Suplementos | Los venezolanos necesitan un mediador. Las posiciones se encuentran en los polos ¿Reconciliación en Venezuela? Los venezolanos necesitan un mediador. Las posiciones se encuentran en los polos y los márgenes de negociación son muy pequeños Por: EL INFORMADOR 6 de abril de 2014 - 00:19 hs La ciudad vive una ola de protestas antigubernamentales. EFE / GUADALAJARA, JALISCO (06/ABR/2014).- La grandeza de Nelson Mandela reside precisamente en que fue un “político de la reconciliación”. La política al servicio de reconciliar y sanar las heridas es sin duda su tarea más noble. Ejemplos sobran de personajes históricos que vieron la política como el arma más poderosa para la reconciliación: Adolfo Suárez en la España posfranquista; Lech Walesa y el movimiento Solidaridad en Polonia y cómo olvidar a Eduardo Frei o a Ricardo Lagos en el Chile que sepultó democráticamente el legado de Augusto Pinochet. La reconciliación es, en pocas palabras, el fin más elevado de la política, su labor civilizacional más profunda. Venezuela vive momentos de extrema crispación. El país está dividido entre la profunda herencia política de Hugo Chávez y el cambio de timón propuesto por la oposición, ya sea en la persona de Henrique Capriles o en la de Leopoldo López (rivales en el pasado que encontraron en esta lucha coincidencias). Hay una mezcla entre un líder como Nicolás Maduro que transpira inseguridad, no encuentra legitimidad y no sabe cómo remediar los problemas económicos y de inseguridad que afectan a Venezuela y una oposición que tras su clara derrota en las elecciones municipales, vio comprometido su futuro político como frente cohesionado. Lo más dificil para la oposición ha sido encontrar unidad frente al chavismo: en no pocas veces la división de la oposición le ha dado al chavismo victorias más que cómodas. El contexto delinea con precisión las responsabilidades de cada bando. En el lado del oficialismo los resultados de Maduro en el Palacio de Miraflores son muy negativos. Caracas se ha convertido en la ciudad más peligrosa de América Latina alcanzando una tasa de 134 homicidios por cada 100 mil habitantes (la segunda ciudad más violenta después de San Pedro Sula en Honduras). En materia económica, 2013 significó un crecimiento de 1.2% en Venezuela y para este año los pronósticos más halagüeños sitúan el crecimiento entre 0.5 y 0.8% del Producto Interno Bruto (PIB). La inflación en alimentos supera 50% en su tasa anualizada y el Gobierno sólo culpa a los especuladores, aunque su política de gasto público y control de precios también tienen que ver. Es decir, la crisis de Maduro tiene múltiples dimensiones: política con la oposición; unos datos de inseguridad preocupantes y una economía deprimida que no encuentra salidas. En el lado de la oposición, los malos resultados en las elecciones municipales del año pasado fueron un duro golpe para la fortaleza del movimiento. Y cuando las urnas dan la espalda, la calle surge como el único aliado para presionar cambios. Las condiciones que reclama la oposición para detener las movilizaciones que han detonado focos de inestabilidad política por todo el país no son claros, con excepción de la petición de renuncia y salida de Nicolás Maduro del Palacio de Miraflores. Y en paralelo las peticiones por reformas políticas o modificaciones en el manejo de la economía, aunque no son el centro de las peticiones. La oposición que ha logrado ir unida a las últimas elecciones presidenciales, pero que de cara a los municipales experimentó algunas divisiones, entiende que es momento de impedir que se profundice un “chavismo sin Chávez”. El panorama político entra en un periodo sin elecciones de más de un año y la oposición entiende que es momento de “poner contra las cuerdas” a Nicolás Maduro. Así, la crisis que vive Venezuela es una mezcla entre un oficialismo que más que en resultados económicos o de Gobierno, sigue queriendo sustentar la legitimidad de su proyecto político en la mítica figura de Hugo Chávez, y una oposición que percibe al chavismo en su mayor momento de debilidad política, mayor rechazo internacional y que posponer el embate contra Maduro podría ser políticamente muy costoso. Entre estas dos acusaciones, también queda de manifiesto la imposibilidad del diálogo. El choque de acusaciones es evidente: imperialistas, pro-yanquis, reaccionarios o conspiradores, las principales joyas que ha soltado Maduro a la oposición. Mientras que dictador, antidemocrático y hasta asesino es Maduro para una oposición que lo tacha de poco menos que un incapaz. Los venezolanos necesitan un mediador. Las posiciones se encuentran en los polos y los márgenes de negociación son muy pequeños. Sin embargo, la lista de posibles mediadores disminuye día a día. La Iglesia que ha tenido un papel fundamental en la crisis militar en El Salvador, a acercar a oposición y a Gobierno en Cuba o a moderar los ímpetus autocráticos de Daniel Ortega en Nicaragua, parece haber roto comunicación con el Gobierno de Venezuela. En la arena internacional, los bandos están divididos también. Por un lado, Estados Unidos y muchos países europeos han sido severos con Maduro y ya han comenzado las primeras sanciones contra el régimen de Caracas. Por otro lado, Rusia, los países latinoamericanos de la Alianza Bolivariana (Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros), incluso Argentina, han matizado su discurso y respaldan al Presidente Maduro. En el plano multilateral, la Organización de Estados Americanos (OEA) que a través de la llamada “cláusula democrática” podría intervenir como mediador para resolver la situación e imponer sanciones en caso que sea necesario, requiere de una petición formal de algún estado miembro lo que hasta el momento no ha ocurrido. Colombia, a través del presidente Juan Manuel Santos, con el cambio de relación con Venezuela después de los años de inestabilidad cuando Álvaro Uribe gobernaba Colombia, puede ser un mediador eficaz y con credibilidad para ambos bandos. Dice Javier Cercas en una de sus obras más afamadas Anatomía de un instante, que Adolfo Suárez, que acaba de morir hace algunos días, fue un “héroe de la traición”. Es decir, un político que tuvo que traicionar su pasado vinculado al franquismo y a la ultraderecha española, para poder inaugurar la era democrática. La única vía para salir del enfrentamiento político en el que está inmersa Venezuela es a través de algo similar. El chavismo como ideología política ya permeó en las entrañas del ADN político de los venezolanos. Pero al igual que el peronismo tras la muerte de Juan Domingo Perón o el gaullismo tras la partida del general Charles de Gaulle, el régimen político se transformó con continuidades y cambios. Ahora Maduro debe de ser aquel que logre compaginar los éxitos del chavismo (combate a la pobreza, reducción de las desigualdades, política social) con una ola de reformas democráticas que eliminen esos rasgos autoritarios de la Presidencia venezolana. Es fundamental una reforma del entramado institucional electoral, pluralidad en medios de comunicación e incluir a la oposición en un plan de reactivación urgente de la economía venezolana. Como dijera Cercas, Maduro debe traicionar un poco a Chávez para abrir una nueva etapa de reconciliación y concordia en una Venezuela dividida social, política e ideológicamente desde mucho antes de la muerte del general. MADURO APELA AL DIÁLOGO EN UN ARTÍCULO DE OPINIÓN PUBLICADO EN THE NEW YORK TIMES El presidente de Venezuela Nicolás Maduro ha denunciado en un artículo de opinión publicado por el diario The New York Times que el único fin de quienes están protagonizando las protestas en su país es expulsarlo del poder. En su texto, titulado Venezuela: Una llamada al diálogo, el sucesor de Hugo Chávez, además de abogar por una salida pacífica a la crisis venezolana, defiende la legitimidad democrática de su Gobierno, enumera las medidas que ha adoptado para tratar de salir del caos político, económico y social en el que está sumida la nación y trata de tender puentes a la Administración estadounidense ante la amenaza de sanciones, sin olvidarse de recordar que la oposición por la que se ha decantado Washington representa a un ínfimo porcentaje de la población y que muchos de sus integrantes estuvieron relacionados con el golpe de Estado de 2002 que apoyó el Ejecutivo que entonces presidía George W. Bush. “Las recientes protestas en Venezuela ha copado los titulares de la prensa internacional. Gran parte de la cobertura extranjera ha distorsionado la realidad que se vive en mi país y los hechos que rodean a los acontecimientos”. Así comienza el editorial de Maduro en el Times, publicada cinco días después de que el líder opositor Leopoldo López hiciera lo mismo en dicho diario. Mientras López recriminaba la falta de libertades y la brutal represión que el Gobierno venezolano está ejerciendo sobre los estudiantes y el resto de los manifestantes, el presidente de Venezuela asegura que esas denuncias sobre la deficiencia democrática de su Administración pertenecen a una “corriente de opinión que se contradice con los hechos”. “Las protestas antigubernamentales están siendo lideradas por miembros de los segmentos más pudientes de la sociedad que lo único que persiguen es revertir los logros de un proceso democrático que ha beneficiado a la gran mayoría de la población”, asegura Maduro. El mandatario acusa a los manifestantes de “ataques a clínicas, de quemar una universidad en el Estado de Táchira y de lanzar cócteles Molotov y piedras a los autobuses” y de otras agresiones a instituciones públicas como la fiscalía y el Tribunal Supremo. “Los que protestan tienen un objetivo claro: la expulsión inconstitucional del Gobierno elegido democráticamente”, sostiene Maduro, quien los señala como “directamente responsables” de “al menos la mitad” de las 36 víctimas mortales que se han cobrado las protestas. En su editorial, sin embargo, no se hace alusión a las denuncias de tortura, abusos, detenciones arbitrarias, indefensión y violaciones de los derechos humanos contra los opositores al gobierno que ha documentado Amnistía Internacional en un informe que presentó el pasado martes, 1 de abril. Maduro reconoce la precaria situación económica que vive su país y la responsabilidad de miembros de las Fuerzas de Seguridad en determinados actos de violencia para recordar que su Gobierno ha creado una comisión para investigar los incidentes en las protesta —una institución que la oposición no reconoce por estar integrada únicamente por miembros afines al chavismo—. El presidente venezolano subraya que ha aceptado “las recomendaciones de Unasur para iniciar un diálogo con la oposición” y envía un mensaje conciliatorio a la Administración Obama recordando que le ha transmitido sus “deseos de volver a intercambiar embajadores”. Hace un mes, Maduro designó a Max Arveláez, un hombre de confianza de Chávez y del actual jefe del Estado de Venezuela, como representante de Venezuela ante la Casa Blanca, un nombramiento que aún no ha sido aceptado por Washington. No obstante, Maduro reprocha el respaldo que este país, a su juicio, esta brindando a la oposición a su Gobierno. “En EE UU, los manifestantes han sido descritos como pacíficos, mientras que se dice que el Gobierno de Venezuela los está reprimiendo. De acuerdo con esta narrativa, el Gobierno norteamericano se estaría alineando con el pueblo venezolano, pero en realidad se está alineando con el 1% del total de la población que quiere arrastrar a nuestra nación a la época en la que el otro 99% no tenía cabida en la vida política”, sostiene. El dirigente venezolano llama también la atención sobre una propuesta de ley bipartita que prevé sanciones individuales para miembros del Gobierno y empresas afines al chavismo, así como una partida de 15 millones de dólares de ayuda a la oposición que la semana pasada se presentó ante el Senado y que se une a una petición, también por parte de ambos partidos, que se dirigió al presidente Barack Obama en la que se le instaba a aplicar medidas de castigo directamente. “No olvidemos que muchos de los que apoyaron el desalojo del Gobierno democráticamente elegido en 2002 son los que están liderando las protestas hoy en día”, advierte Maduro. Tal y como se encabeza su editorial, Maduro termina su texto haciendo un llamado: “Venezuela necesita paz y diálogo para seguir adelante. Damos la bienvenida a quien de manera sincera quiera ayudarnos a alcanzar esa meta”. El País Temas Venezuela Tapatío Nicolás Maduro Lee También El Nobel, ¿Es el principio del fin? 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