento de Juan José Arreola La vida del jazz tapatío Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones